28 de febrero de 2013

Por amor a la música: HIGH and MIGHTY COLOR - Gõ on progressive


Una semana más preparamos la maleta y pasamos bajo el arco metálico (sin olvidar envasar todos nuestros líquidos en botes de menos de 100 ml) y nos subimos al avión con un nuevo rumbo gracias a las aerolíneas Por amor a la música. Nuestro piloto hoy es Pupilo Dilatado y el destino, para regocijo de un servidor, es el país del sol naciente.


Sabía que tarde o temprano alguien pondría Japón en juego (y si no lo hacían ya me iba a encargar yo) de manera que hace unos días hice una selección de entre los grupos nipones que suelo llevarme a los oído. Descartados Maximum the Hormone (pues no han sacado material nuevo desde mi entrada presentándolos y no es cuestión de repetirse) y Boris (a los que no tengo tan escuchados como me gustaría) los siguientes en la lista eran, sin duda alguna, HIGH and MIGHTY COLOR.

Como la mayoría de mis conocimientos sobre cultura japonesa, mi pasión por estos chicos comienza con el opening de un anime, en concreto con el del segundo arco de Bleach. Ichirin no hana (Flor solitaria) se llamaba aquel pepinazo a medio camino entre el nu y el heavy metal, con una voz femenina profunda en contraste con la voz de ardillita melosa que suelen tener las japonesas. Me cautivó tantísimo el tema que comencé a bucear en su discografía tirando de eMule (madre mía, qué tiempos) porque como comprenderéis, no me voy a dejar las perras en discos de importación sin saber siquiera si me gustan. No habría sufrido mucho de haber desembolsado, la verdad.


Tras abandonar una banda tributo a Metallica, Sassy (batería y líder) y Meg (guitarra rítmica, nada que ver con Mila Kunis) se unen a Mackaz (bajo), Kazuto (guitarra solista) y Yuusuke (voz) se unen para fundar Anti-Nobunaga. Tras enviar varias maquetas a diferentes discográficas hasta que finalmente, un pequeño sello decidió darles el visto bueno para tocar en unos cuantos festivales. Fue durante el verano de 2003 en Okinawa que un ojeador de la subsidiaria japonesa de Sony Music les ofreció producir un par de temas para un recopilatorio. El mismo ojeador había estado hacía poco en el Music Picnic Festival y una muchachita que se hacía llamar Mãkii le había llamado la atención. El ojeador, que tonto desde luego no era,  pensó que si bien ni los Anti-Nobunaga por un lado ni la chica por otro tenían pinta de ir a petarlo, juntarlos podía ser una buena idea. Y aunque al principio Mãkii se mostró algo reticente, cayó rendida ante la energía que desprendían sus compañeros en el escenario cuando aceptó asistir a una de sus actuaciones.
Y así se formó HIGH and MIGHTY COLOR, gracias al ojeador de una discográfica. Si es que en el fondo, no son todos tan malos.


Antes de continuar y por si os lo estáis preguntando, no, ninguno de los componentes tiene apellido. Son como Cher. Osea, supongo que sí que lo tendrán, pero no lo dicen nunca. Bien continuemos.

En poco más de seis meses los chicos de Sony percibieron el potencial de la banda y los subieron de categoría dejándolos en manos de un sello más grande. En 2005 publican su primer álbum, Gver (sí, con el símbolo de infinito, que esta gente es muy rara), y alcanzan un éxito masivo con el single Pride, que sirvió como apertura para el anime Mobile Suit Gundam Seed Destiny, que en aquellos momentos figuraba entre los primeros de las listas de los más vistos en todo el país.

Con este pelotazo nos plantamos en 2006 y en Gõ on progressive, segundo trabajo de HIGH and MIGHTY COLOR. Si bien es cierto que Gver ya presentaba los síntomas de lo que más tarde se afianzaría como estilo de la banda, es con Gõ on progressive con el que Sassy y sus muchachos (suena a película porno homosexual, lo sé) se dejan de tontadas poperas y se centran en lo que de verdad les gusta a ellos: rock del duro y de lo más variopinto.

