20 de abril de 2011

Americana | Estereotipo generacional


No puedo evitarlo, cada vez que escucho Pretty fly (for a white guy), se me viene a la cabeza American Pie. ¿Alguna escena en particular? No realmente. Es más el conjunto de la película y lo que representa.

Cuando se estrenó American Pie, la primera, un servidor tenía sólo diez años y, como comprenderéis, no la vi en el cine. Ni siquiera cuando salió a la venta en VHS (¡uvehacheeses! madre mía) unos meses más tarde. Mis padres pertenecen a ese grupo de progenitores tachados de algo carcas porque no dejan a su hijo, que acaba de estrenar la decena, ver una película dónde el plato principal es un chaval metiendole el nardo a una tarta de mazana caliente. Yo era el primero que se quejaba de ellos cuando la mayoría de mis amigos se tronchaban de la risa con las aventuras de Steve Stifler y compañía, pero mirándolo con perspectiva, tenían toda la razón. Ojo, no digo que los demás fuesen malos padres, sólo que me he dado cuenta que los míos no eran tan rancios como a mí me parecía.


El caso es que unos años más tarde, una noche de verano de éstas que el tedio te puede y enciendes la tele, me topé por casualidad con la segunda parte de dicha película. Amén de que sólo me reí con el 5% de las gracias que hacían, lo que me llamó poderosamente la atención fue la banda sonora: Sum 41, blink-182, Green Day, The Offspring, Weezer, Third Eye Blind...

Y diréis, ¿y esa banda sonora merece la pena? Hombre, pues si le quitas a los Green Day, que nunca me han dicho nada y que cada día me dan más asco, tampoco está mal. De todas formas, tened en cuenta que la calidad de la película en el resto de facetas es tirando a horrible, así que si hay que quedarse con algo, me quedo con la música.

Americana fue el primer disco que escuché de la banda californiana. Aunque se publicó en 1998, no sería hasta unos años después, cuando me encontraba en plena efervescencia rockera y hormonal (algún día os hablaré de mi época negra, musicalmente hablando, en el que mi mayor aspiración pasaba por ver a los muchachos de Operación Triunfo en concierto) y mi primera incursión en el punk rock americano, tan criticado como admirado arround the world.


Personalmente hablando, creo que a nivel de punk mainstream, The Offspring es de los pocos grupos que se salvan. No es que sean unos músicos del copón y que sus letras induzcan a reflexionar sobre el superhombre de Nietsche, pero al menos, han sabido mantener el nivel de su música y de su estilo hasta la actualidad (si no habéis escuchado Rise and fall, grace and rage os lo recomiendo, a mí me sorprendió gratamente) evitando, al menos lo que yo tengo entendido, esa actitud de malotes de la que adolecen la mayoría de los grupos en este estilo.
Además de que, individualmente tienen cosas cojonudas. Dexter Holland tiene una voz tremenda, que sabe transmitir tanto agresividad como emoción, Noodles es un buen guitarrista (que no antológico, pero sí bueno), Greg K. cumple de sobra las expectativas en el bajo y Atom Willard maneja la batería que da gusto. O al menos lo hacía antes de embarcarse con Tom DeLonge en ese experimento descafenido de rock progresivo que es Angels & Airwaves.

Tras la bienvenida de Loquendo, Have you ever supone un inicio demoledor, idóneo para un disco del que lo que menos te esperas es que toque la fibra sensible. Estribillo potente y ritmo trallero. ¿Para qué quieres más? La misma tónica sigue Staring at the sun, con un Atom Willard increíble.

Y llega el tema offspringiano por antonomasia. ¿Quién no ha cantado alguna vez Pretty fly (for a white guy)? ¿Quién no ha contado con los dedos mientras lo hacía la canción? ¿Quién no se ha apretado el paquete para alcanzar el tono de ese ¡aha!¡aha!? Bueno, esto igual no. Pero ¿quién no ha visto el puñetero videoclip del flipao del descapotable? Éxito comercial a parte, a mí el tema me encanta. Quizás sea porque me trae muy buenos recuerdo, o porque me gusta esa manera descarada de meterse con el estereotipo generacional de sus bandas coetáneas, pero me encanta.
Otra que también tuvo su eco, fue The kids aren't allright, que en este caso trasciende el hecho de haber pertenecido a la banda sonora de The faculty (otro peliculón) es un temazo. De nuevo un ritmo imparable y un estribillo para la posteridad.

