
Los tenía en un pedestal, para qué nos vamos a engañar. Por eso el lanzamiento de Unia en 2007 me dejó algo... decepcionado, diría yo. Probablemente (bueno, lo más seguro) la razón era puramente sugestiva. El quinto álbum de estudio de los fineses sigue idénticas líneas estilísticas que sus antecesores: la afectada voz de Tony Kakko, la batería cabalgante y el desparrame creativo de Henrik Klingenberg en los teclados. Esto último siempre ha sido mi debilidad.
Quizás por eso cuando entre el tracklist apareció la intro de Caleb, tan amarga y virtuosa y después ese riff pesado rompiendo la armonía vi la luz al final del túnel. Una historia oscura sobre un padre hastiado de todo, una madre vengativa y un hijo que, sin quererlo, acabará convertido en el vivo retrato de su progenitor. Desgarradora y artificiosa a partes iguales, os digo que simplemente merece ser elevado a la categoría de temazo, aunque sólo sea por el primer minuto.
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