Si no os lo creéis, os invito de verdad a escuchar el plástico. Aquí los arrolladores ritmos de batería (porque Sassy, aunque no lo parezca, lo vale) y los riffs flamígeros que se antojan casi progresivos se mezclan con estribillos más propios del pop que tampoco suenan fuera de lugar. Aquí los sólos se guitarra al más puro estilo power metal (impresionante Kazuto en Pearl shadow, un duro puñetazo de punk hadcore hipervitaminado) pueden convivir con párrafos en los que Yuusuke (sintiéndolo en el alma, el más mediocre de la banda) intenta marcarse unos rapeos y de vez en cuando suelta algún berrido. Aquí caben desde los ritmos orientales de Haitoku no jonetsu (Pasión corrompida) al rockk surfero que se respira en Real world. La voz de Mãkii cumple con la espectativas, que no eran muchas la verdad, y todo queda, a pesar de lo que pudiera parecer, bien ensamblado y engrasado para pisotear un rato de aburrimiento.

Os dejo con los tres temas que más me gustan y que jamás me canso de oír: a un lado Tsumi (Pecado) tema cargado de rabia y agonía, un medio tiempo que late con fuerza en cada compás; y al otro lado Here I am, apoteosis de la velocidad inspirada en el metal más extremo. Además esta última os la dejo en directo, para que veáis la tralla que le meten.




Tras dos discos más con Mãkii como voz femenina (San y Rock pit) en 2009 y, tras una separación totalmente amistosa que desembocó en un concierto de despedida grabado en DVD, entraría Halca como nueva vocalista para la publicación de Swamp man, el último trabajo (y para el que suscribe casi el mejor, mucho más oscuro y maduro que los demás) antes de que a mediados de 2010 la banda dijera adiós con el corazón, alegando, pues lo de siempre, diferencias creativas.

¿Hacia dónde nos llevará Por amor a la música la semana que viene? No lo sé, pero estoy deseando que llegue otra vez el miércoles.

23 de febrero de 2013

Le temàzo V: Fightstar - Floods

Charlie Simpson parece haber entrado en razón y ya ha anunciado que, eso sí, tras publicar el que será su segundo disco en solitario (que, vamos a ser francos, carece de interés para todos los que no somos niñas de quince años enamoradas de él) volverá a juntarse con sus compañeros de Fightstar para grabar nuevo material.

De momento no hay fecha ningún dato más y no sería la primera vez que la luz al final del túnel se apaga súbitamente. Aunque también podría pasar como con Grohl y los Foo Fighters, que a pesar de que nos dejaron a todos patidifusos con sus declaraciones en diciembre, parece que a principios de marzo entrarán de nuevo al estudio.

Mientras esperamos el regreso de Fightstar, siempre podemos aliviarnos escuchando uno de sus temas icónicos. Desde One day son, this will all be yours, los londinenses nos hacían sentir la épica con mayúsculas con Floods, donde las notas de piano se derraman como un diluvio universal y el resto de instrumentos soplan como vientos enfurecidos y retumban como truenos que rasgan nubes negras. Se avecina una tormena...

21 de febrero de 2013

Por amor a la música: Supersordo - Supersórdido

Pues aquí estamos, una semana más, con nuestro Por amor a la música. La elección de esta semana corría a cargo de Chals y, como es un cabrón de mucho cuidado, ha elegido Chile como país anfitrión. Porque ¿quién no conoce al menos doce o trece grupos chilenos? (nótese el sarcasmo).

Pero bueno, hemos venido aquí a jugar y no vamos a rajarnos a las primeras de cambio porque el reto sea más difícil. De manera que lo primero que he hecho nada más leer su post ha sido meterme en ese gigantesco almacén del conocimiento humano tanto útil como inútil que es Wikipedia, a buscar alguna banda de tan estrecha nación que me llamara la atención. Como os podéis imaginar, la mayor parte de la información que aquí se encuentra proviene de dicha página y de un documental la mar de majo que he encontrado por ahí.

