30 de marzo de 2011

Mutter | En el útero


En estos días de princesas de barrio, políticos corruptos, "misiones de paz" en países cuyo principal bien económico es el pretróleo y gilipollas, así en general, no hay nada que me gustaría más que, a veces, volver al útero.
Creo que es prácticamente imposible recordar la sensación de estar en el vientre materno. Pero mucha gente dice que bucear es algo muy parecido y que por eso nos hace sentir bien. A mí personalmente me relaja mucho. Cuando voy a la playa, me gusta en especial coger aire y quedarme un rato con la cabeza dentro del agua, sintiendo únicamente las olas mecerme y ese silencio frío y húmedo del mar llenándome los oídos.
Sin esos momentos, un misántropo convencido como yo, acabaría volviéndose completamente loco (más, quiero decir).

No sé muy bien que es lo que pretendían Rammstein cuando eligieron esta portada para su tercer disco. Si querían engañar a la gente, prometiendo un disco relajado, atmosférico e íntimo, lo hicieron cojonudamente. Básicamente porque el feto retratado en esta portada, no está vivo (lo diré así, porque me suena menos bestia).

A estas alturas, no creo que haya nadie en el mundo que no sepa quién son Rammstein: esa pandilla de germanos con un humor más negro que el alma de Mourinho y, probablemente, cantidad de problemas mentales; tan admirados como vilipendiados y censurados en más de una ocasión por ser políticamente incorrectos, por decirlo de alguna manera.
De esta guisa posaban estos chicos en el libreto de Mutter. Mal rollito.

Mutter fue su tercer larga duración y supuso en cierta manera un paso enorme en la evolución del grupo, que se alejó del sonido industrial convencional y quasi tecno de Herzeleid y Sehnsucht, dando un papel más relevante al conjunto de los instrumentos (a las guitarras, que para tener dos, hacían menos que Paquirrín en domingo) que a los sobreexplotados efectos del teclista y sadomasoquista Flake Lorenz.

Porque Mein herz brennt, que abre el disco, es una nana oscura, casi diabólica, sobre demonios que acechan a los niños a la hora de dormir, con unos violines estridentes y un torrente de fuerza imparable, con cierto regusto a metal gótico.
Esta canción llega a causarme excitación sexual. Aunque no creo que fuese el objetivo de la banda cuando la escribió.

Links 2,3,4. Ritmo militar para una declaración abierta a todos aquellos que los acusaban de enaltecer el nazismo - principalmente porque el acento usado por Till Lindemann para cantar recordaba mucho al de Hitler. El estribillo lo deja claro: Sie wollen mein herz am rechten fleck, doch seh ich dann nach unten weck dann schlägt es links (Ellos quieren que mi corazón esté a la derecha - en el lugar correcto - pero cuando miro hacia abajo, late a la izquierda).

Sonne es uno de los temas más celebrados de la banda. Un himno, que realmente se merece serlo. Su sonido denso y pausado, pero intenso, te hace casi sentir como ese sol que se esconde cuando la cuenta atrás acaba, te ilumina, te da calor. Te hace sudar.

¿Me oyes? ¿Me ves? ¿Me entiendes? ¿Me sientes? Ese es el mensaje de Ich will, el deseo de ser escuchado cuando uno habla, más allá de lo que puedas obtener a cambio. O lo que nos sucede a nosotros, el deseo de ser leídos cuando escribimos, aunque sea simplemente para saber que no estamos solos en el mundo y que hay más gente que comparte aunque sea una mínima parte con nosotros. 
El videoclip fue censurado en múltiples países por su contenido violento. En EE.UU. su estreno estaba previsto para septiembre del año 2001... y como podéis imaginar, no se estrenó.

Feuer frei! otro tema conocido, en este caso por haber servido de banda sonora a la soporífera y olvidable xXx (obra maestra del séptimo arte para todos aquellos que se sacaron la ESO a duras penas). Agresiva, directa y visceral. Ideal para desfogarte cuando te das cuenta de que partir bocas puede acarrearte problemas legales.
Los conocidos espectáculos pirotécnicos de la banda llegan a su culmen con este tema.

Mutter, tema que da nombre al disco, hace una reflexión sobre las siempre difíciles relaciones amor/odio entre madres e hij@s, personificándolas en la piel de una suerte de Frankenstein moderno: un hombre nacido de un experimento, culpa y a la vez añora a una madre que nunca tuvo sobre una guitarra acústica. Espesa, triste y emotiva, la voz del bebé que suena al inicio me pone los pelos de punta.