Con Feelings, versión de una balada de Morris Albert que no me extrañaría escuchar algún día en una de las tandas de canciones moñas de Kiss FM. Holland se aprovecha de lo emotivo de la original, para transformarla en un tema desfasado a más no poder, con una guitarra bestial. Luego está She's got issues, que si no fuera por la línea de bajo y porque Willard reinventa un poco el ritmo básico de la batería, no vale una mierda. Para contrarrestar, se sacan de la manga Walla walla que huele a pogo por todos los lados y que tiene los ya clásicos coros de los grupos punkarras.
The end of the line es de esas canciones que no tienen éxito, pero que a mí me fascinan. The Offspring suele tener una o dos de estas en todos los discos, y sinceramente se agradecen. El riff se sale un poco de lo común y Greg K. la lía mucho con las cuatro cuerdas.

Otro tema punkie a más no poder, No brakes. A estas alturas del disco llega a resultar un poco cansina, pero tampoco está del todo mal, sobretodo porque una vez más, Greg y Willard crean un ritmo a lo Motörhead que Holland adereza con su peculiar voz.
Con Why don't you get a job y su ritmo caribeño nos acercamos al final. Los arreglos de trompeta y las marimbas se te meten en el cuerpo y te impulsan a mover la cabeza como si estuvises en un concierto de reggae.

El tema homónimo al disco, Americana, evoluciona su riff sabbathero de nuevo hacia la locura con un poco más de lo mismo, pero como el disco se te ha pasado en un suspiro, tampoco importa.
Pay the man cierra el disco en un auténtico ejercicio de imaginación. Tras una impresionante intro de Noodles con inspiración oriental, el tema se vuelve pesado, manteniedo ese sabor a dunas y a bailarinas exóticas, con la voz de Holland casi susurrando y un bajo machacón y pausado. Así se mantiene hasta que el funk se mete hasta la cocina, y, mezclado soberbiamente con una guitarra acústica, la canción adquiere rabia y compromiso. Un broche de oro.

Como despedida, The Offspring nos ofrece una genial reinterpretación de Pretty fly (for a white guy) que nos transporta hasta las cantinas de la vecina (para ellos, por supuesto) méxico. Una frikada elegante, pues el arreglo de las cuerdas es genial, y muy divertida. Pero una frikada al fin y al cabo.

Muchas veces, la cruz que le cae a un grupo por tener éxito fuera de las fronteras del rock es injusta. También es verdad que muchos, viendo una clara oportunidad en ventas, no tienen problema en cambiar el chip para contentar a esa nueva masa de consumidores ocasionales. Sin embargo, The Offspring, al menos a mi manera de ver y como ya he dicho antes, no han caído en esa trampa. Sí, vale, el Splinter era muy flojo. Pero la inspiración no siempre acompaña.

Americana no pasará a los anales de la historia del rock, para eso ya está Smash, que como debut es un auténtico pepino. Pero sí ocupará un pequeño lugar en nuestros corazones (como multitud de discos y Torrebruno) como uno de esos discos que nos abrieron las puertas, que nos hicieron querer más. Que nos convirtieron en los hombres hechos, derechos e irresistiblemente atractivos que somos hoy.

Me voy, que la nave nodriza llama para recuento de exploradores pre-invasión. Creo que no debería haber dicho eso.
Ná, es igual. Que os den, y un abrazo.

12 de abril de 2011

Octavarium | Sinfonías matemáticamente perfectas


Bueno vale, el título igual es un poco exagerado. Pero tratándose de Dream Theater, no se me ocurría nada tan descriptivo.

Es maravilloso, si me permitís la palabra, como la naturaleza, el mundo, el universo en toda su majestuosidad, obedece ciegamente, al menos en gran parte, a leyes matemáticas. La gravedad, la genética, incluso la geometría de las flores puede explicarse con ecuaciones. Y por supuesto, la música.

La estrecha relación entre la música y los números va muchas veces más allá de el sonido emitido por la cuerda vibrante de una guitarra según el traste que presionemos. Los filósofos griegos ya flirteaban con la idea de que cada planeta, en su movimiento de traslación alrededor del sol, emitían cada uno una música distinta, y que todos juntos, creaban una prefecta sinfonía galáctica.

Teorías presocráticas a parte, el rock progresivo evolucionó desde los psicotrópicos años 60 hasta que, en el 1985 y muy influenciados por el emergente sonido del thrash metal, John Petrucci, John Myung y Mike Portnoy, creaban Dream Theater. Más tarde se unirían Jordan Rudess y James LaBrie, conformando la alineación que grabaría este disco.
John Myung, John Petrucci, James LaBrie, Jordan Rudess y Mike Portnoy. Total ná.