Y así es como he dado con Supersordo, un grupo fundado en la capital chilena en el año 1991 y que mantuvo sus actividades hasta 1997. Densos y atípicos, casi desde el primer momento tuvieron claro que no querían hacer canciones que sonasen a nada. Claudio Rodríguez, Rodrigo Katafú Rozas, Miguel Ángel Comegato Montenegro y Jorge Cortés formaban un eje del mal que tenía el ruido como mejor aliado y así, mezclando con acierto el punk, el post-hardcore y otros estilos como el post-rock y el metal (no en vano Rodríguez, Rozas y Montenegro venían de tocar thrash metal en otras bandas), se conviertieron en un sólido exponente del rock experimental de su década.

You came to the wrong neighbourhood, weón.
En un Chile recién salido de la dictadura como aquel que dice, pues Pinochet dejó el cargo en 1990 y todos sabemos que hasta que no ha muerto el perro (e incluso mucho después) no se ha acabado la rabia, Supersordo lanzarían su primer larga duración en 1992, Supersórdido. Como buenos espíritus libres, tanto este disco como su predecesor, Tzzzzzzzzt, serían publicados de manera independiente. El exceso y la improvisación formaban formaban parte intrínseca de la banda y eso quedaba plasmado en sus directos, cuando la intensidad se transformaba casi en violencia y donde el público traspasaba los límites y se desahogaba en algunos casos con cadenas y navajazos.

Musicalmente, como os podéis imaginar, son una auténtica locura. Los riffs pesados y corrosivos, las líneas de bajo punzantes, los cambios de ritmo frenéticos y muy marcados con una batería que parece querer pasar desapercibida y la voz cruda y descuidada que recita una serie de historias nihilistas a cada cuál más radical, como el fin de los tiempos o la angustia de una familia rota. La saturación lo cubre todo como un espeso manto grisáceo e intermitente, y la agresividad se palpa en cada nota machacada del bajo, en cada baquetazo y en cada cuchillada de la guitarra.

El ambiente sucio y urgente de la grabación impregna los trece cortes, convirtiendo todos y cada uno en tan desesperantes como imprecindibles. Pero si tengo que destacar unas cuantas, me quedo con la el apocalipsis nuclear instrumental de Represión espacial, la oscura y desquiciada Mi padre, la más melódica Inocente, la pesimista y combativa Come, trabaja, duerme o la contundente Ismo.

18 de febrero de 2013

Le temàzo IV: The Mars Volta - Televators

Hace cosa de un mes, los seguidores de The Mars Volta recibían una noticia que llevaba ya un tiempo zumbando en sus oídos, pero que muchos de ellos se negaban a aceptar. La banda, después de seis discos en nueve años, se separan definitivamente, porque las diferencias entre Bixler-Zavala y Rodríguez-López eran ya insostenibles. Una auténtica pena, porque a pesar de que seguro que por separado siguen siendo geniales, juntos, estos dos monstruos son imparables.
Sirva como humilde despedida esta Televators, extraída de su debut De-loused in the comatorium. Una balada etérea tan misteriosa como profunda, que sube y sube hasta casi rozar el firmamento de la mano de la   exquisita y saturada guitarra de Rodríguez-López y la delicada pero pasional voz de Bixler-Zavala. Veinticuatro quilates.

14 de febrero de 2013

Por amor a la música: Agua de Annique - Air

Antes de comenzar, quiero que todos guardemos un minuto de silencio por el cierre Four strong winds and seven seas, el otro espacio del hamijo Tsi. Las razones son las de siempre: algún haragán con una fijación por lo que viene siendo tocarle los cojones al personal, ha denunciado tan ilustre blog por, ojo, spam. Así que eso, ahora todos calladitos un minuto para homenajear otro genial blog que cae víctima de descerebrados lamepantallas.

...

