28 de julio de 2011

Hellfire club


Ladies and gentlemen, welcome to the freak show!! Así de contundente se abre el disco del que vengo a hablaros hoy. Me gusta especialmente esa manera de no esconderse, de admitir a grito pelado que en el fondo, Edguy no son más que una pandilla de freaks a los que les gusta hacer metal. Eso y la portada, que me encanta.

Lo de los "frikis" es algo que me toca un poco la moral. Básicamente porque soy uno de ellos. Pero quizás es ese significado de "antisocial" el que no me gusta un pelo. Un friki por definición es alguien con una obsesión en muchas ocasiones insana por un hobby en particular. Y ahí entramos todos: otakus, geeks, fanboys... Pero no sólo estos. Los "frikis" no son simplemente ese pequeño grupo que programas como El diario de Patricia (que me da igual que ya no esté Patricia, ese diario es una propiedad vitalicia) explotan hasta la saciedad para que sus espectadores, cuyo cociente intelectual roza el de un babuino con problemas mentales, se puedan reír a gusto de aquellos a los que consideran diferentes. No señores.

Si una persona es muy aficionada a la música es un melómano, si alguien colecciona sellos es filatelista y si a alguien le gusta mucho el fútbol, un forofo. Pero hay melómanos que conocen hasta el sabor de helado favorito del zapatero de un cantante que estuvo dos semanas en su banda fetiche. Hay filatelistas que arañan debajo de las piedras para encontrar un sello en el que aparezca la reina Isabel II haciéndose un dedo. Y hay forofos que se conocen todas las puñeteras alineaciones de la tercera división holandesa. ¿Y el friki soy yo porque juego al Final Fantasy? Venga hombre. Aquí frikis todos, o la puta al río.

Lo que quiero decir es que está de puta madre tener un hobby. Es más, está de puta madre obsesionarse con él. Pero que haya algunas aficiones que no se consideren "normales" o simplemente sean motivo de mofa, por ahí no voy a pasar. Básicamente porque no estamos hablando de sodomizar iguanas.

Pero vamos al lío. Hellfire club fue el sexto álbum de los germanos Edguy y sirve un poco como disco bisagra, entre el estilo powermetalero que caracterizó sus primeros trabajos en contraposición al hard rock de sus siguientes discos.
Considerados en su momento los herederos de Helloween (del que próximamente os haré una reseña), cuando se presentó el primer single de este disco, King of fools, la mayor parte de los aficionados se les lanzaron al cuello acusándolos de haberse vendido. Lo de siempre, este cuento es más viejo que el mear de pie.

Dirk Sauer, Tobias "Eggi" Exxel, Tobias Sammet, Felix BohkeJens Ludwig, salidos del mismísimo infierno. Si esto no es heavy, que baje Dio y lo vea.

El caso es que no sé si se vendieron, pero como ya he dicho, el disco es algo diferente a todos los anteriores. Probablemente porque Tobías Sammet, vocalista y compositor de la banda, estaba un poco hasta la polla ya de tanto power metal, pues además de Edguy, había publicado las dos partes del The metal opera con Avantasia. A grandes rasgos, en Hellfire club la banda se desteta de sus paisanos Helloween para ofrecer un metal más oscuro, acercándose más a la línea de Iron Maiden, y buscando nuevas fórmulas además de la típica doblebomboatodaostiaymelodíasenrevesadas.

Mysteria abre el disco y, como decía al principio, lo hace con una fuerza descomunal. Tras la consabida frase, un riff potente y endiablado, acompañado por un grito de Sammet, nos hace ver que las acusaciones de haberse vendido no son más que tonterías. Vale, quizás no es a lo que nos tienen acostumbrados, pero la batería de Felix Bohke sigue siendo infernal, y los coros metaleros no se han perdido. Tema para hacer air guitar con cara de chupóptero y convertirte en un auténtico metalhead.


