¡Hola hamijuitos! Sí, efectivamente, he vuelto. Sé que no me echábais de menos pero aquí estoy, dispuesto a relataros (intentaré no extenderme innecesariamente) el que empiezo a considerar seriamente el mejor recuerdo de mi corta vida.
Hace cosa de unos meses y ante un cartel que nos volvía locos, un servidor, mi señora novia y un par de colegas decidimos que íbamos a echarle un par de cojones (u ovarios según el caso) y pondríamos rumbo al Sonisphere de Ímola pasase lo que pasase. Y ostias si ha pasado.
El primer mazazo nos llegó el miércoles en forma de horarios: la organización lamentaba comunicarnos (ejem, ejem) que finalmente sólo habría un escenario. ¿Las consecuencias? Seis grupos, entre ellos Buckcherry y Skindred, a los que me moría por ver, se quedaban fuera del cartel; y además, los conciertos se repartían durante todo el día (es decir, el primero sobre las diez de la mañana y de ahí hasta las doce).
Pero no se no iba a joder la fiesta tan pronto. Así que el jueves nos subimos a un avión con destino Bergamo. De no ser porque en el albergue dónde íbamos a pasar la noche eran más majos que las pesetas y nos mandaron a un italiano (que conducía el cabrón como si llevase un coche de rally) a buscarnos al aeropuerto para llevarnos hasta allí, creo que aún estaríamos esperando a que apareciese un taxi. Si algún día queréis ir a la ciudad, os recomiendo encarecidamente el Nuovo Ostello di Bergamo: el paisaje es espectacular y las instalaciones, por menos de 20€ por cabeza, son una gozada.
Menos mal que dormimos bien, porque a la mañana siguiente nos pegaron otro mazazo. Resulta que no hay trenes directos Bergamo-Ímola, así que tuvimos que tragarnos dos viajes en cercanías (Bergamo-Milán y Bolonia-Ímola), que para el que haya estado en Italia sabrá que son un auténtico infierno, y luego un baratísimo (sí, estoy de coña) alta velocidad que unía Milán con Bolonia. Un pastizal, vamos.
Pero bueno, llegamos sanos, salvos y con tiempo de sobra para montar las tiendas de campaña, comprar y pegarnos una merecida ducha. Por cierto que, aunque como podéis leer estaba prohibida la entrada a canis (xD) no he visto más tíos descamisados y más gafas Carrera en mi puñetera vida.
Y con esto llegamos al sábado y entramos de lleno en el festival.
A Rise to Remain, los primeros en actuar, les dieron un poco por saco porque nos quedaban un par de cosas por comprar. Se nos hizo un poco tarde y llegamos casi al final de Architects, cuando Sam Carter consiguió que el considerable público que tenían para ser casi desconocidos y ser las diez y media de la mañana, hicieran un wall of death.
Los siguientes fueron Escape the Fate. Los chicos de Las Vegas tuvieron el valor de no cascarse ni una sola canción lenta, lo que se agradeció enormemente, pues yo todavía tenía algunas legañas pululando por mis párpados y me despejó bastante. Aunque, para que voy a mentiros, el público se mostró muy frío y alguno incluso llegó a pasarse de imbécil. A ver, que en parte es normal. Si metes a un grupo como éste en un festival dónde el cabeza de cartel es Iron Maiden, pues siempre habrá algún tonto que se dedique a gritar, sea el grupo que sea y sea la hora que sea, que salgan los Maiden. Lo que me parece una falta de respeto no sólo para el grupo sino para todos los que están viéndolos, es lo que hicieron varios de los bambinos que teníamos alrededor, que no fue otra cosa que levantarles los dedos corazón al grupo, como diciendo "soy tan duro que a mi todo lo que no sean los Maiden me parece una puta mierda". Pero en fin, yo lo disfruté.
Tras el parón reglamentario para el material llegó el turno de Bring Me the Horizon. Oliver Sykes trató con más o menos éxito de animar al personal, incitándolos a moverse, a saltar, y a hacer el animal. Yo por mi parte, acabé el concierto afónico (en algunas canciones, me daba la sensación de estar cantando yo sólo entre el público). La única pega es que no tocaron Crucify me, que habría sido un buen revulsivo contra el sopor del público en general.
Era el momento de Apocalyptica. La gente que los había visto ya me decía que era un directo genial. Se quedaron muy cortos. Abrir con Master of puppets y cerrar con Hail of the mountain king es demasiado grande. Me sorprendió mucho el vocalista que llevan para las giras que lo mismo te cantaba hard rock que se atrevía a lanzar guturales como una bestia parda. También me sorprendió lo jodidamente educados que son los finlandeses. Momento álgido cuando, tras emocionarnos a todos con Nothing else matters, se tocaron el principio de Il canto degli italiani y los susodichos se pusieron a cantar su himno a grito pelado.