¿Ya? Bueno, creo que sí. Segunda ronda del tercer nivel de Por amor a la música y Aldo nos propone esta semana que hablemos sobre bandas holandesas.

Si me conocéis personalmente o si sois lectores asiduos de mis intervenciones desde los pretéritos tiempos de Apettite for prostitution, sabréis la debilidad que siento por la señorita (o más bien señora, que dentro de poco estrenará los cuarenta) Anneke van Gierbersgen. Y no es únicamente por que la muchacha esté de muy buen ver (a pesar de que tampoco es un pibón, pero no sé, tiene un puntazo) sino porque posee una de las voces femeninas más maleables y jodidamente excitantes que he escuchado nunca.

No me digáis que no le daríais un
buen... abrazo.
Anneke, permitidme que la tutee (y si no lo siento mucho, pues como comprenderéis se me hace pesado escribir una y otra vez su infernal apellido), es conocida principalmente por haber sido durante trece años la vocalista y principal atracción del grupo The Gathering, pioneros del metal gótico (nótese la palabra "metal") que a lo largo de su trayectoria experimentaron mucho y muy bien hasta suavizar su estilo hasta un rock entre el alternativo y el progresivo, y que consiguieron con la recién estrenada voz de Anneke su mayor éxito de ventas en 1995 con el álbum Mandylion y el de crítica en 1999 con How to measure planet?. Además, durante los últimos años, la chica no ha perdido el tiempo y además de su carrera en solitario, ha colaborado con artistas de la talla de Napalm Death, Moonspell, Devin Townshend o Arjen Lucassen (el cerebro detrás de Ayreon y otras tantas metal óperas).

En junio de 2007, Anneke anuncia que deja la banda para pasar más tiempo con su familia y centrarse en su nuevo proyecto, Agua de Annique. En esta nueva aventura la acompañarán Joris Dirks, Jacques de Haard y Rob Snijders, estos dos últimos compañeros en García Plays Kyuss y Celestial Season, y Snijders en particular, miembro de los avant-garde industriales Kong. Con semejante amalgama de influencias de fondo, se podría esperar cualquier cosa de este Air. ¿Doom? ¿Stoner? ¿Progresivo? ¿Trip rock? Pues... no lo tengo muy claro la verdad.

Porque Air es, pues eso, como el aire. Voluble y cambiante, pero siempre avanzando. Tan etéreo como arrollador.

Hay canciones en las que es un aire denso, como el de la calima. Un aire ardiente que mantiene el polvo en suspensión mientras la cálida voz de Anneke baña los tenues punteos de Dirks y el ritmo pausado de De Haard y Snijders. Un aire que acaricia con bellas armonías y que duele con una guitarra exquisita tanto en limpio como distorsionada. En esta dirección soplan Beutiful one, Yalin, o las inconmensurables Sunken soldiers ball y Lost and found.


Hay otras en las que es como ese aire que se arremolina y levanta hojas mojadas en un día de lluvia. Inesperado pero siempre sorprendente, aquí escuchamos la vertiente más experimental de Anneke y su banda, con guiños de alargadas pestañas al trip hop como son My Girl o Trail of Grief.


Y pr supuesto, también hay vientos huracanados. Aunque quizás sería mejor referirse a ellos como ese aire inoportuno que te despeina por las mañanas. Puro, frío y algo enfurecido, las saturadas You are nice! y Witnesses revolucionan un disco eminentemente tranquilo, mientras que Ice water, algo más optimista, pone la nota de color al ambiente gris y desolado que lo impregna todo.


Tanto In your room como Everything is changing, predecesores de Air, dejan hinchar sus velas por sonidos mucho más pop, más relajados y menos agobiantes, aunque sin perder ese intimismo desbordado de las composiciones de Anneke, y por supuesto tampoco de la calidad vocal de esta artista con mayúsculas.

Pues eso, que me tiene enamorao.

PD: Sintiéndolo mucho en esta entrada no hay Spotify. Este álbum no se encuentra en su base de datos (sí los dos siguientes) y el Grooveshark no me deja incrustar una lista de reproducción. Yo los maldigo.

