¡¿Qué?! ¿Que habíais pensado que hablaba de...? ¡No! ¡No, por favor! Y además he hablado de niños... Que vergüenza. Pensaréis ahora que soy una especie de obseso. Bueno, pues no andáis muy desencaminados, así que seguid pensándolo. Porque aunque esas letras en negrita hayan llamado poderosamente vuestra atención y habéis pillado el doble sentido al vuelo, reconoced que una pequeña parte de vuestro cerebro os decía lo contrario y os gritaba "¡huye!¡es un post exhibiccionista!" Pero no cantéis victoria tan pronto. Este va a ser un post animal, en el sentido más sexual de la palabra.
David, en una escena eliminada de Rocky III |
Y si hubo un grande entre los grandes durante aquella decadente y brillante época, ese fue David Bowie. Él era el más decadente, el más brillante. El duque blanco. Ziggy Stardust. El hombre de las mil caras. Para muchos un simple fantoche, para otros, un icono, un mito, una leyenda viva.
Nos situamos solamente un año después de la publicación de Aladdin Sane. Y tan sólo ocho después de haber publicado un disco de versiones. Durante la grabación de este último, Bowie se obsesionó con la novela 1984 de George Orwell. hasta tal punto que intentó comprar los derechos de la obra para hacer un musical. Las negociaciones no llegaron a buen puerto y fruto de esa frustración y del innegable talento que exudaba el duque blanco, surgió este Diamond Dogs, el último cartucho que el rey del glam gastó antes de abandonar su trono. Un trono que a día de hoy le sigue perteneciendo pero que hace mucho que no ocupa.
En cuanto Pin ups (el disco de versiones) estuvo a la venta, Bowie se encerró en el estudio para dar forma a su nueva criatura. La principal diferencia vino que esta vez los Spiders from Mars no serían sus matronas, ya que aunque había ayudado a gestar el disco durante el tour anterior tocando muchas de las canciones en directo, Mick Ronson y los suyos no entraron a grabar con David. En su lugar Bowie tomó la batuta y se encargó de la mayoría de las guitarras (un par ya compuestas por Ronson durante la gira), el saxofón y otros instrumentos algo menos ortodoxos, como el sintetizador Moog o el melotrón. Al bajo lo acompañaba Herbie Flowers y la batería se la repartieron entre Tony Newman y Aynsley Dunbar.
Pero Diamond Dogs no era simplemente un nuevo disco. Era un nuevo mundo. Una nueva historia que contar. Lo primero era elegir la máscara, y Halloween Jack fue el afortunado. Un moderno, un chulo barriobajero, un hombre entregado a las pasiones del bajo vientre. El más guay de toda Hunger City. Él será el encargado de guiarnos por los despojos de lo que antaño fue Manhattan pero no son más que ruinas, dónde los seres humanos sobreviven como pueden entre la putrefacción de un mundo que cada día tiene menos de mundo y más de vertedero, promiscuos, drogados y desencantados. Agarraos fuerte a lo que tengáis más a mano, porque a partir de aquí, el vórtice de purpurina y autodestrucción girará cada vez más rápido y no conviene que os trague.
And in the death, as the last few corpses lay rotting on the slumy thoroughfare the shutters lifted in ancient Temperance Building, high on Poacher's Hill, and red mutant eyes gaze down on Hunger City. No more big wheels. Fleas the size of rats sucked on rats the size of cats and ten thousand peoploids split into small tribes coveting the highest of the sterile skyscrapers like packs of dogs assaulting the glass fronts of Love-Me Avenue, ripping and rewrapping mink and shiny silver fox, now legwarmers. Family badge of sapphire and cracked emerald any day now. The year of the diamond dogs... This ain't rock and roll. This is genocide! narra Future legend, que nos ambienta como nadie, con su guitarra desnuda y sus sonidos inquietantes (a mí esa niña que suena de fondo me pone los pelos de punta), dándonos una calurosa bienvenida al fin del mundo. Poco hay que decir de la inmortal Diamond dogs, con ese riff sureño y esos arreglos de saxofón, despreocupada, provocativa y sexy convirtiéndose en la perfecta banda sonora de las andanzas de Halloween Jack por los tejados de Hunger City presentándonos a sus habitantes y su sociedad.