Eran poco más de las cuatro cuando Rob Zombie salía al escenario con una puta gabardina de cuero. Para haberlo sacado de su hábitat natural (demasiada luz, decía, a mi me gusta la noche) el concierto fue magnífico, con mucha afluencia y todos coreando los temas y bailando como si estuviésemos en un after, con un John 5 pletórico y con el señor Cummings dándolo todo.
Llevaba mucho tiempo queriendo ver a Papa Roach. Son uno de los grupos con los que empecé y a esos siempre se les tiene cariño. A pesar de estar sudando como un puto cerdo (habíamos pasado hacía muy poco rato las cinco) Jacoby Shaddix y su banda se entregaron al máximo, repasando temazos uno tras otro y transmitiendo muy buen rollo.
No tengo nada en contra Motörhead, de verdad. Pero no me gustan. Admiro mucho a Lemmy, porque hay que tener los huevos muy gordos para llevar tantísimos años en la brecha y seguir llenando. Amén de que Phil Campbell y Mikkey Dee son unos monstruos. Pero no puedo evitarlo, no me gustan. Así que les presté poca atención. Nos sentamos a tomar un granizado y, bueno, Ace of spades si que la canté, pero porque joder, es un clásico. Ahora que lo pienso, debió joderles bastante tocar antes que el siguiente grupo.
Porque el sol se escondió por fin tras los árboles y cuando Slipknot se plantó en el escenario ya podíamos respirar sin dificultad. Amparados por esa sombra benigna, los de Iowa descargaron toda su brutalidad. Puesto que la gira que llevan es una especie de homenaje a los diez años que cumplió su disco homónimo, así como a la memoria del fallecido Paul Gray, los muchachotes tocaron ataviados con sus clásicos monos naranja butanero y algunos recuperaron sus viejas máscaras. Y por supuesto, se tocaron unos cuantos temas de su álbum debut. El resultado fue un concierto cafre a más no poder que hizo las delicias de los asistentes. Tengo que reconocer que me gustó más la primera vez que los vi, por los temas que tocaron y tal, pero escuchar Eyeless en directo compensa cualquier cosa.
Es curioso lo de Iron Maiden. Creo que nunca había visto en un concierto gente de tantas edades distintas. Desde señores que pasaban de los sesenta con creces, hasta chavalines de doce años acompañados por sus padres, todos deseando que se iluminasen las estrellas de ese fondo tan sideral que se ha cascado la doncella para el Final Frontier World Tour. Yo también los esperaba ansioso. No es que sea un gran fan de Maiden, pero me parecen un grupazo y Steve Harris totalmente inhumano. Además hace unos años una tormenta veraniega me jodió el verlos en directo. Así que era hora de resarcirse. Huimos de la muchedumbre y nos pusimos bien anchos para disfrutar del concierto. Y eso de que los viejos rockeros nunca mueren es totalmente cierto. Hay que ver que para la edad que tienen los hijos de puta como se mueven en el escenario. Como Dickinson vive cada canción. Como Gers pega saltitos con la guitarra. Es simplemente genial. Me quedo con dos momentos del concierto, aunque como os digo, pocas cosas como ese directo voy a ver en mi vida. El primero, un momento emotivo de Bruce antes de Blood brothers, en el que un poco resumió lo que os comentaba antes de lo variopinto de los seguidores de la banda.Os dejo con una transcripción casi literal (tengo muy buena memoria para esta clase de tonterías): Cause we are the Maiden family. And it doesn't matter if you are christian, muslim, hindu, jewish or jedi. If you are yellow, white, black or purple. If you are male, female or something in the middle. A cat, a dog... don't give a shit. We are blood brothers! Casi se me saltan las lágrimas, copón.
El segundo fue el momento que llevaba esperando años. El momento en el que, junto al resto del público, pude corear a grito pelado el sólo de Fear of the dark. Los pelos de punta.
Cuando los ingleses se retiraron a su merecido descanso, nosotros hicimos lo propio tras hincharnos a embutido, porque el día había sido muy duro y el domingo prometía.
Con un dolor de cuello que no se lo deseo ni a mi peor enemigo y un calor de tres pares de narices me levanté el domingo. Juro por lo más sagrado que intenté todo lo posible por acudir al concierto de Rival Sons. Pero necesitaba una ducha urgentemente y se nos echó el tiempo encima. No obstante, se escuchaba bastante bien desde el camping y pude disfrutar de esa joya que es Torture, mientras me preparaba para entrar.
