20 de octubre de 2011

Ars magna / Miradas

¡Saludos desde mañolandia mis queridos shurmijos! Siento haberme ausentado tanto tiempo, pero en esta puta ciudad sembrada de zanjas llamada Zaragoza, estábamos de fiesta. Han sido nueve días casi sin parar, y eso que os puedo asegurar que soy el menos parrandas de mis amigos, con mucha diferencia. Yo venía con la idea de despotricar contra toda esa pandilla de hipócritas que no han pisado una iglesia desde que que hicieron la comunión y que durante estos días se dejaban la garganta en responder "Viva" cada vez que alguien se acordaba de la puta Virgen del Pilar, como esos sevillanos tan "devotos" que se quitan las penas durante la Semana Santa a base de meterse unas buenas rallas de sosa cáustica y follarse a unas cuantas furcias, por supuesto muy compungindos porque el Cristo de Medinaceli no ha podido salir debido a la lluvia. ¡Ponedle un toldo, cojones! Pero eso, que no lo voy a hacer. Espera un momento...


Llevaba tiempo queriendo hacer una entrada sobre hip-hop, pero supongo que hasta ahora no había tenido las ganas y/o el motivo para hacerla. Hasta que este jueves pasado estuve viendo en directo a Nach por primera vez. Llegué con muchas ganas y salí con más incluso. Y es que lo quiera o no, el hip-hop lleva a mi lado casi tanto tiempo como el rock, el punk o el heavy metal.
Me gusta sobretodo el rap en castellano. La razón más simple es porque con unas letras tan largas y muchas veces tan "de la calle" es muy jodido pillar a la primera todo lo que dicen los raperos extranjeros, amén de esos infernales acentos que tienen por ejemplo los americanos (el gran productor de hip-hop mundial), que parece que se pasan el día comiendo chicle y que lo mismo te podrían estar cantando en esloveno. Pero, para ir un poco más allá, voy a ser sincero: me dan mucha rabia toda esa pandilla de gangstas, lo cual reduce considerablemente el número de raperos estadounidenses que puedo aguantar. No soporto ese rollo de malotes de prisión, de bandanas, de colgantes de oro enormes, de pipas, de tetas y de llantas. Gente como 50cent no debería de poder vender millones de discos y mucho menos seguir viviendo de su "música". Joder, si ni siquiera sabe rapear, parace que está cantando con resaca y recién levantado. Por suerte en España el movimiento se llevó por otros derroteros, pues casi desde el principio se dieron cuenta de que hablar de bandas de mafiosos, de carracos con suspensión hidráulica o de como le pegabas cuarenta tiros al chulo de tu última puta con una Colt 42 cuando vivías en Lavapiés, no tenía mucho sentido. En lavapiés eran más de arreglar las cosas con navaja. De manera que, por decirlo de algún modo, el rap en castellano se convirtió en el hermano vacilón y modernete del punk patrio, esto es, alternar el mensaje social con la competi (para los profanos, la competi es el término que se utiliza cuando un tema se basa en la defensa del propio autor, algo así como un "soy el mejor y te voy a decir por qué" y es algo muy común en el rap en castellano).




Ignacio Fornés, natural de Alicante y licenciado en sociología, y conocido en el mundillo como Nach (gracias al creador se quitó el "apellido" Scratch) publicaba en 2005 un ambicioso doble álbum, aunque eran más bien dos álbumes en uno. El primer disco, Ars magna, podríamos considerarlo como la obra principal. Un nuevo disco de Nach, con toda la variedad que el concepto indica. Por otra parte, Miradas tiene una temática conceptual sobre la situación social, centrada en esos personajes que normalmente parecen insignificantes pero que constituyen la base de nuestra vida. Fue mi primer disco de hip-hop y por eso, se merecía ser el primero en aparecer aquí.