No es de extrañar, que siendo los cinco músicos precoces y, excepto LaBrie, educados en algunos de los mejores conservatorios americanos, la obsesión de Dream Theater por dotar a su música de un significado más profundo, más técnico e incluso matemático.

En 2005 se publicaba este Octavarium, octavo álbum de la banda. Ocho canciones, cada una en una clave particular representando una escala musical, sirviéndose de efectos de sonido en notas alteradas entre canciones escritas en claves de notas naturales. La gigantesca cuna de Newton de la portada, con ocho péndulos. La bola negra del billar. Un octagrama e incluso un tema con una duración múltiplo de ocho minutos. Vamos, que no se conformaron con un "por el culo te la embrocho", como habríamos hecho todos.
El concepto de ciclo, de flujo, está presente en todo el disco. La nota que abre el disco es la última que suena en la genial In the name of God, de su anterior disco Train of thought, así como la nota que cierra éste álbum.

La atmósfera sintética, rota con maestría por la batería de Portnoy nos introduce a The root of all evil (clave FA), dividida en dos partes muy claras que suponen la sexta y la séptima entrega de la Saga de los Doce Pasos, o lo que vendría a ser lo mismo, la suite (dilo conmigo Aitor, ssssssssuite) que el mismo Portnoy dedicó a los doce pasos que se proponen en Alcohólicos Anónimos para recuperarse de la addicción (adicción que el batería sufrió en sus carnes): Ready y Remove. No deja de ser una canción típica de Dream Theater: un riff metalero, James Labrie dejándose la garganta con los agudos en el estribillo y ciertos pasajes más progresivos (Jordan Ruddes se sale, como siempre).
Rudess siempre quiso ser como Nacho Cano... por eso se tiñó la perillá de blanco (toma chistaco).

The answer lies within (clave SOL), es una de las canciones más bonitas que he escuchado en mi vida. Un medio tiempo con una instrumentación soberbia. El melancólico ritmo del teclado marca el camino a seguir hasta un estribillo emocionante, que te enternece a la vez que te insufla vitalidad. Soy de la opinión de que estos tíos hacen unas baladas cojonudas (como Vacant o Goodnight kiss) y esta no iba a ser menos.

Con un rugido de guitarra, intermitente y distorsionado, como el de una bestia mecánica que despierta, comienza These walls (clave LA). Temazo imprecindible y asequible, en el que Portnoy descarga como una bestia en cada baquetazo y con un estribillo potente donde los haya.


Tic-tac-tic-tac-tic-tac... I walk beside you (clave SI) es probablemente el tema menos progresivo en la historia de la banda. Aquí la melancolía propia de los temas más ligeros se rompe con maestría con un ritmo alegre y fresco y con un puente que nos lleva al estribillo con muchas ganas.


Panic attack (clave DO) comienza con un John Myung arrollador, batallando con su bajo y explota en un tema demoledor, bestia, machacón y jodidamente progresivo.A destacar el solazo de guitarra que se marca Petrucci.
- ¡Grita más que no te oigo John! - ¡¿Qué ande has pescau ese bicho?!

Never enough (clave RE) es otro tema asquerosamente progresivo. Ruddess se convierte en el principal protagonista de este tema, y crea una perfecta sinfonía frenética en la que James LaBrie demuestra que tiene voz para algo más que para los estribillos más melódicos, alcanzando tonos insospechados. En algunos momentos ha llegado a recordarme a Muse, que por aquel año ya habían publicado sus dos principales referencias (Origin of symmetry y Absolution).

Sacrified sons (clave MI) evoluciona desde un ritmo lento y denso, de elegía, hasta un final épico, pasando por un pasaje instrumental en contraposición, mucho más experimental, elaborado y cañero. Tema dedicado a las casi tres mil personas que murieron en los atentados del 11 de septiembre.
Tío, bájate a ayudarme que se ha jodido el ascensor.