La tríada Sweet thing/Candidate/Sweet thing (Reprise) nos sumerge en el sórdido mundo del sexo callejero, con un Halloween Jack ardiente y sinuoso, que se arrastra entre espasmos de placer sobre una guitarra distorsionada y un saxofón insinuante. Aitor decía (y Alex lo secundaba) que el mejor disco para tocarse era el Aladdin Sane. Puede ser, pero para follar, dudo que haya ninguno mejor que este. El tema, que empieza dulce y emotivo, como las caricias por encima de la ropa, va subiendo la temperatura, poco a poco, hasta hacerte sudar. Y entonces acelera, el ritmo se vuelve más rápido, como el movimiento de las caderas en la cama, como el ritmo cardíaco cuando sientes a una mujer cerca. Ya para terminar, todo se vuelve casi épico y os hará rememorar esos segundos previos al orgasmo, esos segundos de pura magia y deseo...
Creo que me he empalmado. Bueno, Rebel rebel nos tranquiliza un poco, pero no pierde de vista ese aire de ambigüedad que imbuye a nuestro protagonista. El riff, obra de arte dónde los haya, es una auténtica inyección de positivismo, una invitación a romper con los estereotipos que nos encorsetan y simplemente, ser felices como nos sintamos.
Rock 'n roll with me es, para mí, un auténtico himno al sentimiento rockero por excelencia: la amistad, no en vano fue compuesta por Bowie y su gran amigo Warren Peace. El esfuerzo conjunto de todos los instrumentos en este tema, lo convierten en una pieza sólida, en una pequeña orquesta ambulante que te hincha los pulmones con cada nota.
A partir de aquí, el disco se convierte en un pequeño homenaje a George Orwell. Si no lo habéis leído, aprovecho para recomendarlo y es que pocos escritores fueron tan visionarios (quizás Verne fuera el otro discípulo aventajado) como el inglés. En el 47 vaticinó la globalización, la desaparición del pensamiento crítico e individual en aras del bien común, los conflictos encubiertos, la alienación de la raza humana en general, y por supuesto, el Gran Hermano, ese ojo que todo lo ve y todo lo vigila y que hoy por hoy, camuflado en ese seudónimo que inspira tanto morbo como miedo, sigue vigilándonos. Orwell utiliza el periplo de Winston Smith, el protagonista, para retratarnos esa sociedad gris y vendida como utópica donde el individuo ha desaparecido bajo el peso de las rígidas barreras de las clases sociales. La rebelión intelectual de Winston ante el mundo que le rodea y su ilícito romance con Julia, son ingredientes suficientes para prender la mecha de la discordia.
Se hace un poco denso, no voy a negarlo, sobretodo algunos pasajes sobre la geopolítica y los motivos que llevaron al mundo a su situación, pero se trata de una lectura casi obligada no sólo para todos los amantes de la ciencia ficción o la política, sino para todos aquellos que disfruten reflexionando mientras leen.
Pero volvamos con Bowie. We are the dead es una frase que Winston le dice a Julia, y en este tema, Bowie reinterpreta la ATENCIÓN SPOILER captura de la pareja a manos de la Policía del Pensamiento. La atmósfera pesimista y desencantada refleja todo el nihilismo velado que impregna la obra de Orwell, pero deja una pequeña grieta abierta a la esperanza, suficiente para que se cuele un brillo de esperanza.
Esto es 1984, épica, imparable, tremenda. Las guitarras te golpean con su incesante wah wah, los violines te acribillan con sus disparos agudos y rápidos como el rayo, el teclado te sopla en la nuca una melodía tétrica y envenenada, y Halloween Jack grita, como un profeta sin piedad.¡El puto apocalipsis suena a disco!
El saxo que abre Big brother no esta permitido para menores de dieciocho años. Todo ha terminado, Halloween Jack y los suyos han sido capturados por los de arriba, que los han convertido en autómatas sin libertad. Ahora aman al Gran Hermano. Si no fuera por que el saxo vuelve a hacer de las suyas, dejándonos unos minutos sensacionales, ahora mismo estaría llorando. Chant of the ever circling skeletal family es el cierre del disco, los Dos Minutos de Odio de los que habla Orwell en su novela y que los gobernantes utilizan para mantener calmados a la población, bombardeándolos con imágenes de los enemigos del régimen. Desquiciante, distorsionada y aún así, conserva ese olor a decadencia, como de estridente perfume barato.
Cuidado, Roger Moore nos vigila. |
Cuidaos mucho chumachos. Un abrazo enorme y una patadita en el culo.