Pues aquí estamos, una semana más, con nuestro Por amor a la música. La elección de esta semana corría a cargo de Chals y, como es un cabrón de mucho cuidado, ha elegido Chile como país anfitrión. Porque ¿quién no conoce al menos doce o trece grupos chilenos? (nótese el sarcasmo).
Pero bueno, hemos venido aquí a jugar y no vamos a rajarnos a las primeras de cambio porque el reto sea más difícil. De manera que lo primero que he hecho nada más leer su post ha sido meterme en ese gigantesco almacén del conocimiento humano tanto útil como inútil que es Wikipedia, a buscar alguna banda de tan estrecha nación que me llamara la atención. Como os podéis imaginar, la mayor parte de la información que aquí se encuentra proviene de dicha página y de un documental la mar de majo que he encontrado por ahí.
Y así es como he dado con Supersordo, un grupo fundado en la capital chilena en el año 1991 y que mantuvo sus actividades hasta 1997. Densos y atípicos, casi desde el primer momento tuvieron claro que no querían hacer canciones que sonasen a nada. Claudio Rodríguez, Rodrigo Katafú Rozas, Miguel Ángel Comegato Montenegro y Jorge Cortés formaban un eje del mal que tenía el ruido como mejor aliado y así, mezclando con acierto el punk, el post-hardcore y otros estilos como el post-rock y el metal (no en vano Rodríguez, Rozas y Montenegro venían de tocar thrash metal en otras bandas), se conviertieron en un sólido exponente del rock experimental de su década.
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You came to the wrong neighbourhood, weón. |
En un Chile recién salido de la dictadura como aquel que dice, pues Pinochet dejó el cargo en 1990 y todos sabemos que hasta que no ha muerto el perro (e incluso mucho después) no se ha acabado la rabia, Supersordo lanzarían su primer larga duración en 1992, Supersórdido. Como buenos espíritus libres, tanto este disco como su predecesor, Tzzzzzzzzt, serían publicados de manera independiente. El exceso y la improvisación formaban formaban parte intrínseca de la banda y eso quedaba plasmado en sus directos, cuando la intensidad se transformaba casi en violencia y donde el público traspasaba los límites y se desahogaba en algunos casos con cadenas y navajazos.
Musicalmente, como os podéis imaginar, son una auténtica locura. Los riffs pesados y corrosivos, las líneas de bajo punzantes, los cambios de ritmo frenéticos y muy marcados con una batería que parece querer pasar desapercibida y la voz cruda y descuidada que recita una serie de historias nihilistas a cada cuál más radical, como el fin de los tiempos o la angustia de una familia rota. La saturación lo cubre todo como un espeso manto grisáceo e intermitente, y la agresividad se palpa en cada nota machacada del bajo, en cada baquetazo y en cada cuchillada de la guitarra.
El ambiente sucio y urgente de la grabación impregna los trece cortes, convirtiendo todos y cada uno en tan desesperantes como imprecindibles. Pero si tengo que destacar unas cuantas, me quedo con la el apocalipsis nuclear instrumental de Represión espacial, la oscura y desquiciada Mi padre, la más melódica Inocente, la pesimista y combativa Come, trabaja, duerme o la contundente Ismo.
Comentarios
Bien investigado.
Y suscribo la cabronazonería chalsiana, ya visto que no soy el primero que se lo llama.
Enhorabuena, por descontado. El documental pinta fabuloso, también.
PD - Dejo anotado aquí que debo mirar cuántas opciones presenta la wiki del país al que he echado un vistazo...
Densidad, adrenalina y atmósferas. Sus conciertos no debieron pasar desapercibidos para nadie!!.
Muy buena tu frase " banda de tan estrecha nación que me llamara la atención"!Métete a rapero!!!!Ya veras si uno elige Afghanistan!!!!
A+