Spieluhr es algo sosa. Se sirve de un riff muy poco imaginativo y el sonido de una cajita de música para contarnos la historia de un niño que quiere estar sólo, finge estar muerto y lo entierran, hasta que despierta en la sepultura. Acojonante letra para, en mi opinión, la peor canción de todo el disco. 

Zwitter (literalmente Hermafrodita) nos traslada al pasado más inmediato de la banda alemana. Alocada, me atrevería a decir que incluso divertida, con esa voz sintética repitiendo una y otra vez Zwitter, zwitter. Una crítica al narcisismo y la bisexualidad, vistas desde los ojos de un verdadero hermafrodita.

Encontramos en Rein, raus a los Rammstein más groseros y soeces, pues esta canción trata, básicamente, de fornicar. No de "hacer el amor". De frungir. De sexo duro vamos, no deja muy claro si peras con peras o peras con mazanas, pero sexo duro al fin y al cabo. Canción bestia dónde las haya, machacona a más no poder. ¿Qué somos, hombres o muñecas? 

Adiós es un buen ejemplo de como hacer un homenaje a nuestro país (por el título, claro, la canción sigue siendo en alemán), sin hacer una maldita mierda (sí, estoy hablando de Te quiero puta, que musicalmente revienta tímpanos pero su letra da auténticas arcadas). Directa, rápida, sin fisuras y exudando energía. La guitarra es aquí protagonista (por primera vez, me atrevería a decir). La letra de la canción no está muy clara: bien habla de la eutanasia, o bien de la adicción a la heroína, que bien pensado, es una forma de eutanasia: mueres lentamente sumergido en una felicidad artificial aunque, eso sí, más lentamente.
A mí esta canción me da ganas de echar a correr.

Nebel, podría catalogarse como "la balada" de Mutter. Arreglos casi sinfónicos y una letra tan deprimente como bella. Una pareja pasea por la orilla de la playa en el que será su último paseo, pues al final, ella muere en los brazos de él. *

Y hasta aquí el repaso al Mutter. Para muchos, Rammstein no deja de ser una banda que está dónde está por su parafernalia en directo, algo parecido a lo que se dice de Slipknot y sus máscaras. Puede, no entiendo mucho de marketing pero, desde luego, eso ayuda. Y al fin y al cabo, el rock no es sólo música (al menos a mi manera de ver). El rock es actitud, rabia, y en su esencia más primigenia, espectáculo.
No obstante, creo que Rammstein es mucho más que fuegos artificiales en un concierto, pues sus letras esconden en muchas ocasiones tras ese velo de decadencia y degeneración grotesca, historias y mensajes muy interesantes. En cuanto a la música, no deja de ser industrial. El que busque riffs imposibles que se compre un disco de Dragonforce.

Por mi parte nada más, nos vemos en un par de días, que tengo una entrada en el horno y a puntito de caramelo. Me voy, que me pica el occipital.

Que os den por culo, y un abrazo.

Ahora que lo pienso, me recuerda mucho a Un paseo para recordar, película de esas para menopáusicas con necesidad de desahogarse y adolescentes con acné que acaban de sufrir un desengaño amoroso a manos del Don Juan de turno. Para los que no la hayáis visto, resumo: chico malo conoce a chica ultrareligiosa y buena en el Club de Teatro (estos yankees), dónde está castigado por haber dejado tetrapléjico a un chaval (¡¿?!), se enamoran, pero... ¡oh, sorpresa! Ella tiene una enfermedad incurable (no recuerdo si cáncer, o sida, o imbecilidad aguda). Tras los típicos vaivenes, él, que tonto no es y sabe que si no se casa con ella no se la va a poder frungir, pues le pide matrimonio, poniendo como excusa que era el sueño de su vida. Al final, ella se muere más feliz que una perdiz y el se queda con un churumbel. Redonda le sale la jugada.
Como podéis ver, romántica y preciosa hasta la náusea. Al que no la haya visto, que me dé las gracias por ahorrarle más de una hora insufrible.

PD: ¿Véis como yo también sé enrollarme?