Los seguirían Kids in Glass Houses que por si no los habéis oído, son lo más soso que he escuchado nunca. De manera que aprovechamos para darnos una vuelta por los puestos de merchandising y tal. No me compré nada, estas cosas suelen ser demasiado caras y los diseños algo descafeinados.
Llegó el mediodía y The Damned Things salieron al escenario, a regalarnos un poquito de su rock metal. Fue un concierto muy entretenido, con el único detalle remarcable de la ausencia de Scott Ian (que supongo que tendría compromisos con Anthrax). Por su parte, el batería Andy Hurley (ex-Fall Out Boy) necesitó que le sujetaran la batería con cinta aislante y un par de tíos porque los baquetazos que pegaba estuvieron a punto de desmontar el instrumento.
Los siguientes en salir serían The Dwarves. Con sólo dos canciones ya nos dimos cuenta que ese rollo de punk hardcore old school que se llevaban no lo íbamos a aguantar, y menos con la que estaba cayendo a esa hora, así que, puesto que ya habíamos decidido que a Funeral for a Friend (ese grupazo) los iba a ver Rita, nos retiramos a comer y recuperar fuerzas.
Llegamos poco antes de los muchachos de Kyuss Lives! se subieran al escenario. He de reconocer que no le presté demasiada atención al concierto. Kyuss están bien para un par de temas, como son por ejemplo Thumb o Gardenia. Pero a las tres de la tarde es soporífero a más no poder. Por cierto que John García está de un buen año que asusta.
Guano Apes fueron los siguientes en actuar y este concierto si que me animó. Sandra Násic y sus muchachos siempre me han gustado, y me pareció una auténtica sorpresa ver hace poco que habían sacado nuevo disco y que se embarcaban en una gira, puesto que yo ya los daba por separados definitivamente. Tras una buena tanda de temazos clásicos y un par de nuevas canciones que personalmente me encantan, se despidieron de nosotros no sin antes repartir todas las existencias de agua que la organización les había dado entre el sofocado público.
Llegaba el turno de The Cult y decidimos hacer un poco de sitio a los verdaderos fans y sentarnos a la sombra para disfrutarlos un poco más. Al igual que los Maiden, Ian Atsbury, su pelazo y los suyos demostraron que los años son lo de menos y se recrearon en un concierto que, para haber escuchado el grupo lo justo y necesario, me encantó. Un Atsbury muy entregado, que insistió a la organización que la gente necesitaba agua y que con unos 10.000 litros serían suficientes, subió al escenario a John García para que se cantasen juntos Love removal machine y así cerraron el concierto.
Había llegado el momento de darlo todo. Cogimos un sitio más que decente (a unos veinte metro o incluso menos del escenario) y nos preparamos para cinco horas sin movernos de allí, porque lo que quedaba de festival era ya todo cuesta abajo.
Con los acordes de Slip to the void salieron a tocar los Alter Brigde y estallaron con una violencia que sacudió al público entero. Se sucedían los sólos de guitarra, los ritmos machacones, esos estribillos cargados de emoción y energía... Una bestialidad, no puedo deciros nada más. Momento espectacular el del duelo de guitarras entre Kennedy y Tremonti, que a cada improvisación nos dejaban la boca aún más abierta.
No tenía muchas ganas de ver a Sum 41. Es uno de esos grupos que hace años me fascinaban pero que a día de hoy ya no me dicen lo mismo. Pero el directo fue muy bueno, se mostraron muy cercanos al público y demostraron con un popurrí que tras esa fachada de niños rebeldes, los cabrones han mamado metal. Aunque desoyeron mi petición de tocar un poco de Fucking hostile (digo desoyeron porque tuvieron que oírme, creo que en mi vida había gritado con un silencio tan inoportuno).
My Chemical Romance puso la nota amarga de la noche. Antes de que os tiréis al cuello, voy a explicar por qué. Del concierto y de la banda no tengo ninguna queja. Me gustan, no os voy a mentir. El setlist fue más o menos el esperado, con un par de sorpresas muy agradables y he de reconocer que en directo ganan muchísimo (llevan un teclista bastante pasable que ambienta los temas como nadie). El problema es que, quince minutos antes de que el concierto acabase según el programa, se marcharon apenas sin despedirse. No dejaron el concierto a medias ni nada, ya habían tocado los temas obligados. Digo yo que llevarían prisa. De hecho el lunes tocaron en Viena. Bueno, da igual, simplemente fue eso.