10 de febrero de 2013

Sangre fresca: Coheed and Cambria - The afterman: Descension

Cinco meses después, los chicos de Coheed and Cambria sacan la segunda parte de su The afterman. Ahora viene cuando yo me pregunto ¿por qué dividir un disco, que perfectamente podría haber aparecido como doble, en dos partes? Pues creo que está bastante claro que el dinero. No me gusta pensar mal de las bandas (y mucho menos de las que me gustan) pero está claro que es mucho más rentable repartir los costes de producción en dos entregas que en una única. Y tampoco creo que sea cosa de la discográfica cuando (aunque dependen de una subsidiaria para la distribución, que aquí el organigrama siempre acaba en el mismo) les haya obligado.

Dejando a un lado cuestiones que, como consumidor (si que es cierto que no tan consumidor como me gustaría) me enervan, he de reconocer que estoy contento con Descension, el cierre de la bilogía The afterman, o lo que es lo mismo, las aventuras y desventuras de Sirous Amory en su afán por descubrir los secretos del entramado energético que mantiene unidos los setenta y dos planetas del sistema Heaven's Fence y que resulta no ser otra cosa que el torrente dónde acuden las almas de sus habitantes. Morbosamente bello.

En líneas generales, el álbum resulta mucho más disfrutable que su antecesor. Si bien en The afterman: Ascension, algunos de los temas más en un principio más cañeros perdían gas con intrincadas estructuras o ramalazos del Claudio Rodríguez más pop y el resto del disco era una sucesión de temas que se movían entre lo delicado y lo experimental, aquí predominan los Coheed and Cambria más pegadizos e impactantes.

Desde luego la diferencia no es abismal. Aquí también encontramos temas pop (Iron fist, Away we go y 2's my favourite 1) dónde la guitarra y los teclados ponen la verdadera nota de color con espotáneos fogonazos y otros algo más experimentales (Number city), trallazos de primera que te dejan sin aliento (The key entity extraction IV: Sentry the Defiant), potentes baladas cargadas de emotividad (Dark side of me), y, a pesar de que me quejé amargamente (bueno, quizás no) con el cambio en la producción, ciertos retazos del sonido épico, saturado y galáctico de genial Year of the black rainbow (The hard shell o Gravity's union). Bueno, y por supuesto, esa suerte de interludios tan de ciencia ficción donde la voz de la computadora The All Mother nos habla sobre un piano acurrucado entre algodones. Como he dicho, más o menos las líneas generales que presentaba Ascension, pero, por alguna extraña razón, mejor explotadas.

Puede que el que sea un fanático de los neoyorquinos influya en algo, pero creo que aún no me han decepcionado. Todas las dudas que podía tener con el regreso de Josh Eppard a las baquetas o de lo difícil que lo tenía Zach Cooper como sustituto de Michael Todd quedaron un poco en el aire con su anterior trabajo, pero con The afterman: Descension, las han vaporizado de golpe y porrazo.

Hacedme caso y no perdáis la oportunidad de viajar más allá de las estrellas con Coheed and Cambria.

7 de febrero de 2013

Por amor a la música: In Flames - Clayman

Pues aquí estoy, recién llegado al juego que propuso hace ya tiempo el colega Tsi-Na-Pah y que en esta ronda trata sobre... Redoble de tambor. ¡Música de bandas de diferentes países! ¡Tantachán, tatatachán!

Y esta semana Tsi ha propuesto que hablemos de grupos provenientes de la fría y culturalmente superior (toma ramalazo nacionalsocialista) Suecia. La cantera sueca es, en casi todos los estilos, extensa y de una calidad indiscutible. Sólo hay que fijarse en que él ha cogido el Retropolis de The Flower Kings (puro rock progresivo) y mi elección han sido In Flames, por ser una de mis bandas de cabecera, y más en concreto el álbum Clayman, mi preferido de su discografía.