Y así llegamos al final. Pero, joder, que final. Octavarium (clave FA MAYOR) tiene veinticuatro minutos de puro metal progresivo que, voy a reconocerlo, cuesta mucho digerir, pero que una vez que le coges el gusto, es simplemente fascinante, una obra maestra de los detalles milimétricos y de las paranoias mentales.
La canción esta dividida en cinco partes que no es muy complicado diferenciar.
I. Someone like him: con una atmósfera tenue, que se derrite poco a poco sobre una lap guitar y el continuum de Rudess, es la perfecta introducción a esta sinfonía metálica. Etérea, como una banda sonora de ciencia ficción, estalla con epicidad para dar paso a una guitarra acústica y una flauta suave, en una melodía deliciosa que va creciendo hasta dar paso a...
II. Medicate (Awakening) vuelta de tuerca a la anterior, ahora en forma de balada potente, con un LaBrie exquisito. El slap de Myung y la batería de Portnoy crean una perfecta simbiosis en un ritmo casi jazzístico que se ve interrumpido de repente con...
III. Full circle es simplemente brutal. Para empezar, el solazo de teclado que se marca Rudess, que me parece de lo mejorcito del disco. Para seguir, la letra. Un auténtico homenaje no sólo al metal progresivo sino al rock en general. Referencias a Pink Floyd, The Who, Ramones, Rush, Genesis, Yes, The Doors, Queen, The Beatles y muchos más se entrelazan en los versos de este capítulo de Octavarium. Machacona, con Portnoy dirigiendo el cotarro con maestría y Petrucci y Myung creando un riff oscuro y thrashero que añade le añade una fuerza descomunal. Para terminar, guitarra y teclado, apoyados siempre por el doble bombo de la batería, se enlazan en un torrente musical progresivo a más no poder. Y de pronto...
IV. Intervals hace un repaso a todo el disco. Con varias frases dedicadas a varia canción, se pueden apreciar de fondo extractos de dichas piezas y una voz que va enumerando: Root, Second, Third, Fourth, Fifth, Sixth, Seventh, Octave. El final, con un LaBrie desquiciado a más no poder, gritando Trap in this Octavarium! una y otra vez, pone los pelos de punta. Esto se acaba...
V. Razor's edge regresa con ese riff épico del inicio de la canción, acompañado de una orquestación soberbia y de un grupo que ya se siente capaz de todo y que no duda en exprimirse al máximo. Y Petrucci se envalentona y se casca un solo con sabor a clásico que parece transportarnos al puñetero Olimpo de los dioses del metal. Sólo diré que el último minuto, son de lo más inspirador que he escuchado en toda mi vida.
Y así, con las primeras notas de The root of all evil, cerrando así el círculo, acaba esta auténtica joya.

Me perdonaréis que no ponga el vídeo, pero escuchar veinticuatro minutos seguidos en YouTube puede ser la muerte y no creo que os apetezca a ninguno. Pero os animo fervientemente a escucharla, aunque sea a trozos, porque merece la pena.

Si bien estamos hablando de un disco que hay que coger con muchas ganas para disfrutarlo (como cualquiera en este género, no nos engañemos) también os diré que, a mi manera de ver, es el más asequible para el público menos acostumbrado y aún sí, sigue teniendo buenísimas canciones.

Me despido con una frase que, si bien puede sonar a machada, no deja de tener su parte de verdad:
Sexo drogas y rock and roll deben ir en su justa medida. Si te pasas con el sexo toda tu vida girará alrededor de él y no habrá nada más. Si te pasas con las drogas no podras hacer sexo ni rock and roll. Y si te pasas con el rock and roll, acabarás haciendo cosas jodidamente anales, como Dream Theater.
Dregen, guitarrista de los Backyard Babies.


Que os den, y un abrazo. Me voy a rezar un padrenuestro.

6 de abril de 2011

Mezmerize / Hypnotize | Pura droga sin cortar

Con la temporada de festivales de verano acercándose peligrosamente (lo que me recuerda que debería comprar cuanto antes mi entrada para el Sonisphere italiano, no vaya a ser que tenga que devolver los billetes de avión) los chicos de System of a Down dieron una alegría al mundo del rock cuando comunicaron que volvían a reunirse para una serie de conciertos. Los afortunados que puedan verlos (España ni se la han planteado, como viene siendo habitual) seguro que disfrutarán del muchos de los temas de Mezmerize e Hypnotize.

Corría el año 2005 cuando los armeno-america..., los armeniocan..., vamos, los System, que decimos en mi pueblo, publicaron con tan sólo seis meses de diferencia estos dos álbumes. La razón es que, aunque este dividido en dos partes, se trata de un mismo álbum. ¿Por qué separarlos? Pues ni pajolera idea, pues no serían el primer grupo en publicar un disco doble, aunque supongo que fueran cosas de la discográfica.

