12 de septiembre de 2014

Histeria universal: "Os traigo la paz, o la guerra"

Año 218 a.C. Hace más de 20 años que Cartago fue derrotada y humillada por Roma en la Primera Guerra Púnica. Guardándose el rencor y el deseo de venganza han aprovechado este periodo de paz para expandir su dominio por la fertil y rica tierra de Hispania, ya sea subyugando o forjando alianzas con los iberos. 

Anibal Barca
Amílcar Barca recuerda con odio a Roma. Combatió en Sicilia durante los últimos años de la guerra. Ahora dirige la expedición cartaginesa en Hispania. Antes de morir hace jurar a su hijo mayor, Aníbal, que siempre odiará a Roma. Cuando finalmente sucede a su padre al mando de las fuerzas púnicas en Hispania comienza la campaña que le ocupará el resto de su vida, acabar con Roma. 

Necesita una guerra con Roma, pero el senado cartaginés está dividido. Deberá provocar a Roma. Para ello avanza por los territorios bajo influencia romana en Hispania, culminando con el sitio de Sagunto. La ciudad pide ayuda a Roma. Pero el senado romano tampoco está convencido de declarar la guerra. Algunos son partidarios de enviar ayuda a Sagunto, otros de enviar una legión para apoyar a los iberos, y la facción liderada por Quinto Fabio Máximo defiende la guerra abierta contra Cartago. Fabio Máximo había ascendido mucho en el ámbito político tras la Primera Guerra Púnica. Había sido dos veces cónsul, e incluso elegido dictador -en la roma republicana el gobierno estaba en manos de dos cónsules con poderes militares, y el Senado. En épocas de especial crisis política, económica o militar, se elegía un dictador, que gobernaba de forma independiente durante un periodo de tiempo establecido-.

Tras un largo asedio sin recibir ninguna ayuda, donde los saguntinos resisten hasta el último aliento, las murallas caen y la ciudad es arrasada. Roma no puede seguir impasible. Se envía una embajada a Cartago con el objetivo oficial de negociar con los púnicos. Está liderada por Fabio Máximo.

La embajada romana es recibida en el senado cartaginés. El discurso de Fabio Máximo no hace mas que ofender e incitar a los senadores. Quiere la guerra, pero no debe ser Roma quien la declare. Termina su discurso agarrando y levantando los pliegues de su toga, una mano en cada costado, y dice

"Os traigo la paz, o la guerra. Elegid lo que queráis"

A lo que el senado, encolerizado, responde

"Poco nos importa una o la otra. Escoged vos mismo lo que os agrade"

Fabio deja caer con teatralidad los pliegues de su toga y sentencia

"Guerra"
Ni el gesto ni las palabras eran fruto del azar. Se trataba de una clara referencia a las antiguas costumbres de los feciales, los sacerdotes encargados de la diplomacia en la época de los reyes romanos. Cuando Roma sufría una afrenta, una embajada de cuatro sacerdotes encabezada por el pater patratus -cuyo padre tenía que seguir vivo- exigía el pago de una compensación y daba a elegir, con este gesto repetido por Fabio, al pueblo enemigo entre la paz o la guerra.

Si en 33 días no se satisfacía el pago, los feciales invocaban a Jano -dios romano de los principios y finales-, abrían las puertas de su templo e invocaban a todos los dioses del cielo y el infierno. Para completar el ritual de declaración de guerra debían arrojar una lanza al territorio enemigo.

Es anecdótica la declaración de guerra a Pirro de Epiro. No resultaba posible enviar a los feciales a Epiro para llevar a cabo el ritual, por lo que permitieron que un ciudadano de Epiro comprase un terreno en Roma, que se consideró territorio de Epiro. De esta forma, los feciales pudieron arrojar su lanza en territorio enemigo. 

Pero volvamos a Fabio Máximo y al senado cartaginés. Había conseguido su objetivo, la guerra con Cartago, pero de forma que no era Roma quien la declaraba, sino como justa consecuencia de la no aceptación por parte del senado cartaginés de los términos ofrecidos. Lo que no sabía era que con su astuta jugada había también satisfecho el objetivo de los Barca.

La Segunda Guerra Púnica, que Fabio había ideado como una rápida campaña que le cosecharía un gran éxito político, duro 17 años y fue la más terrible hasta la fecha. Roma llegó a enfrentarse a su caída y derrota definitiva.

Aníbal cruza los Alpes y derrota a todas las legiones que se le enfrentan. Tras su gran victoria de Cannas, donde derrota a 8 legiones, el mayor ejército romano jamás formado, decide replegarse al sur y no atacar Roma, esperando reunirse con los refuerzos de Asdrubal, que no llegaron nunca. Este es el punto clave de la campaña. Hay autores que aseguran que de haber continuado, Roma habría caído; mientras que otros defienden que Aníbal sabía que no tenía equipo de asedio suficiente para rendir la ciudad en un sitio.

1 comentario:

Unknown dijo...

Grande la figura de Aníbal y Asdrubal. Grande la historia antigua, joder. ¿Conoces a Massimo Manfredi? Fliparías con él.