Quinto trabajo de estudio en la cronología de los de Göteborg, supuso el último cartucho de death metal más puro (sí, lo sé, puro, puro no era, era death metal melódico) antes de que a Anders Fridén y sus chicos se les fuera la cabeza con los sintetizadores y la electrónica con el Reroute to remain. De ahí en adelante In Flames no volvería a ser la misma banda, aunque hay que reconocer que en Clayman ya se avistan algunos de los detalles que más tarde convertirían en seña de identidad, pero manteniendo intacto el estilo que los hizo grandes con, entre otros, The jester race o Whoracle.

Qué jovenes y poco alternativos eran estos chicos por aquel entonces.
El comienzo del álbum es, bajo mi punto de vista, inmejorable. Aglutinar tres temas del calibre de Bullet ride, Pinball map y Only for the weak es una de los puntos fuertes de este plástico. La primera es un clarísimo ejemplo de lo que In Flames mejor saben hacer, que es superponer estrofas dónde la guitarra reposa casi acústica en contraste con estribillos agresivos y muy pegadizos. La segunda es un trallazo de cuidado con un Daniel Svensson que emula a la perfección esa sensación de estar rebotando contra las paredes de una mesa de pinball. Y la tercera es probablemente el himno por antonomasia de los suecos, un tema machacón, contundente y casi épico, a pesar de que Fridén esté desnudando sus más oscuras miserias frente a nosotros.


Pero claro, la cosa no se iba a quedar aquí. Square nothing, por ejemplo, es un monumento edificado sobre las guitarras de Jasper Strömblad y Björn Gelotte, autores de todas las melodías, pero que en aquí rozan la matrícula de honor, sacando tanto en acústico como en eléctrico lo mejor de sus doce cuerdas. Tras ella, llegan la trepidante e imparable Clayman, la pegajosa y atormentada Satellites and astronauts con su disfraz de balada, el afilado riff de Swim o el sólo de guitarra invitado de Christopher Ammot en la desgarradora Suburban men.


A pesar de que el resto de temas no sobresalen especialmente, cumplen a la perfección su tarea de bisagra entre los más potentes, con algunos momentos especialmente disfrutables sobre todo con ...As the future repeats today, antesala de los In Flames del nuevo milenio.

5 de febrero de 2013

Heptágono (ENERO 2013)

Me las prometía muy felices cuando empecé esta sección pensando que no podía ser tan difícil encontrar una imagen para cada mes que no fuera la típica imagen. Iluso de mí, la de este mes me ha costado lo suyo. Pero aquí la tenéis. Y mientras Edmund Hillary asciende a la cima del monte Everest, aquí nos quedamos con el repaso a lo que nos dejó la blogosfera en enero:

- Comenzamos con el King y sus vinilos de la mano de los míticos Skid Row, cuyo disco debut sigue siendo a día de hoy una maldita obra maestra del hard rock.

- Seguimos con un artículos sobre los one hit wonders que publicaron en Jot Down. Podemos estar más o menos de acuerdo con algunos, pero otros... ¿dónde se habrán metido?

- Ponerse en la piel de Lita Ford y Joan Jett no es fácil. Pero cuando eres Dakota Fanning o Kristen Stewart (al menos cuando no está enamorada de ningún vampiro o intenta ser más bella que Charlize Theron) las cosas salen bien. The Runaways, en HardRockMusic80's

- Nortwinds no podía faltar y esta vez viene acompañado por Manu Losada, que llega al Motel Bourbon con 11 joyas ocultas del thrash metal.

- Si tenéis una PS3, no podéis perderos Ni no Kuni, una auténtica maravilla salida de Level 5 y cuya mágica estética queda a cargo de los chicos de Ghibli. Aquí el análisis de 3DJuegos para que terminéis de babear.

- Como he estado algo ausente este mes y no he podido reseñar todas las novedades que me hubiera gustado, he cogido prestado de Shocked una reseña sobre True North, lo nuevo de los Bad Religion.