Mezmerize/Hypnotize continúa con la tónica que convirtió a Sytem of a Down  en uno de los grupos fetiches de la crítica y que encandiló a multitud de jóvenes ávidos de emociones fuertes y enamorados de su sonido imprevisible. Canciones desquiciantes que reposan sobre estribillos principalmente melódicos, aliñados con la peculiar técnica vocal de Serj Tankian Daron Malakian y cabalgando sobre las veloces bases rítmicas de John Dolmayan y Shavo Odadjian (al que como bajista, admiro muchísimo); además de sus letras crudas aunque abstractas, que muchas veces no sabes si son metáforas con un significado demasiado personal como para comprenderlo, efecto del abuso de drogas duras o simple retórica.
De izquierda a derecha: John Dolmayan, que viene del gimnasio, Daron Malakian que intenta imitarle, una enorme pelusa, debajo Serj Tankian y Shavo Odadjian y su inseparable perilla.

Realmente, hablar de un disco de los chicos de Los Ángeles es hablar de todos (excepto si nos refiriésemos a su primera referencia). Si he elegido éste (éstos) es porque Toxicity es demasiado tópico, y el genial Steal this album! lo tengo oído desde hace relativamente poco, mientras que a los Mezmerize/Hypnotize, les tengo un cariño especial, por ser uno de los primeros discos que escuché.

Sin más dilación, comenzamos con esta vorágine en dos actos.

Los oscuros y suaves acordes de Soldier side, junto a las voces delicadamente entrelazadas de Tankian y Malakian, nos mecen hasta B.Y.O.B., y la primera en la frente. Un riff veloz y un grito desquiciado. Empieza la fiesta.
Bring your own bombs (como le gustan a estos chicos las siglas: A.T.W.A., A.D.D., P.L.U.C.K.) es una de las canciones más celebradas, con ese estribillo funky y esa voz de tenor (lololololololo...¡uuuh!) que marcan los perfectos contrapuntos a un tema que se tira a la yugular del gobierno americano por su política militar de invasiones.

Revenga no baja el ritmo, y con un riff que recuerda a sus amados Black Sabbath, Serj nos cuenta con su habitual don de lenguas, diferentes maneras de vengarse se alguna puteja que no supo valorarlo. O algo así. Para el que no lo recuerde, esta canción aparecía en el anuncio de televisión del Tekken 4.

Con Cigaro, bestia como ella sola  y su lección de humildad (My cock is much bigger tha yours, my cock can walk right through the door) parodiando a los raperos gangstas y su manía de medirse los mandobles, al menos letrísticamente.

Radio/Video se sirve de folklore armenio para teñir un tema que a simple vista pasaría desapercibido, y que se convierte así en un pequeño alivio tras tanto berrido y tanta distorsión.


This cocaine make me feel like I'm on this song es, como ya anuncia el título, una puta locura que alterna ritmos funks con un John Dolmayan que debió reventarse los tobillos de tanto doble bombo. Esta es una de las canciones que me hicieronSi durase diez segundos más, podría inducir a más de un asesinato.


Violent pornography es una de mis favoritas. Riff machacón, ritmo alegre, irreverente y casi bailongo (me encanta esta palabra, como habéis podido comprobar) que nos avisa de the kinda shit that's on your TV.




Question! es una de las joyas escondidas del disco. Un comienzo acústico que se desangra en un riff potente, para volver a ponerse romántico y melódico hasta llegar al estribillo, auténtico apoteosis de fuerza y oscuridad, aunque sin perder esa dosis de agresividad.
Me encanta el videoclip, una auténtica delicia, que no hace sino reforzar esa visión Burtoniona que presenta la canción.


Sad statue es otra patada en la boca. Simplemente brutal en todo su desarrollo y con otro estribillo melancólico y ácido, quejándose de las decisiones que los políticos toman sin tener en cuenta la opinión del pueblo, de la gente que los eligió.


¡Nos invaden! Eso fue lo que pensé cuando escuché el Old School Hollywood, quizás el temo menos al uso del disco (¡sintetizadores! ¡sintetizadores everywhere!). Otro tema bailongo y potente, que sirve como personal tributo de Malakian al barrio de Los Ángeles que le vió crecer, mientras que esa pseudobalada escalofriante y profunda que es Lost in Hollywood se desquita con el otro lado del mismo, a su decadencia y su exceso, cerrando brillante y melódicamente esta primera parte.


