
Los de Orlando (como el tomate, jajejijoju) se presentaron hace diez años con un Ember to Inferno que pasó algo desparecido para el público pero que encandiló a la crítica y supuso su fichaje por Roadrunner. Dos años después pegaban un pelotazo monumental con Ascendancy (su álbum más celebrado junto al más cercano en el tiempo Shogun) y la culpa la tenían en gran parte una serie de himnos que parecían hacer más hincapié en el "metal" que en el "core" lo que agradó de sobremanera a buena parte del público, que veía por fin como una banda medianamente promocionaba no tenía vergüenza de reconocer sus raíces más heavys, dejando un poco de lado el sonido metalcore más convencional.
El paso de los años ha convertido a Trivium en uno de los referentes del metal moderno gracias a ese espíritu clásico que subyace de sus melodías y a pesar de la sobreproducción a la que han sometido a sus últimas referencias, si bien es cierto que han perdido mucho fuelle. Pero oye, mientras nos queden temas como Dying in your arms, heredero natural del heavy metal más romántico, que nos quiten lo headbangeado.
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