23 de marzo de 2011

Be human | Retales hollywoodienses


Tras unos días de "retiro espiritual" que decía Alex, he regresado. En principio mi entrada iba a versar sobre otro tema, pero era demasiado extenso y necesito más tiempo para terminarla. Así que por el momento, vamos con el Be human de los Fightstar.

Para los que no conozcáis a Fightstar, os aclaro que se trata de un grupo inglés etiquetados de rock alternativo (etiqueta versátil y de uso indiscriminado) liderados por el carismático Charlie Simpson (ex-ídolo quinceañero, gracias a Dios, de los fugaces Busted) y Alex Westaway.
Practican un post-hardcore muy influenciado por el sonido emo (el auténtico, no esas mierdas depresivas y travestidas), bandas sonoras cinematográficas (como se puede apreciar en este Be human) y grupos como Deftones, The Cure o Radiohead, aunque no descuidan los clásicos más duros, pues han versionado a  Metallica, Judas Priest Iron Maiden (de estos dos últimos, los archiconocido Fear of the dark y Breaking the law, muy acertadamente).
En cuanto a otras influencias, la serie anime Neon Genesis Evangelion, el escritor Chuck Palahniuk o el cine de los hermanos Cohen, han inspirado muchas canciones de la banda.

Omar Abidi, Charlie Simpson, Dan Haigh y Alex Westaway. ¿Soy el único que le encuentra parecido a Westaway con Thom Yorke?

Be human es el último trabajo de los londinenses. Tras el éxito de sus anteriores referencias discográficas (Grand unification One day son, this will all be yours) Fightstar decidió dar una vuelta de tuerca a sus composiciones añadiendo una soberbia orquestación.

Para ello contaron con la ayuda de la celista Audrey Riley y grabaron en los Air Studios (responsables de la magníficas bandas sonoras de Piratas del Caribe Batman begins). El resultado es una colección de canciones en la que cada una parece contar una pequeña historia, evocando imágenes y emociones, como si de una Pulp fiction musical (sin tener absolutamente nada que ver) se tratase.

El disco comienza con Calling all stations. El cuarteto de cuerda nos mece suavemente hasta este tema algo sosillo para mi gusto, musicalmente hablando, pero que nos anticipa un poco la tónica del disco. El mensaje de una radio clandestina, denunciando la manipulación que los medios de comunicación hacen de las noticias y la realidad me hace recordar a la figura que hablaba al micrófono en la penumbra y llamaba a las bandas en The warriors.

The English way fue el primer single. La canción tiene un ritmo muy marcado (Dan Haigh rasga el bajo que da gusto), con cierto sabor elegante y una nostalgia impregnada que no deja de reflejar ese carácter inglés, gris y taciturno.

Y llega el temazo. War machine es épico en su totalidad. Omar Abidi cabalga el doble bombo pausadamente, pero confiriendo al tema solidez y emoción. Los gritos desgarrados de Simpson antes del estribillo, la fuerza de este, los violines revoloteando y el coro de voces que se alza casi al final... como ya he dicho, jodidamente épico. En cuanto a la letra, os podéis imaginar por el título de que va la cosa.Una crítica a los poderosos, que controlan a los que menos tienen y en muchos casos los obliga a prostituir sus almas para sobrevivir.

Never change es un tema buenrollero a más no poder. Es agradable recordar las locuras y las épocas en las que uno era más joven (y eso que yo tengo poca vida para recordar) y sonreír al darte cuenta de que, de una manera u otra, no cambiamos.

Colours bleed to red es probablemente mi tema favorito del disco. También es de los pocos en los que la orquestación es prácticamente nula. Aún así tiene gancho. Potente, directo, ágil y con un final brutal. Un grito desesperado de odio la raza humana y a lo que le estamos haciendo al mundo.

Sobre una chica (o un colega, no me queda muy claro) habla Whisperer. Esa persona que te muestra el lado bueno de la vida, que con una sonrisa consigue que todo lo malo que te sucede parezca menos malo. Una armónica con sabor a clásico nos abre las puertas a un tema optimista y desenfadado. Esta me gusta bastante también, para que negarlo.

Mercury summer otro single, y la canción que menos me atrae de todas. Después de que su pareja lo deje, el protagonista de esta canción recuerda sus buenos momentos juntos y asegura que esperara para volver a estar con ella. Bonita, sin más.