Con Attack, arranca Hypnotize y desde luego, no podría tener un principio más contundente. Dolmayan vuelve a aporrear la batería con maestría para lanzarnos a un tema que escupe bilis por todos los costados.

Dreaming es otra de esas canciones que te pone los nervios de punta, aunque esta vez culminado con otro estribillo potente y bien traído. Se deja escuchar, aunque sea sólo a ratos.

He aquí otra de mis favoritas: Kill rock 'n roll. No sé que es lo que tiene, quizás sean la perfecta sincronización de las voces de Malakian y Tankian, quizás sea ese estribillo rápido y con gancho, quizás sea ese funk que te da un respiro poco antes de finalizar la canción. O simplemente que yo también me siento como un the biggest asshole, when I kill rock 'n roll.


El tema que da nombre al disco, Hypnotize, es simplemente brillante. Una vez más, las músicas traías de la europa oriental nos sumergen en un riff que podría haber firmado el mismísimo Tommy Iommi. Cabe destacar el espectacular pasaje con sabor piscodélico que inunda los oídos y te alegra el día.


Stealing society otro tema bailongo (no puedo dejar de imaginarme a Uma Thurman y John Travolta bailando uno frente a otro con esta canción de fondo). No es imprescindible, pero a mí me encanta.

Tentative, probablemente el tema que menos me atrae de todo el disco, pues responde al perfil estándar de de los temas de System of a Down.

U-fig, o lo que es lo mismo, una de cal y otra de arena. Aquí los gritos de Tankian apuñalana sin compasión una base rítmica muy melódica y con un riff pegadizo y algo distinto a lo que nos tienen acostumbrados.

Vamos con otra lenta. Holy mountains, lejos de ser una baladita es una canción oscura, opresiva y envuelta en una atmósfera de desesperación que llega a dejarte los ánimos un poco tocados si estás más sensible de lo habitual. Aún así, no deja de tener cierta belleza oculta.

Vicinity of obscenity  es otra muestra de la curiosa manera de componer de System of a Down, pues no tiene ni pies ni cabeza. Música convertida en la locura de una mente enferma obsesionada con el sexo.

She's like heroin repite un poco el patrón de la canción anterior, aunque sabe evolucionar poco a poco hasta transmitir... ¿emoción? Podría ser. Si os soy sincero, no tengo ni puñetera idea de lo que significa la canción.

A falta de dos cartuchos y a tenor de este último tema, paro un momento para explicar el por qué del título de este post. Pura droga sin cortar, eso es lo que me sugieren System of a Down cada vez que escucho su música. Me explico: la sensación de que todo lo que estás escuchando no es fruto de horas y horas de ensayos, de cientos de retoques, sino que simplemente en sus cabezas hierven ideas, influencias y paranoias varias, y que lo único que necesitan es escupirlo. Así, sin filtro.

Lonely day, es un canto a la soledad y, para mi gusto, una de las canciones que más transmite de todo el disco, alejándose de la fórmula habitual  y haciéndonos sentir en parte, esa soledad que a veces duele y a veces cura y que tan necesaria como detestada es.

Soldier side da carpetazo al disco. Continúa lo que su homónima, a modo de intro, nos adelantó al principio del Mezmerize: una canción muy melódica cargada de resentimiento. Personalmente, no me gusta para cerrar el disco, y mucho menos después de el temazo que supone Lonely day. Pero no todo iba a ser bueno ¿no?

Hasta aquí mi repaso a la última referencia discográfica que nos dejaron System of a Down por el momento, o al menos eso espero. No me disgustan en absoluto los trabajos de Serj Tankian y Daron Malakian en solitario (Scars on Broadway, el grupo de Malakian, es una auténtica gozada, lo recomiendo al cien por cien) pero me gusta pensar que estos cuatro monstruos, porque no tienen otro nombre, vuelvan a juntarse para regalarnos mucha música.

Nos vemos gentuza. Que os den, y un abrazo.

PD: aunque un poco tarde, aprovecho para recordar desde este humilde rincón a Kurt Cobain y Layne Staley. El 5 de abril de 1994 y de 2002 respectivamente, dejaron huérfanos no solo a la legión de fans que por aquel entonces ya les seguía, sino a todos los que años más tarde (y los que quedan por llegar) los admiramos como músicos y como personas.

1 de abril de 2011

Sangre fresca (MARZO 2011)

Bueno, pues aquí estoy, dispuesto a innaugurar una serie de posts que iremos publicando mensualmente y que tratarán sobre las últimas novedades musicales. Porque sé que nuestras perfectas y exquisitas reseñas pueden llegar a saturar vuestras cabecitas, sobretodo las de Alex, como se enrolla el cabrón (tekah shurhand).

