13 de agosto de 2012

En dos minutos: Somos peña muy intensa

Hay que ver lo que ha cambiado la televisión desde hace unos años. Cuando yo era crío los de la Disney hacían películas de dibujos animados. Ahora producen estrellas de pop adolescentes como si fueran churros. Y a los dibujos animados que les den por culo, claro. Que jodíos, anda que no saben. Por suerte ahí está Pixar, que ha sabido devolverle un poco de sentido común a base de taquillazos de una calidad, tanto técnica como narrativa, absolutamente incontestables.Aunque a mí siempre me ha gustado más la animación tradicional. Hay auténticas obras de arte y gente como Ghibli se encargan de hacer maravillas a la vieja usanza.


Pero, como decía, ahora la televisión infantil está copada por quinceañeros que sueñan con ser cantantes y/o bailarines y/o fontaneros. El caso es que sean adolescentes. Y guapos. No obstante, existe un pequeño grupo de artistas (dibujantes, directores, guionistas) que continúan irreductibles contra el imperio creciente del mamarrachismo prepúber.

Hoy he venido a hablaros de una serie (no descarto hacer otras entregas de esta temática) de dibujos animados altamente recomendable tengáis la edad que tengáis. Porque si habéis visto algo de Hora de Aventuras, estaréis de acuerdo conmigo en que es imposible no disfrutar de esta pequeña joya salida de la infinita imaginación de Pendleton Ward (guionista, músico y animador).

La vida de Finn, ese preadolescente con gorrito blanco obsesionado con las armas mágicas y zurrar a todo lo que se menea, y Jake, el perro capaz de deformar su cuerpo de cualquier manera imaginable, en el país de Ooo es cuanto menos adictiva. No sólo porque la locura se hace patente casi desde el primer segundo, sino por una fluidez tanto en los dibujos como en el desarrollo de los capítulos que consigue que no te aburras ni un segundo.


La plasticidad en los diseños y en las expresiones de los personajes, haciendo tributo a los clásicos como Tex Avery y los Looney Toons, se mezcla a la perfección con continuas referencias a la cultura contemporánea y guiños a toda la ciencia ficción y la fantasía (sólo hay que ver las letras de la intro) desde el principio de los tiempos. Un cajón de sastre en el que todo vale y en el que todo tiene cabida.



Puesto que esto es (o era, que últimamente andamos por otros derroteros) un blog de música, quiero resaltar que el apartado sonoro no es ni mucho menos protagonista (aunque Jake toque el violín y Marceline, la vampiresa, el bajo), si que adereza como nadie este experimento animado, con melodías extrañas y sinuosas en un rollo electroacústico al servicio de las imágenes.


Lo que más me gusta de esta serie, amén de su cuidada y caótica estética, es la falta de pretensiones educativas. Siempre me ha repugnado esa expresión de "aprender divirtiéndose". Es un intento de los adultos por intentar hacer que los niños hagan algo productivo sin que lo sepan. Como si los niños fuesen gilipolllas. Pues Hora de Aventuras no lo intenta. Ni con su lenguaje, ni con el comportamiento de sus personajes. Es más, en muchos casos la moraleja de los capítulos es cuanto menos dudosa. Es una serie para entretener, para divertirse, para disfrutar... Los niños tienen tiempo de aprender en el colegio. Lo que Hora de Aventuras les da es algo mucho más grande (y cuando digo los niños hablo de todos los demás).

Así que ya sabéis, no pongáis excusas y poneros el Boing en el TDT, que con un poco de suerte lo pilláis (si no están echando al puto Doraemon) y disponeos a disfrutar de un buen rato con Finn, Jake, la princesa Chicle, el rey Hielo, Gunter, Lady Arcoiris, Trompi, VMO, Marceline, Flambo, el mayordomo Menta, Don Polvorón, la princesa Bultos (ojo a esta que es un descojone) y demás habitantes de Ooo. No os arrepentiréis.

Palabrita de shurhand.

PD: Os dejo con uno de mis momentos favoritos, la canción de Billy, el héroe definitivo.

6 de agosto de 2012

Sangre fresca (JULIO 2012)

Esta mañana, el explorador MSL Curiosity aterrizaba, o mejor dicho amartizaba (JARLJERLJIRLJORLJURL), en la superficie del planeta rojo (Marte, no los estudios de LaSexta). La comunidad científica espera expectante los resultados que sus paseos por aquellos parajes monocromáticos puedan arrojar. Me uno a esta expectación en pos de encontrar un planeta habitable lejos de este estercolero hediondo y poblado por infraseres que es el nuestro. Yo por si acaso ya tengo metidas en una maleta una muda limpia, la Game Boy Color, un bañador y un polar, que uno nunca sabe que tiempo le va a hacer en Marte.

Pero mientras el Curiosity acaba su labor, tendremos que esperar. Os propongo que, por el momento, nosotros exploremos algunas de las novedades discográficas que nos ha dejado este caluroso e IVAraniego julio:

Con un título tan sugerente (y casi premonitorio, veremos a ver si no se lleva un sonoro "que te follen" de sus seguidores más acérrimos) como es Harakiri , Serj Tankian presenta su tercer trabajo como solista, entre que se decide y no a reactivar System of a Down. Si en su début el piano se convirtió en compañero inseparable y en su anterior referencia era la orquestación la actriz secundaria de lujo, aquí son los samplers y diversos efectos de música electrónica los que sirven de base para las histriónicas líneas vocales y las políticamente comprometidas letras. Algo alejado de su estilo habitual, aunque se mantienen los repentinos cambios de ritmo y el contraste frenético, en algunos momentos parece que la voz de Tankian y los sonidos más actuales (por no decir comerciales) no terminen de casar, aunque a cada escucha el conjunto resulte más homogéneo. A pesar de la desgradable sensación de que el vanguardista de Serj se ha dejado llevar por la corriente, os atrapará con sus garras multicolor.