Porque, sorprendentemente, poco más de año y medio después de dejarnos a todos picuets con la salida de A thounsand suns, mis adorados Linkin Park volvían a sacar disco. Y como dice un amigo mío, esto es como todo. Que si lees declaraciones de cómo va a ser, que sin single de presentación... Pero como soy un tío precavido no me fío de nada de lo que leo y prefiero tener una opinión propia.
Y mi opinión es que... Bueno, vayamos poco a poco.
Cogiditos de la mano de ese entrañable barbudo que es Rick Rubin (responsable de algunos de los giros discográficos más impactantes de la historia así como de los últimos cartuchos del gran Johnny Cash) los californianos parecen haber sentado la cabeza después del experimento que supuso su anterior álbum. Se les nota más cómodos, más maduros y, porque no decirlo, más sosos.
El caso es que Living things no es un mal disco, ni mucho menos, pero tampoco es un disco que llame la atención. Sí, los cortes buenos son tremendos, pero los que no son buenos... son tirando a mediocres. Ojo, que no malos. Supongo que lo que os estaréis preguntando (o no) es ¿entonces, qué hacen ahora estos tíos? Pues es una pregunta cojonuda que intentaré responder en la medida de lo posible.
Hace unos meses que decidí dejar de plantearme a qué sonaría el nuevo disco para centrarme en algo totalmente distinto: ¿cómo van a sorprenderme? Porque puede que lo que saquen me guste más o menos, pero, reconozcámoslo, siempre sorprenden. Así que cuando escuché Burn it down, que servía como presentación previa, se me cayó el alma a los pies. Es un tema jodidamente vacío, en el que no resalta nada y que parece hecho sobre la marcha. Ahora, con todo el trabajo escuchado varias veces (me atrevería a decir que unas treinta) llego a la conclusión de qué no sé quién cojones eligió este tema como primer single, pero se coronó. Mis impresiones mejoraron un poco cuando se presentó Lies, greed, misery en una radio británica. Esto ya me gusta más. Una deliciosa locura, mezcla de pop sintético y el sonido añejo, que atronaba en mis oídos como si de música celestial se tratara.
Pero como digo, quería saber qué era lo que me deparaban, cómo sonaba un álbum que en sus propias palabras "era mucho más personal, el disco que necesitábamos hacer en este momento". Y lo que necesitaban hacer en ese momento era, sin lugar a dudas, echar un poco la vista atrás. Aprender de los errores y potenciar los aciertos, sin olvidarse de hacia dónde quieren ir y de que ya no tienen veinte años. Mantener ese componente de imaginación e innovación que siempre les ha caracterizado y recordar qué los hizo grandes y por qué.
Porque en Living things hay de todo, empezando por la genial Lost in the echo, que recicla todo lo aprendido en sus dos primeros discos (Shinoda rapea, Bennington grita, la guitarra machaca y el omnipresente sampler le da vida) para dar a luz a un trallazo digno merecedor de su primer puesto.
Después llega la increíble In my remains, con ecos de ese rock épico y directo a la patata de Minutes to midnight, pero aumentando más si cabe el nivel de epicidad y emoción. Tremebunda.
Los dos adelantos van seguidos y después, llega I'll be gone, un nuevo tema con el espíritu guitarrero de su tercer álbum, pero con algo menos de gancho. Se supone que aquí colabora el violinista canadiense Owen Pollet, pero aún estoy buscando los arreglos de cuerda. Hasta ahora todo muy habitual, pero llega el turno de Castle of glass y la primera sorpresa. ¿Folk? Pero nada de folk al uso, folk a lo Linkin Park, con una base electrónica y algún pitido de vez en cuando, pero folk al fin y al cabo. Es como si... Bah, mejor lo escucháis.
De nuevo la locura con Victimized y su ambiente de industria siderúrgica, con Bennington dejándose la garganta, Bourdon las muñecas y la guitarra afilada de Brad Delson tejiendo en la sombra. Una pena que dure apenas dos minutos.
Roads untraveled es el baladón de turno. Precioso el efecto de las campanas, que le confiere un aura navideña. Un tema lento pero bonito, que sabe conjugar a la perfección los momentos dulces con aquellos en los que se requiere mayor energía. La dupla compuesta por Skin to bone y Until it breaks supone un punto y coma muy marcado en el disco, que se prepara para afrontar su recta final. La primera improvisa sobre una base de puro rap gangsta un tema agridulce, donde Shinoda y Bennington entrelazan sus voces hasta crear un tema de contrastes que causa adicción. Por su parte la segunda apesta a old school del mismísimo Bronx, y es que el bueno de Mike ha metido la zarpa hasta el fondo y se marca unos versos que me hacen rememorar cuando tenía quince años y estos tíos llegaron a mi vida. Luego llega el estribillo para descolocarte, un poco más de barrios bajos y un final que no pinta un pijo (y menos con Brad Delson cantando) y anuncia el descenso en picado del nivel.
Porque la desilusión que me he llevado con Tinfoil no me la quita nadie. Un tema íntegramente instrumental que prometía emular a aquellas joyas como eran Session o Cure for the itch se queda en poco más de un minuto de una base sin scratches y que sí, que ambienta como nada, pero que aburre hasta a las piedras. Y desde luego Powerless no te despeja. De nuevo un tema lento con aires de balada que aunque lo intenta, no pasa de descafeinado. He de reconocer que en sucesivas escuchas no me ha parecido tan mala y probablemente si se encontrara a mitad de disco me molaría. Pero prefería algo más cañero para cerrar, al menos para que se te quede buen sabor de boca. Pero ya sabéis que nunca llueve al gusto de todos.

Comentarios
El disco no lo escucharé, no quiero que me de una arcada. Eso sí, manda cojones que salgas de tu letargo para hablar de esta ex banda de música -si es que alguna vez fue una banda de música-.
¡Ale, a pastar! Y lo repito: ¡Qué ataque tan gratuito hacia mi persona!
Un saludo.
Sabes que yo tb soy de esos que saquen lo que saquen me gusta y lo compro ademas con mucho gusto, siempre sere fan de linkin park hasta que la muerte nos separe. No quiero escucharlo por aqui esperare a que me llegue el mio nuevecico y lo escchare tranquilamente como se merece. Ale un besico en la cuca alma de cantaro.
De puta madre el camino por donde va esta banda. No he escuchado nada del disco, solo el Burn It Down cuando lo mostraron por nuestra querida MTV. Cuando lo escuche pense ¿Qué coño les esta pasando a estos tipos?
Tenian lo necesario para ser numeros uno por todas partes pero tuvieron que regar con el disquesito ese de mil soles y ahora con esto. Creo que preferiria escuchar Slipflow (Nunca he soportado a estos)
Pero no seamos tan duros con Linkin Park. Grandes bandas como Los Stones, Led Zeppelin, The Who y...ehh...Metallica, la cagaron varias veces.
Bye, ladies.
Linkin Park desde que se cayeron de la cama y decidieron colaborar con Jay-Z perdieron cualquier respecto que pudieran merecer, aunque he de decir que "In the end" me gusta.
PD. ¿¿Led Zeppelin???
(No soy muy de Metallica pero igualmente están para el arrastre ya)
Por otro lado, felíz de volver por aquí y de pasadita agradecerte el detalle de pasar por mi blog y felicitarme por mi cumple... fue lindo tenerte por ahí.
Así que te dejo un cálido abrazote y muchos cariños desde Perú!
Ea dicho lo cual, no matarse a manuelas, que con el veranito se altera todo