27 de octubre de 2014

Por amor a la música: Flea | Eisenhower y los pimientos picantes


¡Hola a todos! ¿Os acordáis de mí? Sí, yo era ese tío que participaba en Por amor a la música y publicaba el día que tocaba... No, en serio, empiezo a sentirme una persona horrible.

Comenzamos nueva ronda y esta vez el maestro Forrest se ha portado como un auténtico cabrón un campeón doblando la apuesta y echando el resto al subir la dificultad del juego unos trescientos grados en la escala Richter. A ver, buscamos músicos con un talento desbordante en su instrumento y que hayan participado en dos combos de estilos radicalmente diferentes. Ahí es nada. Buf. Empezábamos el martes con bajistas de la mano de Nicholas Beggs y su trabajo junto a Kajagogoo y Steven Wilson. Pensé que me iba a costar horrores encontrar alguno pero la cosa no ha sido para tanto. Aunque temblando estoy para las siguientes semanas.

Sabéis, hay veces que pienso que la gente no tiene ni puñetera idea de lo que es un bajo. Quiero decir, cuando digo que toco en un grupo y digo que soy el bajista, algunas personas tratan en vano de disimular que hasta ese momento desconocían la existencia de dicho instrumento. Entonces les dices que es como una guitarra, pero con menos cuerdas, que suena mucho más grave... Se quedan igual y a ti te entra la mala leche. Así que con el paso del tiempo he creado una categorización para la gente (no melómana, por supuesto) con respecto a sus conocimientos musicales basados en el bajo: los que no saben qué coño es, los que lo saben pero no te sabrían nombrar un sólo bajista conocido, y los que te nombran a Flea.

Seamos serios, Michael Peter Balzary (el nombre del mito), es una bestia con las cuatro cuerdas. Un hombre que comenzó su relación con la música de muy niño de la mano de los grandes nombres del jazz, que quería ser trompetista y que aprendió a tocar el bajo de la mano de Hillel Slovak (el primigenio guitarrista de los Red Hot Chili Peppers) y que le cogió tanto gusto que desarrolló su propia personalidad cuando lo tenía entre las manos.

Su estilo funk, su destreza y su arrolladora presencia le han valido la participación en una lista casi interminable de proyectos fuera de la banda que fundó con Slovak, Jack Irons y Anthony Kiedis.  Desde hip-hop hasta rock progresivo, pasando por pop y folk, Flea nunca dice que no porque perder una oportunidad sería de cobardes. Y obviamente el resto del mundo sabe que su nombre es sinónimo de calidad y una automática conexión del hype. ¿Los nombres? Colaboraciones con Tricky, The Mars Volta, Patti Smith, Jane's Addiction, Porno for Pyros, Johnny Cash, Tom Waits y su bajo ha formado parte de Antemasque, Rocket Juice & The Moon y... Atoms for Peace.

Seguí con cierto interés el proceso previo a la salida de Amok, el primer disco de este supergrupo liderado por el adorado/odiado (yo aún no me decanto) Thom Yorke, el propio Flea, Nigel Godrich, Joey Waronker y Mauro Refosco, pero un par de críticas nada halagüeñas acabaron con mis pocas expectativas. Esta escucha me ha terminado de confirmar que no me equivoqué demasiado apartándome en su momento. Un ejercicio de rock eletrificado e indie experimental que con esa alineación podría resultar más que estimulante pero que a la hora de ponerlo en práctica acaba convertido en un "Thom Yorke canta sobre bases sintéticas más o menos animadas". La producción capa el sonido de los instrumentos y se habría conseguido el mismo efecto con un programador más o menos hábil. En directo la cosa no mejora mucho (lo sé, lo he comprobado) porque entre que Yorke parece (o va) más pasado que Pocholo y que es casi imposible ecualizar todo para que suene compacto... Pues eso. Que para ponerse el disco como ambiente mientras trabajáis no está mal porque no molesta y tiene algún detalle curioso, pero sin más.


Tras una (que no por esperada es menos) decepción, decidí que me iba a resarcir con algo con más músculo. No tenía el cuerpo para experimentos, así que como siempre he considerado que Blood, sugar, sex, magik es demasiado para mí, me quedé con algo más mundano. Californication es hasta la fecha el disco más vendido de Red Hot Chili Peppers, en parte gracias a una colección de singles a cada cuál más pegadizo, con una mezcla entre potencia rockera, vacile funk y profunda emotividad a la que no hay ser humano que se resista. Ya desde el demoledor arranque con Around the world y después con la hipnótica Parallel universe, la soleada Scar tissue, la inmortal Otherside, la combativa Get on top, la agridulce Californication, la sublime Easily, la delicada Porcelain, la ruidosa Emmit remmus, la tórrida I like dirt, la elegante This velvet glove, la épica Savior, la combativa Purple stain, la caótica Right on time y la nostálgica Road trippin'. Sexo, drogas, guerra, recuerdos... Temas que se entrecruzan entre las cuerdas de un Flea que sabe adaptarse a cada momento como un camaleón y que sabe convertir su bajo en un dulce acompañamiento o un abrasivo ritmo con naturalidad y mucha personalidad. No es el mejor disco de los Chili (de hecho, creo que One hot minute, con Dave Navarro, está más que infravalorado) pero sigue siendo una magnífica dosis de funk rock para darle alegría a la tarde.


Y es que Flea y su bajo, son pura vitamina funk rock. Por mucho que Thom Yorke le intentara convencer de lo contrario.

3 comentarios:

bernardo de andres dijo...

El disco con orke pues nada una prueba de egocentrismo musical. un yo soy la leche y puedo hacer lo que quuiera. Regularcillo. El de Red pues es otra cosa cierto que se terminaron los discos de funk abrasivo e indie sin embargop todavia el vender discos por millones no era un problema. este es el últimobuen disco de los red para mi claro esta

Unknown dijo...

Flea se veia desde el principio que el bajo para el no tenia secretos...segun que proyectos sube su nivel de virtuosismo, el resto depende de los gustos del oyente.
A+

PUPILO DILATADO dijo...

Perdona que te haya tardado en comentar, he estado tan inmerso en las escuchas y la preparación de la entrada de PAALM de esta semana que no he tenido tiempo.

Les he cogido una manía enorme a los Peppers, incluso a Flea por muy virtuoso y bueno que sea. Antes solía escuchar Ome Hot Minute y Californication pero desde que los 'truños' se suceden unos detrás de otros tan solo llego hasta Blood, Sugar. Por cierto, deberías de darle mas oportunidades, a mi tampoco me capto al principio mas allá de
Give It Away pero se vuelve enorme poco a poco.

No indagare en Amok, con Californication veremos si lo rescato.