El arranque bluesero de The piper never dies, con su hammond y todo, no engaña a nadie. Ritmo pesado y machacón, pero a la hora del estribillo el agua vuelve a su cauce con un sonido épico y casi forzado. Un pequeño interludio, macabro y oscuro se adentra en un pasaje en el que se intercalan los impresionantes sólos de guitarra de Jens Ludwig con algunos versos corales. Casi al final del tema, la cosa sube de nivel y el ritmo se acelera en una apoteosis metalera que cierra el tema.
De verdad que son ganas de hablar. Porque después de escuchar We don't need a hero aquí nadie puede acusarlos de haber dejado de lado su estilo anterior. Esto es power metal en vena, con su ritmo frenético, su órgano de iglesia y sus coros de secta. Protagonistas absolutos Ludwig y Bohke, que se salen casi literalmente.


Los acordes románticos que dan inicio a Down to the devil auguran un tema mucho más relajado que su vecino. Y no se alejan mucho de la realidad. El tema no es nada del otro mundo, pero Sammet es un muy buen compositor, y sabe como sacarse melodías y estribillos realmente pegadizos. A mí me mola. King of fools es el single antes mecionado. Un medio tiempo martilleante y con arreglos casi industriales. Se trata nada más y nada menos que un mensajito a todos aquellos shurmanos y demás pellizcabombillas así en general que tuvieron que aguantar (y que seguramente seguirán aguantando) que los mirasen por encima del hombro o simplemente con mala cara, por ser una pandilla de jevitrones. We don't wann be like you, don't you get that king of fools? Lo que hablábamos antes, vamos.


Forever es el baladón del disco. Baladón con B de "buah, que baladón". Y es que tiene todos los ingredientes para convertirse en tu mejor amigo a la hora de enternecer a una chavala, o simplemente de mojarle las bragas. Guitarra acústica, acompañamiento rítmico potente, coros de nenaza, arreglos orquestales, y un estribillo que haría llorar al mismísimo Chuck Norris. Así se hace una balada. Vete tomando nota Dani Martín.

Nos hemos puesto un poco moñas, pero Under the moon se encarga de recordarnos que esto es un maldito disco de metal, con un riff endemoniadamente rápido y otro estribillo para la posteridad. Lavatory love machine es el experimento hardrockero del álbum. Un tema que no pierde la esencia Edguy, pero que se desmarca por completo de sus compañeros, con una melodía simpática y muy vacilona. Queda patente el peculiar sentido del humor de Sammet, que en esta canción nos habla de cómo en un viaje a Brasil, mientras el avión está a punto de estrellarse, él se trinca a la azafata en los baños.


Rise of the morning glory suena a Iron Maiden, se mire por donde se mire, así que no creo que haya mucho más que decir. Incluso Exxel se atreve a emular al maestro Steve Harris haciendo que su bajo sobresalga en algunos momentos. Pero vamos, que una vez más, el sólo de Ludwig se lleva la palma. Tras ese orgasmo de troll de las cavernas que es Lucifer in love, llega Navigator, otro tema machacón que apesta a heavy épico por todos lados. Me gusta la letra, aunque no tengo muy claro si es una alusión a Caronte o una especie de metáfora sobre no dejarte derrotar por la adversidad y luchar por tus sueños y todas esas mierdas. Pero me gusta. 
Por último está The spirit will remain, uno de esas canciones lacrimógenas, en el que Sammet se acompaña de la Deutsches Filmorchester Babelsberg, para fabricar un tema enorme y melancólico, con esa grandiosidad que sólo alguien de la tierra de Wagner sabría crear y que podría perfectamente ser la banda sonora del final más emotivo de la película más épica de la historia del cine. Bueno, igual exagero. Pero no me negaréis que bonita es un rato. Broche ya no de oro, yo diría de diamante para el disco.

¿Demasiado heavy para el mes de julio? No os preocupéis, próximamente estaremos de vuelta con más cosas. Por cierto que antes de despedirme me gustaría comentaros un par de cosas. La primera es que estamos intentando solucionar lo del fondo. Sé que no queda muy elegante esto de ponerle color de fondo al texto, pero es lo único que se nos ha ocurrido de momento. Pero como diría nuestro queridísimo ex-presidente del gobierno, Josemari Aznar, "estamos trabajando en ello" (así con pronunciación de mexicano en Los Angeles). La segunda es que se acaba julio y en teoría, a comienzos de agosto debería haber una nueva entrega de Sangre fresca la cual no habrá por una sencillísima razón: he estado ojeando, y sólo he encontrado dos novedades interesantes. Así que creo que las juntaré con las de agosto y cuando volvamos de vacaciones, habrá un post sobre todo el verano. Las encuestas son otro tema, así que igual comento los resultados en alguna de mis próximas entradas.