Grabado en los estudios Lebuque de Barcelona y acompañado no sólo por Soma (su productor y mezclador habitual) sino también por pesos pesados de la escena como el trío Cookin' Soul, Jefe de la M, Hazhe, Nikoh E.S. o Big Hozone, la dupla Ars magna / Miradas es una colección de pequeñas obras maestras. Una de las ventajas del hip-hop, como decía el gran Chojín, es que puedes hablar de lo que te salga de la punta de... la nariz. Nach lleva esta premisa hasta el extremo, de manera que ya no es simplemente que se adentre en terrenos en los que los raperos hasta entonces no se habían atrevido a invadir, sino que convierte cada tema en una historia, en una reivindicación, en un mundo, simplemente con palabras. Pero como no quiero extenderme mucho más, dejaré que sea el disco quién hable por mí.




Con Alfa, como no podía ser de otra manera, Nach nos da la bienvenida a Ars magna y nos recuerda quién es, dónde estamos y qué estamos escuchando (Nach sólo es un nombre para un hombre y una causa) para que a continuación la épica El camino del guerrero utilice la sabiduría y disciplina oriental como metáfora para crear una especie de decálogo del buen MC (Lo que el guerrero enseña no puede hacerlo solo, necesita compañeros con quien luchar codo a codo)


Tras ponernos al día sobre sus andanzas en Repaso mis pasos (El hip-hop entró en mi vida y me atrapó como un imán), llega el primer puñetazo en la cara. Barras y estrellas es una durísima crítica a la cultura norteamericana, país de contrastes dónde la clase media, aunque mayoritaria, no deja de ser la bisagra entre las altas esferas, rodeadas de lujo y glamour, y los suburbios, dónde el miedo y la violencia inundan las mentes de todos sus habitantes (América, ¿vives entre barras o entre estrellas?)


Con la ayuda de Madnass y Lesk, Nach construye en 2055 una visión apocalíptica, turbia, ácida, sintética y decadente del futuro que nos espera si tenemos en cuenta como evoluciona nuestro mundo en la época actual (Tribunales virtuales que sentencian sin clemencia contra toda resistencia al poder establecido). El día que murió el arte no es más que un recadito a la industria musical, que desde hace ya unos cuantos años, ha convertido el movimiento del hip-hop en una moda para imbéciles, para pajilleros con ínfulas de tío duro y subnormales con más oro en el cuello que cerebro en el cráneo (¿Tú te haces llamar artista? Sólo eres el último eslabón en la cadena del patético comercio musical español). El tiempo escapa es uno de mis temas favoritos, no sólo por su letra, un nuevo recordatorio - nunca serán suficientes - sobre la fugacidad de la vida y la virtud de saber exprimir cada segundo al máximo, sino también por la increíble y sensual voz de la catalana Aniki, que acompaña al alicantino y a Payo Malo, que se podía haber quedado en su casa porque no aporta una mierda al tema (Vivimos pensando en mañana. Creemos que quién más tiene más vale y más gana).


Creo que Pandora fue la primera canción que escuché de Nach. Y he de reconocer que me fascinó. Pandora es la actualización del personaje mitológico, convertido ahora en personificación de todos los males del mundo, en el culpable de cada acto malvado y egoísta, en conciencia de genocidas, asesinos, violadores, maltratadores y demás gentuza (En el pasado fue Lepanto y Normandía. Hoy son los sicarios de Colombia, las hambrunas de Etiopía). Llegamos a otro de mis temas fetiche, No bailes. Durísima y divertida crítica a toda la fauna nocturna que puebla polígonos y locales de ocio los sábados por la noche. Un caramelo indigesto para todos esos fuckers, tronistas, johnnys, jessys, chonis, canis, neumáticas y gilipollas varios a los que más de una vez hemos deseado destrozarles la cara a puñetazos (Pero no tienes freno y no sabes parar, ¡si es que te bebes hasta el cubo de fregar todoterreno!). Ha llegado el momento de reflexionar un poco con el Interludio 2 y una de las frases que más me ha marcado nunca: La escritura es un arma, y es mucho más poderosa de lo que jamás podrá ser un puño.