Empezamos con Sho Hai (a.k.a. Hate, Gran Mago Beodo, Yuen Shiao Tien), que ha sido el primero de los componentes de Violadores del Verso (que no, que no se han separado, coñe) en publicar álbum en solitario. Doble vida es, en rimas del propio Hate, "un artículo de lujo", dónde el rapeo grosero, hilarante, crudo y casi arcaico del MC maño y las geniales bases de RdeRumba nos cuentan historias variopintas con un mensaje muy claro: las dos caras que tiene la vida, el claroscuro de momentos que supone nuestra existencia.
...Ella. El omnipresente tema de la relación de Hate con el alcohol se plasma en este tema. No sé vosotros, pero yo no puedo dejar de reírme.

El malagueño Elphomega presenta Phantom pop. Un plástico cargado de sonidos sintetizados, muy frescos, pero con un marcado sabor a old school denso y machacón. Elegancia en estado puro de la mano de la cultura cinematográfica de Elpho y de su peculiar manera de rapear. Poesía spanglish.
Stardust. Bellas estrofas sobre banda sonora de ciencia ficción, y la siempre estupenda voz de Shabu One Shant al estribillo.

También Panic! at the Disco, que tras la marcha de Ryan Ross y Jon Walker y de aquel experimento beatleniano que supuso Pretty. Odd. han recordado que las guitarras pueden distorsionarse y han regresado (poco, eso sí) a sus orígenes. Brendon Urie y Spencer Smith se convierten en hombres orquesta en un disco que, si bien es más entretenido que su predecesor, peca de previsible y algo popero.
Lets kill tonight. Vuelven los ritmos bailongos y los estribillos potentes. Así da gusto, joder.

Rise Against, iconos por excelencia del hardcore melódico, nos traen Endgame. El disco no es gran cosa, no os voy a engañar. Rise Against no hace grandes discos. Pero como en todas sus referencias anteriores, merece la pena escucharla y seleccionar esos temas que sí merecen la pena, y mucha, que los hay. Sonido punk hardcore (aunque se puede apreciar una cierta tendencia a riffs más setenteros) y letras muy comprometidas.
Satellite. De momento mi favorita del disco. ¿No os recuerda el principio a la genial Baba O' Riley de los Who?

Los canadienses Sum 41 sacan Screaming bloody murder. Un disco que recuerda mucho al Chuck (para mí, su mejor disco, algún día os hablaré de él) pero con una atmósfera mucho más oscura. Ni rastro (al menos a simple vista) del sonido pop-punk que los hizo famosos y que, sinceramente, se agradece.
Time for you to go. Suena muy rockero, a parte de que Deryck Whibley parece haberse hinchado a fumar (pienso muy bien de la gente) y se le nota la voz muchísimo más grave.

Angles es lo nuevo de The Strokes. Desconcertado me he quedado con este disco. Vale que los Strokes siempre han sido un grupo poco convencional, pero siempre han conservado su identidad de garage. Si bien es cierto que esa esencia no se ha perdido, la intromisión (hasta la puta cocina) de los sonidos electrónicos en este Angles, me ha hecho dudar en algunos momentos de estar escuchando Klaxons. No termina de convencerme, pero creo que le daré una oportunidad.
Machu Picchu. Esta canción abre el disco. El ritmillo caribeño me triunfa una barbaridad y me invade el buen rollo.

Con The unforgiving  de Within Temptation la sorpresa ha sido menor. Aún así, y al igual que los Strokes, los reyes del metal gótico mainstream también han decidido renovar su sonido, mezclándolo con ritmos de tecno ochentero y riffs de power metal. En este caso, y joda a quien joda, para mal. No es un mal disco, es simplemente que no tiene esa fuerza, esa epicidad que tenían sus anteriores trabajos queda relegada a un segundo plano con este cambio.
Se trata de un álbum conceptual que ha sido lanzado junto a un cómic (guión de Steven O'Conell y dibujado por Romano Molenaar) y tres cortometrajes, que ejercerán de videoclips de algunos singles. Los tres (álbum, cómic y cortometrajes) cuentan la misma historia, cada uno con sus recursos. Puntos a favor por lo innovador de la idea.
Shot in the dark. Ejemplo de los ritmos ochenteros de los que os hablaba. Cañera pero bastante suavecita para los holandeses.

