26 de noviembre de 2014

Sangre fresca: Machine Head - Bloodstone & diamonds | Y dura, y dura...

Bueno va, a ver si lo consigo. Tengo tres discos relativamente nuevos que me gustaría reseñar y me he prometido a mí mismo que aparecerán por aquí antes de que acabe el año. Sí, ya sé que esta no es la primera vez que digo algo parecido y luego... agua de borrajas. Pero esta vez sí. De verdad. Palabrita del niño Damian.

Tras la decepción parcial que me ha supuesto el .5: The Gray chapter de Slipknot, mi lado metalero (una de esas múltiples caras que componen el prisma de mi gusto musical) rogaba a todas las divinidades oscuras y maléficas que lo nuevo de Machine Head estuviera a la altura. A ver, que lo último de los de Corey Taylor no es que sea malo, ni mucho menos. Pero la cosa es que se han vuelto un poco extremos en su propuesta, o muy animales o muy melódicos, y se echan mucho de menos esas canciones con gancho que proliferaban en sus mejores trabajos (Iowa y el Vol. 3: The subliminal verses para un servidor). Que los hay, The devil in I es temazo, por ejemplo pero simplemente eso, que la cosa no termina de cuajar.

Después del momento Nolan (críticas dentro de críticas dentro de críticas...) me vuelvo al tema principal. Pues eso, que Machine Head no podían decepcionarme y, desde luego, no lo han hecho. Ni de lejos. El cambio de sello (recuerdo que dejaron Roadrunner para unirse a Nuclear Blast) les ha sentado más que bien (que tampoco es que les hiciera mucha falta pero, oye, se agradece). Y es que hay varios detalles que me han agradado especialmente dentro de este Bloodstone & diamonds.

El primero, y el que más me sorprendió de primeras, es la duración del trabajo. Doce canciones que acaban convertidas en setenta minutazos de metal, a punto de exprimir el límite del soporte CD. Y todo esto sin bonus tracks ni cosas por el estilo. El disco tal y como fue concebido. A día de hoy es impactante un disco tan largo a nivel general, pero si además tenemos en cuenta que sus referencias anteriores, a pesar de ser bastante largos para el estándar, no llegaban a una hora (bueno, The blackening sí, pero justito). Esto es un arma de doble filo: por un lado se agradece que el disco no se acabe rápido, pero por otro, tantos minutos al final responden a que algún que otro tema flojea bastante.

Lo segundo viene también un poco por esta línea, y no es otro que la variedad de temas. El otro día hablaba con un amigo, bastante die hard fan de la banda de Robb Flynn, y le comenté que tengo la teoría de que me gustan tanto Machine Head porque hacen thrash metal para los que no somos aficionados al estilo. A ver, entendedme, que ya sé que no es thrash en el sentido estricto del término. Y a eso es a lo que me refiero. Sus añadidos de groove, heavy e incluso esas reminiscencias de nu que aún siguen ahí (camufladas, acechando, chan chan) los convierten en una apuesta segura a pesar de que no te terminen de hacer tilín por separado. Y si los últimos apostaban por propuestas compactas y cada vez más épicas aquí lo que tenemos es un combinado de todo lo que Machine Head pueden ofrecer en sus distintos momentos de inspiración, sin un hilo conductor. Todo muy heterogéneo. Esto tiene una vez más sus cosas buenas y sus cosas malas. Buenas porque si llevas un rato aburrido puede surgir un tema que te vuelva a levantar la moral. Y malas, pues por lo contrario, que estés con toda la euforia y te pegue el bajonazo una canción regulera.


A pesar de todo lo dicho, el arranque de Bloodstone & diamonds puede inducir a equívocos. Now we die es un ejemplo pluscuamperfecto de esa épica bestial. Los violines no hacen sino aumentar el énfasis y el estribillo es de esos de enmarcar y gritar en los directos hasta quedarte afónico. Y todo ello culminado con uno de esos duelos de guitarras entre Phil Demmel y Flynn que tanto nos gustan y un pasaje acústico final que acaba vomitando de nuevo el brutal riff. No sé vosotros pero yo ya.

Cualquiera pensaría que tras esta catártica introducción iba a llegar la primera bajada, pero todo lo contrario. Killers and kings es simplemente arrolladora, con Dave McClain demostrando por qué es uno de los baterías de metal más en forma de la actualidad, con un doble bombo omnipresente salpicado de arpegios de guitarra. Ghosts will haunt my bones es un poco más típica, en la que creo que lo más destacable son las estrofas tenues y la contraposición con un estribillo tan potente como emotivo.

