23 de diciembre de 2014

El Hobbit: La batalla de los cinco ejércitos | Miedo y asco en la Tierra Media

¡Cuidado, tiene un pincho!
No me lo quería creer. Los breves vistazos que le lancé por encima a un par de críticas sobre la última entrega de la trilogía el Hobbit (y que se ha vendido a bombo y platillo como "la despedida de la Tierra Media") indicaban que la película no estaba a la altura y que, sin lugar a dudas, es la peor entrega de las tres (y de las seis basadas en el universo de J.R.R. Tolkien, aunque eso ya se entiende) pero cuando anoche entré al cine en sesión golfa (party hard de sábado noche, hablando de todo un poco) lo que no esperaba encontrarme son las bochornosas dos horas y cuarto que me tragué. Ahora quiero que os imaginéis lo decepcionado que pude salir cuando en este blog no se habla apenas de cine y me haya decidido a escribir una entrada solo para avisaros a vosotros, queridos lectores, de lo que os podéis encontrar si desoís mis advertencias. Bueno, y para desahogarme un poco.

A partir de aquí puede que aparezca algún spoiler de un libro publicado hace casi ochenta años y de una película que os recomiendo que, si podéis, os la ahorréis. Pero oye, que la gente está muy sensible con esto de los spoilers.


Antes de entrar a degüello he de admitir que El Hobbit: La batalla de los cinco ejércitos tiene sus cosas buenas. Como siempre el apartado técnico es sobresaliente (bueno, casi todo) y, en particular, todo el diseño de escenarios y personajes sobretodo porque me da en la nariz que la gente de Games Workshop ha metido mano en este apartado, y si no, echad un vistazo a los orcos del norte, los trolls con catapulta incorporada, las cabras montesas de los enanos, los Nazgûl (orgasmo con el de los cuernos y la maza), el troll gigante con maza en lugar de pies o el peinado de Dáin Pie de Hierro (enano matagigantes, ejem, ejem). Peter Jackson vuelve a demostrar que domina como nadie el ritmo de batalla y, en el momento en el que comienza la acción, se suceden una tras otra escenas memorables que alimentan a nuestro niño interior ávido de situaciones heroicas y un tanto absurdas. Y por supuesto, los actores, sobretodo los tres "protagonistas": Martin Freeman (Bilbo), Ian McKellen (Gandalf) y Richard Armitage (Thorin), que se comen con patatas a todos los demás.

Hasta aquí, como digo, todo bien. El principal problema viene de la mano del guión. Una de las cosas que tiene dividir una novela de apenas 350 páginas en tres entregas (esta última dura un poco menos que las dos anteriores, pero aún así estamos hablando de más de 8 horas de metraje) es que hay que meterle relleno sí o sí. La Tierra Media es una ambientación lo suficientemente extensa y bien documentada como para no tener que calentarse mucho la cabeza. Solo hace falta rebuscar un poco para encontrar historias interesantes que, con un par de cambios de situación, habrían funcionado a la perfección.

Pero no, el señor Jackson tiene los cojones como el caballo de Espartero y ha decidido que le quería aplicar su toque personal y que como a la primera le salió bien, pues que apostar sobre seguro es para pussies. El resultado es un planteamiento que en la primera curva cerrada fuera de lo que sería la adaptación pura y dura del libro se cae con todo el equipo. Un despropósito tras otro, diálogos sacados de telefilmes de sábado por la tarde y personajes tan superfluos que provocan sopor sólo con aparecer en pantalla.

El premio gordo se lo llevan la pareja Legolas - Tauriel. El primero con una infancia traumática sacada de la manga que no tiene ni pies ni cabeza y que coloca a la madre del elfo como objeto de anhelo cuando a la señora de Thranduil no la ha mencionado nadie nunca. La cosa acaba resultando esperpéntica cuando el rey de los elfos del Bosque Negro le dice a su vástago "Tu madre te quería más que a nada en el mundo..." ¿PERO QUIÉN COJONES HA DICHO LO CONTRARIO? Nadie, absolutamente nadie en toda la puta película. Eso y la fortaleza de los orcos en la que se supone murio Mamá Legolas que aparece treinta segundos cuando el muchacho acude allí, toca chufa y se vuelve porque los malos van para el lado contrario. Toma ya.

