30 de noviembre de 2012

Sangre fresca: Tako - Las campanas de la vergüenza

Comienzo esta nueva etapa con una novedad discográfica. Como ya os dije, a partir de ahora haré unas cuantas entraditas cortas para presentároslas.

Y los encargados de acompañarme hoy no son otros que los maños Tako. Aunque aquí en la tierra del cierzo son bastante conocidos (y aún así) en el resto del país ha sido a base de esfuerzo y sobretodo del talento que exudan desde hace más de veinticinco años. Los de Ejea de los Caballeros están hechos de otra pasta, de una pasta rockera que madura con el tiempo como el buen vino y que los convierte en auténticos monumentos de la música cantada en el lenguaje de Cervantes, como enormes estátuas doradas aguantando la embestida de oleadas de arena.

Reconoceré que nunca me había puesto en serio a escuchar sus discos y que me conformaba con temas sueltos. Por eso quizás lo que me he encontrado en Las campanas de la vergüenza (decimosexto, o eso creo, álbum de la banda) me ha sorprendido para bien. Básicamente porque aquello que me gustaba en estos temas esporádicos se mantiene a la perfección durante todo el plástico.

Rock añejo y muy cuidado, que no se deja nada en el camino, aquí cabe tanto el blues como el punk garagero, con melodías relativamente sencillas pero con unos arreglos magistrales muy frescos y sobretodo,  algunas de las mejores letras en castellano que he escuchado nunca. Tako saben ser crudos y también saben ser poéticos, saben hablar de la omnipresente crisis sin caer en lugares comunes como en Llueve en el sur y saben poner una sonrisa en tu boca cuando escuchas Miénteme. No es nada fácil hablar de temas como el cáncer (El alma atada) y hacerlo con tanto cariño y tanta elegancia. Y tampoco es fácil parir dos auténticas joyas como La tienda, con sus metáforas y juegos de palabras sobre ritmo pausado, y la contundente Princesa acurrucada. Y por supuesto tampoco es fácil llegar a la edad de Rones y mantener esa voz dulce a la par que áspera.

Ojalá tengamos Tako durante muchos años más.

28 de noviembre de 2012

Cambio de ciclo

Al final ha sucedido lo peor. Alex ha decidido dejar el blog hasta las últimas consecuencias, pues además de decidir que no volverá a escribir aquí, ha borrado casi todas sus entradas. Algo demasiado drástico para mi gusto, pero que debo respetar.

Por si alguien lo está pensando (básicamente porque yo lo haría) quiero que sepáis que no he tenido nada que ver en su decisión. Es verdad que en más de una ocasión habéis sido testigos de ciertas tensiones entre nosotros (especialmente si nos seguís por Twitter, que ahí vamos a machete y sin remilgos), pero en esta ocasión no ha sucedido nada (al menos que yo sepa) como para hacerle sentir que aquí estábamos enfrentados. Aunque la decisión esta vez parece definitiva, creo que todos lo echaremos de menos (en uno u otro sentido) por la blogosfera.

Y aquí estoy yo ahora, sólo ante el peligro. Había pensado en chapar esto y abrirme yo un blog nuevo si me daba el venazo, pero he decidido continuar. He decidido continuar básicamente porque he invertido mucho esfuerzo en este blog, he hecho muy buenos amigos y porque montar un espacio como este desde cero me parece ahora una tarea mastodóntica.

No obstante, Apettite for prostitution se queda en el camino. Siempre he tenido la opinión de que cuando una banda pierde a uno de sus componentes importantes, o la alineación va dando bandazos uno tras otro manteniendo sólo algún miembro, deberían cambiar de nombre. Para que me entendáis, Chinese democracy no debería haber salido (en mi opinión) bajo el nombre de Guns N' Roses, sino Axl Rose and the Gunslingers o algo por el estilo.

El blog cambiará de dominio y de nombre. De manera que durante los próximos días habrá muchos cambios tanto en estética como en la orientación del blog. Voy a crear secciones nuevas, a extender algunas (Sangre fresca, por ejemplo, dejará de ser mensual para comentar los discos por separado a lo largo del mes) todo para intentar que cada tres o cuatro días podáis leer algo interesante. El que se queda es Rodolfo, que le he cogido cariño.

¿Por qué os cuento todo ésto? Pues porque soy un tío transparente y por si alguien quiere abandonar el barco antes de que yo lo hunda en las oscuras profundidades de la red. Espero estar a la altura y mantener la fidelidad y el cariño que nos habéis demostrado durante más de año y medio.

Gracias por vuestra atención, shurhands.
Bueno, bueno, tampoco es para tanto...

26 de noviembre de 2012

Aquellos maravillosos años

Tommy Lee, Dimebag Darrel, Axl Rose y Alice Cooper.
School's out forever.
Si ya habéis terminado de partiros la ñocla con las fotos (la de Darrell es especialmente WTF) damos el pistoletazo de salida a una entrada que llevaba tiempo mascuyando y que finalmente (y en vista de los últimos acontecimientos) he decidido lanzarme.

Como ya dije en una ocasión, la vida cuando eres adolescente tiende a ser una puta mierda. Tus hormonas se ponen de acuerdo para conspirar contra tu persona, como un eje del mal biológico, convirtiendo tu cara en un campo de batalla plagado de cráteres y secreciones como poco repugnantes, adornándolo todo con un precioso bigote grisáceo e irregular y una voz a medio camino entre el gallo Claudio y un digderidoo. Las tías tampoco se libran porque el acné es tan universal como la diarrea y encima a algunas el metabolismo les juega una mala pasada y les deja la cara como un plato de arroz a banda y los muslos como columnas corintias.