Nada más gentuza. Espero que estéis pasando buen verano y que lo que os quede sea incluso mejor. Que os den por culo, y un abrazo muy fuerte. ¡Y recordad sed frikis!

22 de julio de 2011

Relationship of command


Hay un refrán que dice: Dime con quién andas y te diré quién eres. Si obviamos el sentido peyorativo de la frase, que vendría a ser algo así como "eres un puto pelele sin personalidad", hay que reconocer que da en el clavo.

Los hombres (en genérico, las mujeres también, por supuesto, no se me enfade señora Aído) somos seres sociales, y por mucho que los meapilas se empeñen en defender, el alma (la personalidad, el yo) no viene predefinida de nacimiento, sino que es el resultado de millones de interacciones con el mundo que nos rodea, y especialmente con nuestro entorno más cercano, ya sean la familia, los amigos, los compañeros de trabajo o las putas que frecuentes. ¿Cómo si no podríamos explicar el hecho de que los hijos adoptivos acaben pareciéndose a sus padres? 

Sería estúpido pensar que los seres humanos nos limitamos a nacer y a desarrollarnos sin hacer ni puñetero caso a la sociedad en la que vivimos. Tonterías del palo de "la homosexualidad está definida en los genes" no tienen ninguna lógica. Al igual que tampoco la tienen deducciones como "los hijos de un matrimonio homosexual, serán homosexuales". Por esa regla de tres, habría muchos menos homosexuales de los que hay. Y es que estas interacciones, esta colección de vivencias, muchas veces no obedecen a hechos traumáticos o experiencias especialmente intensas, sino que pueden ser simplemente detalles, sensaciones, recuerdos inexplicablemente imperecederos. Siempre he sido un tío muy científico, ya me entendéis, no creo en el alma y esas cosas, para mí todo es pura química (química ultracompleja, pero química al fin y al cabo). Pero creo que lo que haya en el fondo es lo de menos. Lo que tenemos que tener claro es que es muy importante saber con quién te juntas y porque cada decisión que tomes influirá en un momento u otro de tu futuro.

Yo, por suerte, creo que no tengo que arrepentirme (todavía) de ninguna de mis amistades. Tengo buenos amigos y buenos colegas (¿no hace falta que os explique la diferencia verdad?) y creo que todos, a lo largo del tiempo que llevamos juntos, me han aportado algo.

Todo este rollo viene porque el disco del que quiero hablaros me lo recomendó mi compañero Alex con algo así como "conociéndote como te conozco, esto te va a flipar". Y joder, que ojo tiene el cabrón... me flipa. En realidad no sé de qué me sorprendo, gracias a él he descubierto grupos que me fascinan (como por ejemplo Pearl Jam).

Para los que no los conozcáis, At the Drive-In eran un grupo de post-hardcore (etiqueta difícil de interpretar dónde las haya) oriundos de El Paso, Texas. Formado por dos auténticos monstruos como son Cedric Bixler-Zavala a las voces y Omar Rodríguez-López a la guitarra principal, y acompañados por tres músicos nada despreciables como Jim Ward, encargado del resto de guitarras, Paul Hinojos al bajo y Tony Hajjar a la batería, At the Drive-In supusieron un vendaval (decir un soplo es demasiado sutil) de aire fresco para una escena rockera que empezaba a sufrir los estragos de la extrema comerzalización del nu metal y la música en general. Su estilo estaba a medio camino entre el punk hardcore más ortodoxo y ochentero y los ritmos progresivos y étnicos, muy influenciado por la multiculturalidad de sus miembros. Esta diversidad hizo posible que giraran con grupos a priori tan dispares como Jimmy Eat World o Rage Against the Machine.

Rodríguez-López, Ward, Hajjar, Hinojos y Bixler-Zavala. Pelazos, pelazos everywhere.