El Relentless, reckless forever de Children of Bodom, es más de lo mismo: batería a toda mecha (me acabo de acordar de los Santa Justa Klan... ahora iré a golpearme la cabeza), riffs veloces, teclados de horror movie y gritos sin razón. ¿Alguien esperaba que Alexi Laiho innovara de alguna manera? A quién le guste bien. Al que no... que mejor empiece con los anteriores. Se ahorrará mucho sufrimiento.
Como ninguna canción me ha hecho tilín y el blog es mío, pues pongo la impresionante Needled 24/7

En el apartado de los discos que no he tenido el placer de escuchar (lo del placer es una manera de hablar, no son realmente mi estilo así que no creo que lo disfrutase mucho) tenemos a los social y ecológicamente concienciados R.E.M. con Collapse into me now, a Travis Barker (ex-batería de los blink-182) rodeado de un elenco jipijopero soberbio en Give the drummer some  y a los Cavalera Conspiracy que publican Blunt force trauma.
Por si no lo sabíais, Max, Igor y "los que se van del higo" (madre mía, tengo un salero que doy miedo), grabaron en la Razzmatazz de Barcelona el pasado 5 de febrero el vídeo correspondiente al primer single de este plástico, en un concierto que sirvió de homenaje al que dieron los Sepultura hace veinte años en la misma sala, aunque obviamente yo en aquella época no sabía nada. Pero nada de nada, básicamente porque tenía menos de un año.

Hasta aquí el repaso, pero ya que estamos, voy a aprovechar para repasar las dos encuestas que han inaugurado el blog. Me ha sorprendido gratamente la participación de la gente, se agradece, sobretodo teniendo en cuenta que es una soberana gilipollez y que el blog tiene muy poco tiempo.

A la pregunta Si tuivérais una pistola y tres balas ¿qué tres personas merecerían alojarlas en sus costillas? parece que lo tenéis bastante claro. Belén Esteban es vuestra preferida para recibir un disparo en el tórax, muy seguida de Muammar al-Gaddafi, ese hombre de rostro plastificado y Ángeles González Sinde, nuestra "queridísima" Ministra de Incultura ocupa la tercera plaza.
Teniendo en cuenta que cualquiera de los de la lista se merece, puede que no un balazo, pero al menos una guasca bien enganchada en sus genitales, me gustaría comentar un poco el por qué no estoy totalmente de acuerdo con los resultados.
Sí, Belén Esteban es MUY porculera. Lo sé. La sufrimos todos. Pero creo que ella no tiene la culpa. La culpa la tienen esos ejecutivos y showmans con la cara manchada de betún simulando una barba, que explotan su vida y su personaje hasta que resulta prácticamente imposible no desearle la muerte. Pero por ejemplo, habría visto mucho más normal que el engendro oligofrénico y garrulo del Cuco hubiese recibido más votos. O que Alejandro Sanz, ese imbécil con voz de cazalla que denuncia las injusticias y criminaliza a los internautas desde su mansión en Miami, que se lo gana a pulso por sus propios actos.
Pero como digo, esta encuesta no significa nada y tampoco quiero decir que seáis unos inútiles por desearle lo peor a Belén Esteban. Simplemente quería comentarlo.

La segunda encuesta es ha tenido menos participación pero tiene un cariz mucho más simpático que la anterior. ¿Quién os gustaría que fuese el nuevo cantante de Velvet Revolver? Escribí "os gustaría" porque me interesaba, porque un "¿Quién pensáis que será...?" habría sido demasiado aburrido.
Aquí los resultados están más apretados.

La gran parte de vosotros deseáis (¡ay, pobreticos!) una reunión de los antiguos Guns n' Roses. No seré yo el que os quite la esperanza, pero me gusta el rumbo que han tomado estos chicos en solitario (se acerca un abucheo general) y no estoy seguro de que funcionase.
Otros muchos compartís mi opinión de que Josh Todd sería el perfecto sustituto al maltratado Scott Weiland y supondría una buena dosis de energía y juventud en una banda ya de por sí jodidamente buena.
El resto de opciones han estado bastante repartidas. A los que habéis votado por Jaime Terrón, espero, por vuestra salud mental, que haya sido de coña.
A mí personalmente, la otra opción que me gusta sería la de Fergie. Me encanta como canta esta chica cuando le sale la vena rockera y sería muy pepino verla acompañada de Slash y compañía.

Nos vemos pronto gentuza. Que os den, y un abrazo.