Infinito es puro hip-hop, esta vez sin ningún tipo de preocupación. Un poco de competi sana con mucho estilo. Un tema denso y muy pesado para el espíritu del disco, pero que inunda tu mente hasta que te arranques a menear el cuello (Yo sólo hago un rap infinito, repito, yo sólo hago rap y vosotros hacéis el mito). El experimento del disco se llama Palabras y en él Nach no necesita construir ninguna frase, simplemente encadenando palabras crea un tema muy potente, de esos que coreas en directo hasta quedarte afónico.(Libros, cine, ocio, sexo, amor, amigos, enemigos, duelos...)


Es hora de conocer los Tipos de MC's, y es que tontos hay para todos los colores: el underground, el que lo es por moda, el old school, el toyaco de MTV, el malo malísimo, el necesita criticar a los demás como el aire, el que acusa de facha a todo aquel que no hable de lo mal que lo pasan los parados, el fashion y la estrella estrellada (El tonto que sigue cualquier moda nueva y ahora hace rap porque es lo que se lleva). Tras este escenario, Nach y Juaninacka nos cuentan lo que muchas veces no sabemos, lo que sucede detrás de las bambalinas, antes de que se prenda la mecha y el público estalle (La lista de temas en algún bolsillo de mis pantalones anchos). Tras la relajante y sobrecogedora Interludio 3 (Todos tenemos una historia que debe ser contada y guardamos un secreto del que nadie sabe nada), aparece Binomio, otro de mis favoritos. En este tema, el MC alicantino explora las dos caras de la misma moneda, lo bueno y lo malo, lo dulce y lo amargo de la vida, con una fluidez envidiable (Y ha sido así desde que el mundo existe, y en un segundo lo alegre se vuelve triste)


Ars Magna acaba con Mi propio cielo, un ejercicio de imaginación sobre como se imagina su autor el más allá, o mejor dicho, como le gustaría que fuera. Aunque en realidad es como nos gustaría a todos que fuera: encontrar a nuestros seres queridos, a nuestros ídolos, dedicarnos a nuestras pasiones... Soy ateo, pero desde luego, si el cielo es como lo pinta Nach, seré el más creyente de todos (Viajar a todos los planetas y galaxias del universo. Practicar sin fin el sexo más intenso)




Ha llegado el momento de pasar de página y sumergirnos en el universo de Miradas. Basado en la simple idea de que, tras cada persona que vemos o miramos de reojo por la calle, tiene una historia escondida, en ocasiones historias realmente apasionantes. En contraposición a su hermano mellizo, Miradas deja de lado los artificios para mostrarnos el lado más emotivo y comprometido de Nach. Aquí, la cotidaneidad se viste de amargo, de dulce, de oscuridad y de luz, tratando de reflejar la realidad tal y como es. Ni blanco ni negro. Gris.


Tras una pequeña Intro que sirve de presentación y resumen a lo que se nos viene encima, aparece Flavio Rodríguez y su sensual falsete para acompañar en Una vida por delante. Esta canción esta dedicada al (por aquel entonces) recién nacido sobrino de Nach, y en la que le explican al neonato el mundo de posibilidades que se abre ante él. Un poco ñoño para el gusto de un servidor, pero no deja de ser bonita (Tuyo es el fuego si quieres quemarte, tuyo es el aire, tuyo es el mar y las flores ¿quieres quedarte?). Es entonces cuando comienzan a aparecer los verdaderos protagonistas de este plástico, como si de una obra coral se tratase: el ex-convicto que busca una nueva oportunidad Más allá de las sombras (Mi mala fama, mi mama que aclama, mi dama que ya no me ama, mis amigos traman más hazañas...); los amores Clandestinos de una pareja homosexual, un chico y una chica de distinta raza y credo o la alumna tímida enamorada de su profesor cincuentón (Pero cuando el amor existe y está prohibido, el amor es triste porque es clandestino); con Lom-C se transforma el mendigo que vive en la calle pero que se siente un rey sobre sus Castillos de cartón (No tengo nada que perder ni que ganar, por eso viajo sin rumbo hacia ningún lugar); los inmigrantes que buscaron en nuestro país esa Tierra prometida (Si tus calles me acogen, me quedaré. Compartiré mis costumbres y hasta el color de mi piel); o Penélope (con Noe), la prostituta que pasea con su bolso de piel marrón y sus zapatos de tacón (Soñaba como cada niña cada noche con coger alguna estrella) - magnífico homenaje a Serrat, uno de los muchos cantautores que inspiran al alicantino -.