Relationship of command fue su tercer y último álbum de estudio y los encumbró no sólo en los círculos alternativos, en los que ya eran bien conocidos, sino a nivel internacional. Las revistas especializadas y críticos de todo el mundo babeaban ante el extremado talento de todos los miembros de la banda y ante una propuesta provocadora y realmente original en pleno año 2000. Las letras crípticas, metafóricas y muchas veces completamente psicotrópicas que disfrazaban con tecnicismos y palabras muy alejadas de las habituales composiciones de rock, temas críticos y comprometidos, dinamitaron la etiqueta de post-hardcore para convertir a At the Drive-In en auténticos visionarios, en alquimistas del rock duro.

Y sin más dilación, comenzamos.

Arcarsenal es el despertar de la bestia. Un titán mecánico que respira fuego y se levanta con dificultad hasta estallar con violencia en un ritmo frenético y progresivo apuñalado con la afilada guitarra de Rodríguez y los gritos dementes de Bixler. Pattern against user prolonga ese aroma progresivo, aunque bajando revoluciones y disfrazándolo con un estribillo más melódico y amable.
One armed scissor, un cocktail de vodka con Red Bull, es el tema por antonomasia de la banda, quizás el más progresivo del álbum, con un ritmo desigual y adictivo, con muchísimo gancho, en el que se habla de las experiencias del grupo durante las giras, bajo la atenta mirada de un personaje homónimo.

Sleepwalk capsules (me encanta este título) continúa con la tónica de ritmos imparables, con un bombardeo de energía pura y dura, que se distorsiona y se vuelve incluso más ácida a medida que avanza el tema.
Como contraposición, Invalid letter dept., con su desarrollo lento, pegajoso y casi hipnótico, en el que Bixler se limita prácticamente a hablar durante las estrofas (dios, ya he descubierto de dónde han sacado ese recurso los Enter Shikari) y que se hincha de pura rabia en el estribillo. Una dura crítica a los federales mexicanos que miraron para otro lado ante los asesinatos y violaciones producidas en las maquiladoras de la vecina Ciudad Juárez.


Nos sacudimos el polvo con Mannequin republic, que tras un inicio brutal, se vuelve completamente arrolladora, explorando la vena más hardcore de la banda. Enormes Hinojos y Hajjar, que meten tralla como nadie y que se convierten en el perfecto caldo de cultivo para que sus compañeros se dejen llevar por el tema y saquen su lado más animal.
La llamada telefónica de un secuestrador (el mismísimo Iggy Pop) abre Enfilade, con una distorsión abrumadora y un ritmo increíble, aderezado con una percusión soberbia, la amortiguada voz de Bixler en las estrofas e incluso algunos scratches, y por supuesto, la deliciosa guitarra de Rodríguez. Momento redondo en el que entra el acordeón, dejándonos unos compases magníficos que se adhieren a la perfección al conjunto principal. Como podéis comprobar, mi tema favorito del álbum junto con la anterior.


Con Rolodex propaganda regresamos al progresivo. Tema enérgico y desquiciado, en el que Iggy vuelve a hacer de las suyas, esta vez murmurando gilipolleces en los coros del estribillo. Después llega Quarantined, sus truenos de tormenta y su bajo inconmensurable, que lame cada compás hasta que se abraza a la guitarra triste y retorcida, dando a luz un tema pesado, melancólico y alucinógeno. Más progresivo, pero esta vez reventando tímpanos, Cosmonaut es otro cartucho de adrenalina, de ritmos imposibles y muy cuidados, de estribillos hirientes y guitarras desgarradoras.
Non-zero possibility cierra el plástico, derritiendo los acordes de un piano para que se diluyan suavemente en esa mezcla etílica y mágica, en esa melodía psicodélica y acongojante, dolorosa y furtiva en el que el bajo y la batería son meros espectadores de la triste historia que evocan la guitarra acústica y la voz de Bixler.


A pesar del éxito del álbum, Bixler no estaba muy contento con el resultado. Parece ser que durante las grabaciones el sonido era mucho más sucio y auténtico, y aunque parte de esta esencia sigue presente en el trabajo, el vocalista afirmó que el trabajo de mezclas, aunque bueno, había eliminado ese sonido genuino que él deseaba.