Con una atmósfera melódica y tenue, Give me the sky nos cuenta una historia de amor universal. El sentimiento de estar dando más de lo que recibes, que mientras tú te entregas, la otra persona simplemente está ahí.

Chemical blood es simplemente bestial. Cruda y ácida, con cuerdas chirriantes. El hombre, la ciencia y su afán por evolucionar hasta límites más allá de la necesidad, guiados por la simple banalidad de convertirse en inmortales.

Tonight we burn me recuerda en cierta manera a los U2 discotequeros de los que habló Alex en el Achtung baby. Tema marchoso sobre noches en vela con la gente que quieres, de esas de llegar a casa al alba con los pies destrozados y una sonrisa en la cara. Westaway y Simpson dulcifican sus voces para acompasarse al ritmo ágil y divertido. Para bailar, si te sale de las gónadas.

Damocles es la puta locura. Cualquiera diría que son Slipknot los que tocan... Hasta que llega el estribillo, claro está. De nuevo una crítica, ahora con bilis y mala ostia a raudales, a los poderosos, avisándoles de lo que sucederá cuando reciban su merecido. Tema agresivo y genial.

Y por último, Follow me into the darkness, perfecto final para este disco. Aunque comienza algo floja, con una guitarrita acústica y la voz de Simpson más melosa que nunca, se intercalan en este tema pasajes electrónicos y un desenlace digno de la mejor de las superproducciones de Hollywood. Un piano emotivo, misterioso que va adquiriendo cada vez más fuerza hasta que los pelos de la nuca se te erizan y sientes como esa oscuridad de la que habla y a la que quiere que le acompañes, te rodea. Una canción que te deja con ganas de más.

Pero por desgracia, el disco se acaba.

Poco más que decir. El disco tiene una edición especial con cuatro temas más: A city on fire, Mvua Nyusi, It's blood is black 28k Resolution . Destacaré la primera por su riff funky a lo Rage Against the Machine y la segunda por transmitir una fuerza y un sentimiento descomunales.

Os invito a echarle una oreja al disco, y si os mola, a otros buenos temas de estos chicos, como Floods, We apologise for nothing o Dethcar, así como algunos de sus artworks, realizados por Daniel Conway (http://arcipello.deviantart.com/) que no tienen desperdicio (¡ya os avisamos que no todo iba a ser música!)

Iba a decir que siento la tardanza en publicar, pero ya he visto que Alex tiene esto bien cuidado y os regala discazos (y en esta última un trocito de su corazón), así que tampoco creo que me echéis de menos.

Me voy, que tengo unos garbanzos en remojo.

Que os den. Paz

PD: siento ser tan concienzudo y pesado con los datos relativamente triviales, pero soy muy friki y estas cosas me chiflan. Además, dad gracias porque iba a poner vídeos de todas las canciones, pero tampoco me apetecía llenar la entrada de enlaces a YouTube. Así que simplemente lo he hecho con las que creo son más interesantes. Ya me contaréis. 

9 de marzo de 2011

A thousand suns | Psicodelia industrial


Puesto que Alex ha decidido escribir sobre uno de sus grupos fetiche (y a los que personalmente, admiro mucho) yo no voy a ser menos.

Linkin Park es para mí, y creo que para muchos de mi generación, el grupo que abrió las puertas a ese mundo más allá de OT y Los 40 Principales. Porque cuando un adolescente, hormonado y enfadado con el mundo, escucha por primera vez los rapeos de Mike Shinoda, los riffs cañeros de Brad Delson, los scratches de Joe Hahn y todo esto aderezado con la versátil voz de Chester Bennington, no puede más que sentirse identificado.

Podría hablar del agresivo Hybrid theory, del soberbio Meteora o del irregular Minutes to midnight. Pero, como fan, me siento en la obligación de analizar (y de romper una lanza en favor de) el último trabajo de los californianos.

A thousand suns es, a simple vista, un trabajo hecho por y para el señor Hahn. Abuso de samplers y efectos de sonido dejando de lado la parte más artesanal. Pero, por supuesto, terminar ahí el análisis sería como poco insuficiente.

Si bien es cierto que el LP no cumplió las espectativas de muchos de sus seguidores, no podemos afirmar categóricamente que se trate de un mal disco. Más bien de un disco diferente.

Y es que A thousand suns no es más que un experimento grupal de expandir el sonido Linkin Park a las fronteras más lejanas.