Cadenas, es el tema más potente, más crudo de todo el álbum. Un ejemplo de cómo la teoría del karma no es tan disparatada y que todos nuestros actos tienen una consecuencia que, al final, acabará repercutiendo en nuestras vidas. De cómo un hombre recibe una bronca del jefe en el curro. De cómo éste, medio borracho, golpea a su mujer para aliviar su frustración. De como ésta la paga con su hijo, que ya tiene en la cabeza suficiente lío. De cómo el muchacho, se desahoga dándole una paliza a un chaval en el colegio. Y de como el gran jefazo se pillará un cabreo monumental cuando sepa que a su hijo le han pegado en clase, volviendo a girar la rueda (Todo el planeta se conecta en una red perfecta y el dolor que infecta a otros nos afecta).




Para terminar, Nach nos presenta a dos nuevos personajes, los que representan la cara más amable del disco. El primero es El hombre que siempre estuvo allí, ese hombre ciego que a pesar de haber perdido uno de sus sentido, está más vivo que muchos de nosotros (Entre cafés y tertulias me habló de su esposa e hijas, las describía, sonreía y besaba su sortija). El segundo es el Taxi driver, el testigo mudo de tantas y tantas historias de amor y desamor, el encargado de llevarnos a casa sanos y salvos cuando el frío aprieta y los ya no sentimos los pies (Parece que lo sabes todo y no dices nada, recorres las madrugadas en esta ciudad manchada y solitaria). Vale, si lo piensas fríamente, la carrera te la cobran con muchas ganas. Pero joder, no le quitéis el romanticismo a la vida.


Antes de marcharme, me gustaría invitaros a escuchar algo de este muchacho, aunque no os guste el hip-hop, casi puedo aseguraros que encontraréis algún tema (o varios) de vuestro agrado. ¿No me creéis? Mi colega Mariano, aficionado al power metal, Queen, la ópera y la música clásica, podrá recomendaros más de una canción. 


Regresaremos con mucho flow y mucho respeto en próximas ediciones. Hasta entonces sed felices. Un abrazo muy grande y que os den por el OGT.

5 de octubre de 2011

Sangre fresca (SEPTIEMBRE 2011)

Mi vida es un caos. Pero un caos de verdad. Tengo un horario que parece diseñado por un chimpancé lobotomizado y ciego. Los miércoles sólo tengo dos horas de clase por la mañana y aún así, se me solapan las prácticas de cuatro asignaturas en dos días. Cosas de las optativas, las asignaturas de libre elección, y de la puta madre que las parió a todas. Pero no puedo quejarme.


Y creo que vosotros tampoco, pues septiembre ha acabado, pero aquí seguimos nosotros, y yo en particular, preparados para hacer una vez más el repaso a las novedades más interesantes de este mes, que ha venido cargadito, muy cargadito. Y para todos los gustos.


Cada vez tengo más claro que Primus se creó para que Les Claypool pueda lucirse sin parecer un narcisista. Green naugahyde tiene una línea muy clara: Les inventa y reinventa ritmos de bajo imposibles de seguir a no ser que tengas diecisiete dedos en cada mano o que los que tengas se te muevan a la velocidad de los neutrinos (toma chistaco freak, esté es para nota) mientras que Jay Lane y Larry LaLonde se limitan a acompañar, con mucho arte eso sí, las excéntricas melodías de su frontman. Funky, country... ni siquiera trataré de describirlo. Esto es Primus, no le deis más vueltas.