En noviembre del ese mismo año, el grupo sufre un accidente de tráfico que aunque no fue muy grave (sólo dos miembros tuvieron que acudir al hospital, y por heridas leves) supuso el principio del fin. Los problemas de drogas de Rodríguez y Bixler, unidos al extraño temperamento de este (que llego a balar a su público durante un concierto porque según él, no sabían disfrutar de la música) obligaron a suspender su paso por Europa, alegando estar exhaustos física y psicológicamente.
Fue ya en marzo de 2001 cuando, en lo más alto de su popularidad y a pocos meses de comenzar una gira por EE.UU., el grupo anuncia una "separación indefinida" que poco después se convertiría en definitiva. Los motivos aducidos por los integrantes es que, mientras Bixler y Rodríguez  querían sumergirse de lleno en el progresivo, Ward, Hinojos y Hajjar deseaban mantener esa identidad de punk hardcore. El resultado fue que los dos primeros fundarían The Mars Volta para dar rienda suelta a sus inquietudes trascendentales, y el resto de At the Drive-In se embarcó en un proyecto más enfocado hardcore llamado Sparta. Aunque no debieron de acabar muy mal, pues pocos años más tarde Hinojos dejaría su grupo para unirse al de sus excompañeros.


He de decir que The Mars Volta me molan. Demasiado progresivos a veces, pero me molan. En cuanto a Sparta, no los he escuchado, pero creo que les pegaré una escucha. Quién sabe. Quizás dentro de unos meses aparezca por aquí una reseña de ellos.


Pues nada gentuza, cuidaos mucho y esas cosas, nos vemos en la próxima. Que os den, y un abrazo.

16 de julio de 2011

Only revolutions



Tras el genial trabajo de Alex a la hora de relatarnos todo lo relacionado con la turbia muerte del señor Cobain, un servidor vuelve a la carga, que tampoco era cuestión de cortaros a mitad la historia con algo totalmente distinto. Porque hay música todo el año y antes que ponerme a tocarme las gónadas en vacaciones, pues prefiero sentirme útil, aunque sea sólo compartiendo con vosotros un nuevo disco.


Pero antes debo deciros que estoy de una mala hostia que asusta. Bueno, tampoco asusta, si me viéseis la cara os daríais cuenta que a mi lado Winnie Pooh es mucho más amenazador. Y tampoco estoy realmente de tan mala ostia. Sólo un poco indignado.
Porque no sé si lo sabréis pero el subnormal profundo de Ortega Cano ha salido del hospital. Ha salido del hospital después de estar nosecuántos días porque se cogió una cogorza fina y tuvo un accidente dónde él salió herido y el otro conductor, desgraciadamente, falleció. Hasta aquí nada del otro mundo. El problema viene cuando el muy hijo de puta sale del hospital, y toda la prensa que lo esperaba se pone a aplaudir, y a decir gritar cosas como "¡maestro!" y demas gilipolleces que se le dicen a los toreros. ¿Hola? ¿Tengo que recordar que este tío ha matado a un hombre por ir como una cuba al volante? Unas arcadas que ni os imagináis. Y todavía tiene los santos cojones de declarar que esto que ha pasado "es el toro más difícil con el que lidiado nunca." Venga no me jodas, que falta Jesulín diciendo eso de "eztar en la UVI, ez como, como... como un toro".
Pero hombre Vinny, que el hombre por lo menos le ha pedido perdón a la familia del fallecido... Ostias, sólo faltaba. Es que si llega a salir del hospital y se va directo al cementerio a mearle al difunto en la tumba, me cojo un AVE a Madrid y le pego una somanta a palos que le cambio hasta la foto del DNI. Cojones ya.
Esto sólo puede pasar en España, dónde cuidamos el analfabetismo con mimo y dedicación, dónde la prensa rosa tiene más poder y prestigio que cualquier premio Nobel y dónde un alcohólico es recibido con aplausos tras arrebatarle la vida a una persona, en lugar de reventarlo a puñetazos como se debería hacer. Algunos pensaréis que me ciega mi odio antitaurino, pero nada más lejos de la realidad. Es simplemente que se me revuelven las tripas al pensarlo. Porque fuera quién fuera, me parecería igual de cabronazo, y seguiría pensando que esa masa displicente merece la cámara de gas.