Lo de Tauriel ha sido motivo de disputa desde que apareció. A ver, el rollito romance interracial que se lleva con Kíli tiene su gracia como alivio cómico, pero todos (los que nos hemos leído el libro al menos) sabíamos que no podía acabar bien (porque el enano muere, básicamente) y una cosa es que se juegue un poco al despiste con que si sí, que si no y otra que conviertan una relación inverosímil (señores, recuerdo que son dos especies distintas) en la historia de amor más grande jamás contada. Si a eso le añadimos unas frases dignas del mismísimo Federico Moccia pero en plan medieval, pues apaga y vámonos.

En el apartado de "personajes que no aportan una mierda" tenemos a Alfrid "El adulador" que, como digo, no funciona ni como alivio cómico ni como "némesis" de Bardo. Es una molestia, eso sí, y cada escena suya va acompañada de un bostezo enorme o un alzamiento de ceja.

Quizás esas tres cosas sean lo peor de la película. El problema es que sólo con ellas ya tienes lleno casi un tercio de película. Hay que añadir también una serie de decisiones estéticas y técnicas algo dudosas, como que cuando Galadriel se pone en plan boss mode se transforma en Samara la de The Ring, que a la escena de la locura de Thorin con la balsa de oro fundido le falte un "plop" para parecer una mala película de Disney, que en el momento en el que los trece enanos deciden por fin unirse a la batalla no se les regale, al menos, una breve escena de batalla a cada uno y que Legolas desafía las leyes de la física (la de nuestro mundo y la de la Tierra Media) de una manera tan poco elegante y tan mal disimulada que uno se plantea seriamente si estará hecha a propósito.

En relación a esto último he de decir que, y esto ya es más una opinión menos ácida, el uso indiscriminado de efectos digitales ha hecho perder la magia a la saga. Quiero decir, la trilogía de El Señor de los Anillos tenía ese aroma a cine antiguo, con montones de extras y un cuidadísimo trabajo de coreografía y ambientación. Aquí se han limitado a plantar un croma y poner al actor de turno a pegarle espadazos al aire, que ya se encargarán los chicos de la computadora de poner unos orcos en medio y descabezarlos. Sin casi una gota de sangre, que es otra cosa que no he terminado de comprender. Venga hombre, que yo comprendo que Azog tiene un tamaño descomunal pero ¿de verdad no había ningún tío de dos metros con talento para interpretarlo que lo habéis tenido que renderizar?

Para redondear, no hay una sola escena en toda la película que se te quede grabada en la memoria, nada del estilo de el juego de adivinanzas de Bilbo con Gollum en la primera entrega, o los barriles por el río de la segunda. Es más, las dos en princpio más interesantes (esto es la muerte de Smaug y la pelea de Thorin con Azog) resultan algo aceleradas y con muy poco gancho.

Resumiendo, que Jackson se ha pasado de listo y ha convertido nuestra despedida de la Tierra Media (por el momento, que esa es otra) en un indigno epitafio que, ya no es que no pueda mirar a los ojos a sus compañeras de saga (y no digamos ya a las de El Señor de los Anillos) sino que se ha hundido en la mierda de una manera alarmante y rivaliza en épica barata con otras producciones de mucho menor presupuesto y, supuestamente, mucha peor materia prima. Anda Peter hijo, que te habrás quedado a gusto.

- La culpa es vuestra, que parece que no habéis visto King Kong.
PD: Quiero que quede claro que yo no soy ni mucho menos un fanboy de Tolkien. De hecho, hace relativamente pocos años que me leí El Hobbit (y El Señor de los Anillos después de ver la trilogía cinematográfica original) y que, en términos de adapatación, no tengo ninguna queja porque creo que se ha hecho un buen trabajo.

4 comentarios:

QueenChopped dijo...

Ahora a esperar el reboot de El Señor de Los Anillos con Andrew Gardfield en el papel de Frodo. Y Jonah Hill como Sam.

bernardo de andres dijo...

Se me han quitado las ganas de ir aunque creo que no me quedara mas remedio los chavales mandan Me llebare un aalmohada

Unknown dijo...

Tiene que ser un coñazo máximo. Pero mis respetos a Phil Jackson: se monta una trilogía e hincha a ganar dinero con un libro que no llega ni a las trescientas páginas.

PUPILO DILATADO dijo...

Con tus palabras ya lo tengo mas que claro, no me voy a gastar ni un puto duro en presenciar semejante cutrez...ya me la bajaré...