Y así llegamos al final, al clímax de todo el festival, a un momento que me estaba temiendo que no viviría nunca. Como todos sabéis, Linkin Park son probablemente mi banda favorita. Los de ayer y los de hoy. Tenía un poco de miedo, esperaba que no me decepcionasen. Por suerte, no lo hicieron.
Ha sido la hora y media más intensa de toda mi vida, un tema tras otro, con el único respiro que daban algunos interludios e Iridiscent, que fue la única balada y con la que a más de uno se le saltaron las lágrimas. Se sacaron de la manga un par de temas totalmente inesperados, como From the inside y Given up y por supuesto no dejaron de repasar todos sus grandes éxitos. El público estaba pletórico y yo ya estaba cerca de alcanzar el nirvana. Resumiendo, lo gocé como no está escrito.
Quiero hacer un pequeño apunte antes de finalizar el resumen y es precisamente sobre Linkin Park. Mi compañero Alex siempre dice que pertenecen a ese conjunto de grupos sobreproducidos en estudio y que luego en directo no deben sonar igual. No voy a negar que quizás no estén sobreproducidos, pero puedo aseguraros, que todo lo que suena en el disco, lo tocan (insisto, tocan, no reproducen) en el directo: los samplers, los scratches, los teclados, las voces con megáfono...
Bueno, sé que había prometido no extenderme mucho, pero no puedo evitarlo, todavía estoy emocionado. El lunes nos costó levantarnos (y con la gracia casi perdemos el primer tren, lo que habría desembocado en perder el avión) pero como podéis comprobar, estamos aquí. Aunque por mí, el festival podría haber durado semanas.
La próxima entrada será más interesante. Que os den por culo amigos, y un abrazo bien fuerte.
PD: las fotos están sacadas de la página oficial del festival, no os penséis que soy tan buen fotógrafo. Además no he puesto vídeos porque no he encontrado nada con una calidad decente. Pero si os interesa, en YouTube hay unos cuantos vídeos del público.
El segundo fue el momento que llevaba esperando años. El momento en el que, junto al resto del público, pude corear a grito pelado el sólo de Fear of the dark. Los pelos de punta.
Cuando los ingleses se retiraron a su merecido descanso, nosotros hicimos lo propio tras hincharnos a embutido, porque el día había sido muy duro y el domingo prometía.
Con un dolor de cuello que no se lo deseo ni a mi peor enemigo y un calor de tres pares de narices me levanté el domingo. Juro por lo más sagrado que intenté todo lo posible por acudir al concierto de Rival Sons. Pero necesitaba una ducha urgentemente y se nos echó el tiempo encima. No obstante, se escuchaba bastante bien desde el camping y pude disfrutar de esa joya que es Torture, mientras me preparaba para entrar.
Los seguirían Kids in Glass Houses que por si no los habéis oído, son lo más soso que he escuchado nunca. De manera que aprovechamos para darnos una vuelta por los puestos de merchandising y tal. No me compré nada, estas cosas suelen ser demasiado caras y los diseños algo descafeinados.
Llegó el mediodía y The Damned Things salieron al escenario, a regalarnos un poquito de su rock metal. Fue un concierto muy entretenido, con el único detalle remarcable de la ausencia de Scott Ian (que supongo que tendría compromisos con Anthrax). Por su parte, el batería Andy Hurley (ex-Fall Out Boy) necesitó que le sujetaran la batería con cinta aislante y un par de tíos porque los baquetazos que pegaba estuvieron a punto de desmontar el instrumento.
Los siguientes en salir serían The Dwarves. Con sólo dos canciones ya nos dimos cuenta que ese rollo de punk hardcore old school que se llevaban no lo íbamos a aguantar, y menos con la que estaba cayendo a esa hora, así que, puesto que ya habíamos decidido que a Funeral for a Friend (ese grupazo) los iba a ver Rita, nos retiramos a comer y recuperar fuerzas.
Llegamos poco antes de los muchachos de Kyuss Lives! se subieran al escenario. He de reconocer que no le presté demasiada atención al concierto. Kyuss están bien para un par de temas, como son por ejemplo Thumb o Gardenia. Pero a las tres de la tarde es soporífero a más no poder. Por cierto que John García está de un buen año que asusta.
Guano Apes fueron los siguientes en actuar y este concierto si que me animó. Sandra Násic y sus muchachos siempre me han gustado, y me pareció una auténtica sorpresa ver hace poco que habían sacado nuevo disco y que se embarcaban en una gira, puesto que yo ya los daba por separados definitivamente. Tras una buena tanda de temazos clásicos y un par de nuevas canciones que personalmente me encantan, se despidieron de nosotros no sin antes repartir todas las existencias de agua que la organización les había dado entre el sofocado público.