Pero bueno, olvidaos de esto, que aquí venimos a hablar de música. Hoy tengo el placer de compartir con vosotros Only revolutions, de Biffy Clyro.
Descubrí a esta banda hace poco más de un año, revisando los grupos que acudirían al Bilbao BBK Live, para tener una idea de qué grupos merecía la pena ver.


Biffy Clyro, oriundos de Kilmarnock, Escocia, son un trío formado por Simon Neil, guitarra y vocalista, y los gemelos James y Ben Johnston, encargados de la dupla bajo-batería. Podría intentar definir el tipo de música que hacen, pero creo lo más acertado sería catalogarlos como rock, con toda la ambigüedad que implica el término. De todas formas, a grandes rasgos se aprecia una gran influencia indie así como tintes de folk y otros estilos algo más tralleros.
Creo que no hace falta que os diga quién es Simon Neil y quiénes son los gemelos Johnston ¿verdad?


Only revolutions es su último disco hasta la fecha. No puedo asegurar que sea su mejor trabajo pues no he buceado mucho (aún) en su discografía, pero estamos ante un álbum realmente recomendable para los amantes del sonido auténtico con una producción magistral unida al talento innato de los escoceses para sacarse de la manga temas pegadizos y cargados de sentimiento. El título está sacado de una novela de Mark Z. Danielewski, y no, no me la he leído. Si alguien lo ha hecho me encantaría saber si es recomendable.


Zarpamos con energía. The captain se mece suavemente sobre una sección de vientos soberbia, que estimula tus pensamientos y te hace sentir las olas chocando contra el casco, en una suerte de canto de guerra antes de una batalla naval. Inmejorable arranque, que te deja en el sitio idóneo para disfrutar de lo que seguirá.


Cambiamos de tercio con That golden rule, un tema potente, con clarísima influencia sabbathiana, un auténtico torrente de excesos que en palabras de la propia banda "es algo así como Kyuss y Tool tocando con unos freaks escoceses, gritando al máximo" y que se cierra con un cambio de ritmo brusco y sensacional, acompañado por unos violines que son poco menos que épicos.


Nos relajamos un poco, porque llega Bubbles con su sonido alegre y su ritmo incansable, insuflando melancolía. Tremendo final también el de este tema, con un invitado de excepción como es el señor Josh Homme, que se encarga del sólo de guitarra para poner un broche de oro.


God & Satan es una pieza principalmente acústica, dónde su protagonista confiesa rezar tanto a Dios como a Satanás, pues quiere conocer los dos lados. Bonita manera de expresar la inseguridad ante la existencia de un ser supremo, de esa inseguridad que produce a veces pensar que estamos solos y que, por mucho que recemos, los milagros no existen. Luego tenemos Born on a horse, que apesta a sesentera, con un ritmo marcado, en el que el bajo se distorsiona hasta convertirse casi en un efecto de sonido más.


Hemos llegado al ecuador. Mountains hace honor a su nombre y construye el tema prácticamente alrededor de sus estribillos, grandes, monolíticos, dramáticos, que te hacen subir hasta el cielo, hechos de dura piedra de guitarra y salpicados de teclados. Inyectamos un poco de energía con Shock shock. Una guitarra hiriente, incansable e incesante y una estructura en la que se alternan estribillos melódicos con riffs más contundentes. Many of horror es una preciosa balada sobre amores violentos, sobre el dolor de amar y ser amado, que poco a poco se hincha hasta crear una átmosfera emotiva, sin perder un ápice de su crueldad. Y cómo las grandes canciones siempre tienen una buena anécdota, deciros que uno de los ganadores del X Factor inglés eligió una versión de esta canción como su single debut (eso sí, le cambió el nombre por When we collide, que yo no sabía que eso se podía hacer), lo que a la banda y los fans no les hizo especial ilusión, y los seguidores de estos chicos hicieron un llamamiento para comprar el single original y evitar así que el fulano este consiguiera el número uno en las ventas de Navidad. Pero como tontos en el mundo tenemos a montones, no sirvió de nada aunque Many of horror alcanzó el octavo puesto en ventas.