Pues eso, una puta mierda.

A eso hay que unirle que normalmente, y salvo honrosas excepciones, nos volvemos subnormales profundos de la noche a la mañana y tendemos a radicalizarnos, disfrazando de decisiones adultas actitudes que por norma general son de lo más infantil. Bueno, y luego hay peña que se le pasa la adolescencia pero siguen siendo así.

No es mi caso, o al menos eso creo, y por eso el objetivo de esta entrada es echar la vista atrás y hablar sobre algunos de los discos que me flipaban por aquella época y que en cierta medida son responsables de que hoy esté aquí escribiendo en este blog. De cómo con el paso de los años algunos me dan un poco de vergüenza ajena y de como sigo amando otros como el primer día. Pero sobretodo, hablar sobre una serie de discos que supongo que casi todos habréis escuchado y de paso, echarnos unas risas.

Doc ya tiene preparado el Delorean. Abrochaos los cinturones, porque vamos a viajar al pasado, a esas habitaciones llenas de pósters, con sillas enterradas bajo la ropa del día anterior (calzoncillos acartonados incluídos), y ordenadores sin una conexión decente a internet. Nos vamos a 2004 (año arriba, año abajo) para que conozcáis de primera mano lo que el mancebo Vinny y sus colegas devoraban sin contemplaciones nutriéndose muchas veces de productos bajos en calorías y preparando sus jóvenes cuerpos para masticar música de verdad.

19 de noviembre de 2012

Screaming for vengeance


Comienzo esta entrada lanzando al aire una pregunta que creo que a todos nos tiene en vilo... ¿Dónde está Álex? ¿Álex? ¿Estás ahí? ¡Manifiéstate! Pero no cerca del congreso, que te zurran los antidisturbios.

Qué jevi estoy últimamente. Tras terminar la entrada del Powerslave me quedé con ganas de más y estuve revisando algunos cedés que tengo grabados de hace años y repasando grupos que durante mucho tiempo fueron ración de rock diario. Es gracias a esto que se levanta el telón y los focos iluminan hoy a los grandísimos Judas Priest.

Antes de continuar, no puedo evitar comentar que mi relación con los metal gods durante años ha sido muy, pero que muy bipolar. Si bien soy un ferviente admirador de casi toda su etapa ochentera (incluso los denostado Turbo y Ram it down) pero odio con toda mi alma (y me perdonaréis lo categórico de la declaración) el maldito Painkiller. De verdad, es que es insoportable. Sabéis que a mí no me desagradan (es más, me gustan) estilos tan soporíferos y desquiciantes como el deathcore y otras lindezas, pero es que la voz de Halford en ese disco se me clava en las meninges y me provoca un dolor de cabeza que no es ni medio normal. Vamos, que como podéis imaginar, a mí me molan los discos con Owens. De Angel of retribution (aunque he de reconocer que durante una temporada no dejaba de escucharlo) o el infame Nostradamus no hablaré, no creo que haga falta decir nada. Tampoco lo haré sobre su época setentera por no conocerla a fondo. Resumiendo, que por mí los Judas se podían haber retirado en 1988 y no habría sufrido (básicamente porque aún me quedaba un año para nacer).

5 de noviembre de 2012

Sangre fresca (OCTUBRE 2012)

La semana pasada estuve en Londres por cortesía de mi señora novia y tengo algo que deciros: si queréis practicar inglés, no vayáis a la capital inglesa. Porque cada vez que os vean pinta de españoles, os van a hablar en castellano. Bien sea porque son oriundos de la pérfida Albión (o cualquier otro país) y conocen el idioma, bien porque son paisanos nuestros o primos del sur de América. Os lo juro, una puta plaga.

Desde luego los guiris están hechos de otra pasta. En la vida había visto yo a la peña meterse chupitos de tequila a las seis de la tarde entre pinta y pinta. Bueno, sí, pero aquí la gente que hace eso tiene quince años y lleva sudaderas de Oxford y tal. No adultos hechos y, puede que en ese momento ya no muy, derechos.

En fin, no os aburro con anécdotas de persona cosmopolita y retrasos en los vuelos de Ryanair, y nos metemos de lleno en las novedades de Octubre, que ha llegado cargadito como la burra que iba con chocolate hacia Belén (¿qué cojones hacía una burra cargada de chocolate camino de Belén?).

Conocéis de sobra mi debilidad por Coheed and Cambria. Por eso esperaba la salida de este The afterman: Ascension, como un niño la mañana de Navidad. No diré que la primera parte de esta historia en dos entregas me haya decepcionado, pero he de reconocer que esperaba otra cosa. O mejor dicho, no esperaba que recularan y abandonasen la épica y monumental producción de Year of the black rainbow para volver al sonido clásico de la banda. Esto no es malo, ese sonido es parte del sello de los neoyorquinos. Pero aún así... Tengo la sensación de que habría sonado mejor si hubiera seguido la línea de su predecesor. No obstante, que nadie se asuste. Sus melodías intrincadas y evocadoras siguen ahí, así como los imaginativos ritmos. El regreso de Josh Eppard y Zach Cooper, el nuevo bajista, mantiene el listón muy alto. Cerrad los ojos y acompañad sin dudarlo a Sirius Amory, el hombre que descubrirá la horrible verdad sobre la energía que mantiene unido el Keywork.