Llegaba el turno de The Cult y decidimos hacer un poco de sitio a los verdaderos fans y sentarnos a la sombra para disfrutarlos un poco más. Al igual que los Maiden, Ian Atsbury, su pelazo y los suyos demostraron que los años son lo de menos y se recrearon en un concierto que, para haber escuchado el grupo lo justo y necesario, me encantó. Un Atsbury muy entregado, que insistió a la organización que la gente necesitaba agua y que con unos 10.000 litros serían suficientes, subió al escenario a John García para que se cantasen juntos Love removal machine y así cerraron el concierto.
Había llegado el momento de darlo todo. Cogimos un sitio más que decente (a unos veinte metro o incluso menos del escenario) y nos preparamos para cinco horas sin movernos de allí, porque lo que quedaba de festival era ya todo cuesta abajo.
Con los acordes de Slip to the void salieron a tocar los Alter Brigde y estallaron con una violencia que sacudió al público entero. Se sucedían los sólos de guitarra, los ritmos machacones, esos estribillos cargados de emoción y energía... Una bestialidad, no puedo deciros nada más. Momento espectacular el del duelo de guitarras entre Kennedy y Tremonti, que a cada improvisación nos dejaban la boca aún más abierta.
No tenía muchas ganas de ver a Sum 41. Es uno de esos grupos que hace años me fascinaban pero que a día de hoy ya no me dicen lo mismo. Pero el directo fue muy bueno, se mostraron muy cercanos al público y demostraron con un popurrí que tras esa fachada de niños rebeldes, los cabrones han mamado metal. Aunque desoyeron mi petición de tocar un poco de Fucking hostile (digo desoyeron porque tuvieron que oírme, creo que en mi vida había gritado con un silencio tan inoportuno).
My Chemical Romance puso la nota amarga de la noche. Antes de que os tiréis al cuello, voy a explicar por qué. Del concierto y de la banda no tengo ninguna queja. Me gustan, no os voy a mentir. El setlist fue más o menos el esperado, con un par de sorpresas muy agradables y he de reconocer que en directo ganan muchísimo (llevan un teclista bastante pasable que ambienta los temas como nadie). El problema es que, quince minutos antes de que el concierto acabase según el programa, se marcharon apenas sin despedirse. No dejaron el concierto a medias ni nada, ya habían tocado los temas obligados. Digo yo que llevarían prisa. De hecho el lunes tocaron en Viena. Bueno, da igual, simplemente fue eso.
Y así llegamos al final, al clímax de todo el festival, a un momento que me estaba temiendo que no viviría nunca. Como todos sabéis, Linkin Park son probablemente mi banda favorita. Los de ayer y los de hoy. Tenía un poco de miedo, esperaba que no me decepcionasen. Por suerte, no lo hicieron.
Ha sido la hora y media más intensa de toda mi vida, un tema tras otro, con el único respiro que daban algunos interludios e Iridiscent, que fue la única balada y con la que a más de uno se le saltaron las lágrimas. Se sacaron de la manga un par de temas totalmente inesperados, como From the inside y Given up y por supuesto no dejaron de repasar todos sus grandes éxitos. El público estaba pletórico y yo ya estaba cerca de alcanzar el nirvana. Resumiendo, lo gocé como no está escrito.
Quiero hacer un pequeño apunte antes de finalizar el resumen y es precisamente sobre Linkin Park. Mi compañero Alex siempre dice que pertenecen a ese conjunto de grupos sobreproducidos en estudio y que luego en directo no deben sonar igual. No voy a negar que quizás no estén sobreproducidos, pero puedo aseguraros, que todo lo que suena en el disco, lo tocan (insisto, tocan, no reproducen) en el directo: los samplers, los scratches, los teclados, las voces con megáfono...
Bueno, sé que había prometido no extenderme mucho, pero no puedo evitarlo, todavía estoy emocionado. El lunes nos costó levantarnos (y con la gracia casi perdemos el primer tren, lo que habría desembocado en perder el avión) pero como podéis comprobar, estamos aquí. Aunque por mí, el festival podría haber durado semanas.
La próxima entrada será más interesante. Que os den por culo amigos, y un abrazo bien fuerte.
PD: las fotos están sacadas de la página oficial del festival, no os penséis que soy tan buen fotógrafo. Además no he puesto vídeos porque no he encontrado nada con una calidad decente. Pero si os interesa, en YouTube hay unos cuantos vídeos del público.