Muchos lo estábais esperando, y aquí están los simpáticos muchachos de Anthrax, Joey Belladona mediante. ¿Es cosa mía o Belladona canta mejor ahora que cuando tenía 20 años? Quizás sea el legado de John Bush. El caso es que este Worship music suena a lo que tiene que sonar. Suena a Anthrax, lo mires por donde lo mires. Nada de reflexiones profundas o pasajes atmosféricos. Tralla y de la buena. Riffs cuidados, una batería soberbia y actitud, algo que nunca les ha faltado. Charlie Benante comentaba hace poco que los fans del heavy metal no son muy abiertos de mente, musicalmente hablando. De manera que eso les limitó (positivamente, que nadie se enfade con el pobre Charlie) a la hora de componer este nuevo trabajo, de manera que no ha habido ninguna otra influencia salvo la del hard rock y el heavy metal. No digo que no puedan hacer cosas distintas, pero a mí esto tampoco me disgusta.




Los señores del metal progresivo han vuelto. Con A dramatic turn of events, Dream Theater demuestran que Mike Portnoy podía ser fundador del grupo, pero que el talento compositivo lo tenían compartido entre todos y que Mike Mangini puede suplirlo sin despeinarse. Además de sus ya clásicos e interminables temas en los que repasan casi punto por punto todo lo que aprendieron en el conservatorio, son las canciones menos pretenciosas, las de menos duración, como las baladas, las que suponen el verdadero brillo, sin desmerecer en absoluto a sus compañeras, de este nuevo puñetazo en la mesa de Dream Theater. Pobre Portnoy, que mal lo debe estar pasando.




Alice Cooper regresa con una secuela de su disco debút como solista y recuperando a parte de los músicos que lo grabaron con él. Welcome 2 my nightmare vuelve a sumergirnos en las pesadillas de un hombre, con un sonido que no tiene prejuicios. Y es que al rock siniestro al que nos tiene acostumbrados el señor Vincent Damon se disfraza con máscaras y trucos más propios de la música electrónica y el pop, pero que conforman un repertorio de temas tan grotesco como irresistible. Prueba de esta fusión entre lo viejo y lo nuevo, es que Mr. Cooper ha contado con la colaboración de la cantante Ke$ha para interpretar al mismísimo demonio en uno de sus temas.*


Seguramente conoceréis a Bush. La banda, no el presidente, a ese por desgracia los conocemos todos (tanto al padre como al hijo). Pues eso, unos coetáneos de Cobain y compañía que vivieron durante mucho tiempo a la sombra de sus "hermanos mayores" pero que aún así, han dejado temas para la posteridad, como la depresiva Glycerine. Lo curioso es que este The sea of memories, aunque mantiene ese aire meditabundo y melancólico, está cargado de ritmos potentes y pegadizos, lo que es de agradecer. Muy recomendable.


Probablemente lo mejor que tenga el Velociraptor! de Kasabian sea el título del disco. Aunque tengo que reconocer que ese rollete sin caer en lo previsible, sin olvidarse de que el indie rock en el fondo sigue siendo rock, consigue cautivarte. Mucha elegancia y mucho sampler, muy moderno y muy clásico, como si escuchases The Prodigy en la gramola de tu abuela. Bueno, vale, quizás lo mejor no fuese únicamente el título.


Hablar de Mastodon siempre resulta complicado. The hunter vuelve a ser una amalgama de groove, progresivo, sludge, atmósferas de drone... Todo muy denso y muy enrevesado, como si estuvieses alucinando con ácido o tuvieses ardor de estómago. Y aunque, eso sí, suena mucho más directo que su antecesor, Crack the skye, sigue sin tener ese gancho que tenían muchos de sus temas más antiguos. Pero por supuesto, altamente recomendable si no le tenéis miedo a la experimentación porque, desde luego, imaginación y talento no les faltan.


Otros que han regresado son blink-182. Y, bueno... Neighbourhoods intenta, sin mucho éxito, sonar más maduro. Está claro que ya no tienen veinte años y eso se nota para mejor, sobretodo a nivel compositivo, con melodías más trabajadas y letras algo, sólo algo, más profundas. Aún así, no puedo dejar de pensar que suena demasiado etéreo, demasiado sideral, como si el regreso de DeLongue (recordemos que Hoppus y Barker seguían juntos con +44) hubiese transformado al grupo en una extensión más ruda de Angels & Airwaves.


