Última ronda de la manga de Por amor a la música dedicada a músicos con alguna discapacidad y es aquí servidor el encargado de cerrarla. Hemos hablado de músicos ciegos, enanos, obesos y amputados conociendo grandes historias y mejores artistas. Estuve barajando varias opciones y, ya que nos ha pillado el parón de las fiestas he aprovechado para quedarme con la opción que menos problemas podía presentar a mis compañeros.
De manera que aquí estoy, proponiéndoos que hablemos sobre músicos sordos. Y es que a pesar de lo complicado que parece desde fuera compaginar el trabajo de músico con una deficiencia auditiva, son muchos los ejemplos a lo largo de la historia de músicos sordos, siendo el más conocido como bien sabéis el maestro y rockstar clásico Ludwig van Beethoven. Vale cualquier tipo de sordera, tanto total como parcial, en ambos o en un único oído y, de hecho, no hace falta que el músico en cuestión siguiera ejerciendo después de quedarse sordo (no es lo ideal, pero sus lo voy a permitir).
Aunque muchos los conoceréis por haber sido el bajista de los últimos Oasis, lo cierto es que el guitarrista Andy Bell lleva en esto de la música desde antes (tampoco mucho a decir verdad) de que los hermanos Gallagher formaran su banda.