Boooom, blast & ruin es probablemente es un tema ligero, con una línea instrumental rápida y compacta, con mucha fuerza, pero no deja de ser un tema esencialmente pop. Con mucho gancho y una buen trabajo por parte de los escoceses, eso sí. Pero pop a fin de cuentas.Seguimos con Cloud of stink, con su ritmo progresivo, desquiciante y adictivo, y su enorme estribillo, que explota con violencia en tus oídos. Una oda a la vida acelerada, al más puro hedonismo. A la juerga, resumiendo.


Unos teclados ochenteros arrancan Know your quarry, otro tema lento, esta vez mucho más pegajoso, pero con un encanto especial. Quizás sean esos mismos teclados horteras que se deshacen lentamente para adornar la melodía, quizás sea la emoción que le pone Neil a cada frase. No lo sé. Pero me encanta.
Y terminamos con Whorses, una declaración de intenciones, una genial explicación de lo que el rock and roll significa "Let's use this dynamyte, we're only making noises. We want to affect a change with voice and electrical noises." Un tema que cabalga casi literalmente sobre un doble bombo demoledor, que estalla en pura melancolía al llegar al estribillo y que es muy difícil que te deje indiferente.




Esto ha sido el Only revolutions. Al final sí, los pude ver en directo y son cuanto menos curiosos. Salen los tres sin camiseta, con unos pantalones pitillo y desde el minuto cero están sudando como cerdos, porque se mueven más que el morro de un conejo y porque tanto pelo en la cara tiene que dar un calor insoportable. Incombustibles.

Por mi parte no tengo mucho más que añadir, lo único que he tenido que controlarme un poco poniendo vídeos, porque si fuera por mí, los pondría todos. Como siempre, será un placer conocer vuestra opinión y vuestras ideas.Cuidaos mucho. Que os den, un abrazo y... mon the biffy!


PD: pretendía publicar esta entrada ayer, pero se me echó el tiempo encima y no pude. De manera que hoy, y aunque sea con un día de retraso, os insto a felicitar a Alex, que ayer fue su cumpleaños. Espero que le guste su entrada dedicada. ¡Felicidades shurhand!

5 de julio de 2011

Sangre fresca (JUNIO 2011)

Madre mía, que fin de junio principio de julio que llevo. Resulta que por primera vez en todo lo que llevo de carrera, me voy limpio a septiembre y ahora mismo no sé que hacer con tanto tiempo libre hasta que empiece otra vez el curso. Igual me pillo unas prácticas o algo, pero no las tengo todas conmigo. Vamos, que tengo un verano más incierto que el futuro de Andreita.


No obstante, no pensaba faltar, queridos lectores, a nuestra cita mensual para repasar todas las novedades que este mes recién acabado nos ha dejado. Y si bien una vez más, los libros de historia no recordarán junio de 2011 como una fecha clave en la historia del rock (ahora que lo pienso, ¿los libros de historia hablan de rock?) está claro que tenemos unos cuantos trabajos harto interesantes.


Seis años han pasado desde que Limp Bizkit publicase aquel The unquestionable truth Pt.1, que pasó sin pena ni gloria. Ahora, con la formación original al completo (John Otto está limpito, como las arcas del estado) traen Gold cobra. Es darle al play y te entran unas ganas enormes de ponerte una camiseta de tirantes, unos pantalones de chándal y la gorra para atrás. Bueno, en realidad tienes que aguantar una intro que ya se la podían haber metido por el culo. Pero cuando el bueno de Fred Durst escupe el primer fuck! sientes como todo tu vello facial se esconde, dejando apenas una sombra en el bigote, y como el acné vuelve a la carga. Porque nenas y nenes, esto es un puto viaje en el tiempo ¿verdad AitorWes Borland sigue igual de histriónico. Otto y Sam Rivers siguen repartiendo tralla. DJ Lethal sigue haciendo que babee con sus scratches. En definitiva, siguen siendo Limp Bizkit, y siguen partiendo la pana.
Shotgun ¿Eso es un... sólo de guitarra? Sí, lo es. Y un ritmo con disparos de escopeta. ¡Toma ya!