- Y terminamos como comenzamos. King Piltrafilla es nuestro particular "alfa y omega" porque no podía dejar pasar la oportunidad de compartir las generosas curvas sesenteras de las chicas de Ron Vogel.

PD: Al que adivine el por qué de la imagen de Hillary, le doy un pr... le mando un... Un beso. Le mando un beso. Por e-mail.

1 de febrero de 2013

Sangre fresca: Biffy Clyro - Opposites

Como decía aquel simpático yonqui de los zappings televisivos: "Se va' ve un follón que no va sabe' ni dónde sa metío". Están las cosas muy revueltas (más incluso, a pesar de que las cotas de esperpentismo hace tiempo se sobrepasaron) en la política nacional. Tanto sobre, tanto dinero negro, tanta cuenta en Suiza y tanto hijo de la grandísima puta le amargan el día a cualquiera.

Por eso ayer por la tarde me dio el venazo y me senté en la mesa de la cocina a hacer manualidades para un amigo invisible que tengo en un par de semanas. La ocasión se mostraba además propicia para pegarme una nueva sesión de Opposites, lo nuevo de Biffy Clyro, sin que nadie me molestase y sin tener que cortar el disco a medias porque el autobús ha llegado a su destino.

Cuatro años han pasado desde aquel magnífico Only revolutions que me encargué de reseñar en este blog y la espera ha merecido la pena. Sin lugar a dudas. Porque si mantener el nivel de estos tíos ya es complicado, mantenerlo en un doble disco es el cuádruple de complicado. The sand at the core of our bones y The land at the end of our toes, cómo han sido bautizadas sendas entregas, representan tanto lírica como musicalmente la cara y la cruz de Biffy Clyro. Simon Neil afirma que es su trabajo más personal hasta la fecha y que mientras que The sand... habla de la soledad, de esa oscuridad que te envuelve cuando todo te sale mal y sabes que será peor, mientras que The land... se muestra mucho más optimista, arrojando luz ante una serie de dilemas, sobre los miedos y esperanzas del futuro.

Ya con la explosiva Different people, el arranque la primera parte de esta nueva referencia, queda claro que no han perdido un ápice de personalidad. Una de las maravillosas señas de identidad de los escoceses es que la mayoría de los temas nunca empiezan como acaban: los que se incian tranquilos evolucionan en épicos, los más tralleros se derriten en los estribillos, las baladas se rompen y se tornan imparables. Black chandelier no fue una elección acertada como adelanto, porque hay otros temas ya en este primer capítulo mucho más jugosos, como puede ser el caso de Little hospitals, A girl and his cat o The joke's on us, que además suenan igual de asequibles. Reseñables también Biblical, cebo vivo para multitudes ávidas de un himno que corear, o la estupenda The fog, una delicada melodía de teclado que muta de inofensiva y nostálgica a tétrica, saturada y sobrecogedora. Quizás sea esta última el mejor ejemplo de esa negatividad que impregna The sand....

Se produce en mi opinión un salto cualitativo en The land... Aquí está la magnífica Stingin' belle que sirvió de presentación hace unos meses y que mezcla con acierto un riff musculoso y agresivo con tintes progresivos ganando en sabor con esas gaitas finales tan típicas de las tierras de dónde son oriundos estos chicos. También están aquí las imparables Modern magic formula y Woo woo, la indescriptible Spanish radio con sus trompetas mariachis, la árida y bluesera Trumpet or tap, la lenta pero definitivamente acongojante Accident without emergency o la inclasificable Victory over the sun, con su desconcertante ritmo bañado con un cuarteto de cuerdas. Todo ello encapsulado con una intro y una outro exquisitas que toman sus títulos de ambas partes del álbum.

En resumen, una nueva joya de Neil y los gemelos Johnston, que atrapa casi desde la primera escucha y que, os lo garantizo, os proporcionará una hora y media de evasión frente a la que está cayendo, que nunca viene mal, acompañados de un rock directo, personal y único. Y como ya dije la última vez, 'mon the Biffy!