El comienzo tribal de Night of the long knives rompe en otro trallazo demoledor totalmente imprescindible para los que nos gustan todas esas cosas acabadas en -core. Quizás el único pero es un estribillo poco inspirado vocalmente pero igualmente disfrutable gracias al soberbio juego de pies de McClain en los pedales. Y para colmo, otra batalla Demmel-Flynn a las seis cuerdas.

Sail in to the black es uno de los temas a mi parecer más interesante del trabajo. Una tonada marinera oscura y reptante que avanza como la mecha de un cañón para transformarse en una explosión distorsionada que te calcina los tímpanos. Bueno, y lo del sólo sobre el ritmo de galera es de otro mundo. Buf. Otra para dejarse los pulmones coreando.

Para mí hay otro pequeño bajón en Eyes of the dead, resultona con sus riffs de inspiración oriental pero algo plana en su desarrollo. Más de lo mismo, que nunca está mal, pero tampoco para tirar cohetes. Pero como le sigue Beneath the slit, que tiene uno de los principos más bestiales que mis jóvenes oídos han catado, pasando de la percusión desnuda a un riff denso como el plomo que sube y baja como un látigo mortífero. Groove del duro con voces áridas. No esperéis más porque eso es todo. Pero joder, cómo pega.

Venga va, otra dosis de épica. In comes the flood. Coros espirituales, un inquietante violín, un redoble en diferido y... El acabose. McClain machaca compases como si fueran nueces y la guitarra construye una lacerante melodía para pedirle a sus paisanos que despierten de una puta vez.

Damage inside, primer experimento y primer fallo gordo bajo mi punto de vista del disco. Un a capella de Flynn con una guitarra nebulosa que acaba en nada. Hubiera sido magnífica como previo a un tema gordo enlazando melodías, pero... Nada. Punto negativo. Y si las comparaciones de normal son odiosas, imagínate si el siguiente es el que para mí es el mejor corte de Bloodstone & diamonds. Porque es el que más me gusta, obviamente. Game over tiene unas estrofas bastante discretas, nada nuevo bajo el sol. La patada en la boca viene con el estribillo. Cuando consigues recuperar la respiración tu cerebro ya ha pegado portazo y estás gritando como un energúmeno este himno de inspiración punk hardcore. Si deciden incluirla en los directos, se puede armar una gordísima. Madre mía qué ganas.

El segundo experimento, Imaginal cells, es también el segundo fallo gordo. A ver, muy poético todo esto de que las creencias de la gente son capaces de alterar nuestro ADN, pero a parte de ser una magufada, no puedes convertir algo que como skit hubiera tenido su gancho, en una canción de tres minutos y medio cuando, además, musicalmente tampoco destaca. Y para ser sinceros, el cierre tampoco es que sea especialmente sabroso. Take me to the fire tiene gancho por ese desarrollo a martillazos y esos guiños a las vacas sagradas del thrash, pero... No, no es una buena opción para finiquitar la faena.

Aún con todo y como ya he dicho, la variedad se agradece mucho, el nuevo bajista, el señor Jared MacEachern suple sin problemas a Adam Duce (aunque tampoco mejora su trabajo, el bajo, a pesar de ser bastante elaborado, suele ser discreto en la música de Machine Head) y salvo las excepciones expuestas, no se le pueden poner muchos peros a Bloodstone & diamonds.


Así síNunca más
Un disco largo. Por fin. Joer que parece que les cobran por minutos de música.
Distintos sonidos para distintos momentos. No hay miedo a probar estructuras o recursos.
• El punk hardcore entra con fuerza en la ecuación. ¡Más temas como Game over por favor!
Los experimentos con gaseosa o, al menos, no convirtáis los interludios en canciones.
• Se echa de menos algo más de protagonismo en la voz de Demmel.
• Algunos temas se enredan es sus propios cambios y acaban perdiendo la perspectiva.


No llega, en líneas generales, al nivel de los dos anteriores... Pero tenemos Machine Head para rato. Y esa es la mejor noticia de todas.

3 comentarios:

bernardo de andres dijo...

No escuche el disco pero los vinnys en lugar de estrellas para calificar los discos de 10

Carlos Tizón dijo...

Le tengo muuuuuchas ganas a este disco

PUPILO DILATADO dijo...

Vamos a ver si llega a tiempo antes de cerrar el TOP del año. Hay ganadas si todo pinta como lo describes.