Machine Head no cambiarán nunca. Unto the locust es una nueva demostración de que ellos el metal lo han mamado, y de que su espíritu ni se plantea rendirse. Un espíritu de incansable doble bombo, de riffs muy elaborados con reminiscencias clásicas, de guitarras tormentosas y afiladas y de un Robb Flynn que sabe regalarte los oídos con una voz casi dulce (digo casi, porque tampoco vamos a pedirle al muchacho que cante como James Blunt) para al instante siguiente subirte la adrenalina con un buen berrido. Por si no se ha notado aún, me encantan.


Hay supergrupos y supergrupos. Pero lo de Chickenfoot parece una auténtica broma del día de los inocentes. Joe Satriani, Sammy Haggar, Michael Anthony y Chad Smith. Casi ná, oigan. Lo primero que uno piensa al escuchar Chickenfoot III es: Sammy, amigo, los años no pasan en balde para nadie. Porque el antiguo vocalista de Van Halen tiene un aire cazallero a lo Lemmy que sorprende, aunque no deja de ser anecdótico. Lo verdaderamente importante es lo que estos cuatro monstruos son capaces de hacer juntos. Rock atemporal y en estado puro, sin aditivos, conservantes ni colorantes.


Voy a hablar de Amaral por dos motivos: el primero es que el dúo siempre me ha parecido de lo más interesante que tiene el pop-rock español. Siempre han ido a su rollo y nunca les ha preocupado sonar de tal o cual manera. El segundo es que Hacia lo salvaje supone un cambio, puede que no drástico, pero si considerable en comparación con sus anteriores trabajos, pues se aleja del sonido más convencional del pop para adentrarse en una faceta más íntima, más oscura y "salvaje", con reminiscencias de su admirado Dylan, tanto en el apartado instrumental como en lo estrictamente lírico.


Por si aún no habéis saciado vuestro hambre de novedades, comentaros que también han salido a la calle estos días el Major / Minor de Thrice, el Heritage de Opeth y un disco homónimo de Staind... Mi opinión es que cualquiera de los tres podría mataros del aburrimiento. Creo que es lo más útil que se me ocurre hacer con ellos, utilizarlos como arma.


No podía marcharme de aquí sin compartir con vosotros los resultados de las dos encuestas de septiembre. En la primera os preguntábamos cual era la mejor película de Stanley Kubrick. Ni que decir tiene que no me esperaba un resultado tan abultado. Y es que por abrumadora mayoría, La naranja mecánica merece ser considerada el mejor trabajo de la carrera de Kubrick y sólo han sobrevivido a su paso El resplandor y Senderos de gloria, que obtienen unos justísimos segundo y tercer puesto. Así que sólo por eso, me pongo a bajármela ya porque no la he visto. Y conte que me lo he propuesto incontables veces, pero me han advertido que puede ser algo cruda y casi nunca me encuentro con ánimo de ponerme.




Nuestra segunda encuesta hablaba sobre bajistas. Ya elegimos en su día al mejor guitarrista y al mejor batería. Pero nos faltaba el último pilar. Aquí las votaciones han estado mucho más apretadas, y Cliff Burton, nuestro pelirrojo favorito, el ganador por tan sólo un voto de diferencia con dos bajistas tan dispares en estilo como grandes en talento como son Steve Harris y Flea, ambos empatados en segunda posición. La medalla de bronce también queda repartida, aunque esta vez entre Glenn Hughes, Tim Commerford y Jeff Ament. Sólo nos queda un buen vocalista para completar el supergrupo de Apettite for prostitution así que... estad atentos a próximas encuestas.



Nada más por mi parte gente, espero que vaya bien el mes. Un abrazo y que os den bien por el ojal.
¡Nos leemos!

* Antes de que le empiecen a llover las críticas al pobre Alice Cooper, os tengo que explicar que, durante la última gala de los Emmy, conoció a la susodicha y que congeniaron bastante bien, hasta el punto que el bueno de Vincent se ha tomado como algo personal el sacar a la muchacha del papel de diva y transformarla en una rockera de pro, capitaneando una banda. Ojipláticos nos quedamos.