Sirviéndose de introducciones e interludios más o menos acertados (el sampleo de Martin Luther King roza lo sacrílego) como hilo conductor, se nos presentan una colección de canciones a cada cual más disparatada y deliciosa, que reptan entre un rock sinfónico postmoderno (al estilo de Muse, salvando las distancias) y el sonido industrial, con estructuras atípicas y letras que, si bien no han perdido ese toque pesimista, muestran un pequeño rayo de esperanza e incitan a la revolución (pacífica o no) en pos de cambiar las cosas a mejor.


Burning in the skies algo descafeinada, sabe subir el ritmo pausadamente hasta un final que personalmente me fascina.

Todo lo contrario es Blackout, que comienza con un Chester desconocido y desenfadado, cambia a una locura de gritos sampleados y finaliza con un Shinoda muy melódico.


Wretches and kings (por lo que he podido saber, una de las más criticadas del disco) no hace sino actualizar el sonido de los primeros trabajos de Linkin Park hacia el industrial, mientras que la archiconocida Waiting for the end tiñe de pop los párrafos de Mike Shinoda.

He dejado para el final los que considero los mejores temas del disco.
Para empezar When they come for me, con su ritmo tribal y su trabajo de percusión digno de ser admirado en directo.

The messenger, la primera canción completamente acústica de la banda, con un Bennington entregado totalmente. Hay quién dice que no se puede gritar sobre una guitarra acústica, pero para mí, le confiere aún más emoción a un tema que ya de por sí te pone los pelos como escarpias.

Y para concluir, The catalyst. Os mentiría si os dijera que la primera vez que la escuché no pensé eso de "¡¿Pero esto qué es?!". Pero, joder, ya sé lo que es. Ese ritmo cercano al big beat (pitiditos made in The Prodigy incluidos), ese bajo machacón y la conjunción de todas las voces de la banda ("God bless us everyone, we are broken people living under loaded gun...") lo convierten en un auténtico pepino para un concierto o para, simplemente, volverte loco en tu cuarto.

De los otros dos cortes (sin incluir transiciones) que contiene el disco, Robot boy e Iridiscent, no diré nada, no porque me parezcan malos temas, sino porque me parecen un poco más de los mismo que nos dieron las baladas del Minutes to midnight.

En general y ya para acabar, diré que, efectivamente, este disco no es comparable al Meteora. No tiene esa fuerza, esa energía que convertía cada pista en un jodido himno. Pero A thousand suns representa una evolución interesante en la banda, que reinventa los riffs sencillotes y los versos chandaleros de aquellos primeros años con arreglos y letras mucho más elaboradas.

Hay quién le pueda gustar, hay quién no. Pero no creo que sea de recibo acusar a un grupo de venderse y mucho menos con una apuesta tan arriesgada como esta, que no está dirigida a ningún público en particular. Porque, y espero que esteis de acuerdo conmigo, es mucho más sencillo seguir haciendo más de lo mismo y asegurarte las ventas de todos los que ya te seguían.

Está claro que A thousand suns no pasará a los anales de la historia de la música y que, lógicamente, nunca será considerado el mejor disco de los californianos. Pero indica un camino a seguir que, si se explota y se mezcla bien con ese sonido tan característico que desarrolló en su tiempo Linkin Park, nos hace soñar con auténticos bombazos en un futuro no muy lejano.

Espero que este comentario os sirva, al menos, para no hacer caso a lo que hayáis oído hasta ahora y le echéis una oreja. Luego si os mola o no, ya será cosa vuestra. Pero los prejuicios, para los prejueces.

Y después de este chistaco, me voy a comerme el puto venado.

Que os den por culo, y un abrazo muy grande.

6 de marzo de 2011

Willkommen

O lo que es lo mismo, bienvenidos, hijos de la grandísima... tierra.

¿Qué es "Apettite for prostitution"? Pues básicamente un blog dedicado a la música. ¿A qué música? A toda la puta música que merezca la pena; desde indie melancólico para gafapastas hasta trash para melenudos amantes de la velocidad extrema.
¿Sólo eso? Me estás tocando los huevos con tanta preguntita... Pero no, habrá más cosas. Supongo.

Así que nada, pasad por aquí de vez en cuando si queréis culturizaros un poco, que falta os hace.
Y ahora, me voy a ver Sálvame.

Que os den por culo, y un abrazo.